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Arte y Justicia

Protocoloco: el G-20 que nunca fue ni será

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Junto al fotógrafo Leo Vaca y su mirada disruptiva, imaginamos qué hubiera pasado si los presidentes que fueron protagonistas del G-20 caminaban entre la gente. Escritores, militantes sociales, docentes y periodistas, invitados especialmente por Perycia, crearon textos desde mundos tan disímiles como el de la Justicia, las Letras, la Academia y los territorios. Aquí, la primera parte de una serie de postales irónicas sobre una de las pocas conclusiones que dejó la engolada Cumbre de los países más poderosos del planeta: el abismo que separa a los líderes de sus pueblos.

Ramaphosa (Sudáfrica), Macron (Francia) y Macri.

Idea y Fotos: Leo Vaca
Escriben: Adriana Meyer, Quimey Figueroa, Juan Marino y Sofía Silva
Publicado: 3/12/18


Los días del G-20 en nuestro país pusieron en evidencia varias realidades.

Por un lado, la notoria separación de los presidentes que participaron de la Cumbre en relación al pueblo. Por otro, la extrema dependencia de la Argentina de Macri del apoyo financiero internacional y, en especial, de las dos potencias en disputa, Estados Unidos y China.

Pero también, y más allá de los brillos del corporativismo mediático que celebró las lágrimas de cocodrilo de Mauricio Macri en la gala del Teatro Colón, hubo un clamor popular insoslayable: la marcha de la ContraCumbre, que se extendió con actividades, movilizaciones y una resistencia que unió a distintos sectores políticos y sociales.

El fotógrafo Leo Vaca, recientemente galardonado por la Fundación Nuevo Periodismo Gabriel García Márquez con el primer premio en su rubro, recorrió las calles de La Plata y Capital Federal, y le propuso a la gente posar con las caras de los presidentes. Esos retratos, luego, fueron la materia prima de la escritura para una serie de textos que, a continuación, entregamos en una primera serie, entre la ficción, la no-ficción, la reflexión política y el ensayo.

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Narendra Modi (India)

Agazapados
sembrando muerte
rascando donde no hay
los intocables de siempre
han levantado una cumbre seca
en la ciudad
no hay verde en la cima
no tienen amor para plantar
Pero debajo está el pueblo
con flores entre los dedos
sus cuerpos se han vuelto fusiles
y su sudor es agua
para regar
Que no se confundan los necios
si el pueblo despierta
la cumbre va a temblar

Quimey Figueroa, poeta transviano

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Xi Jinping (China)

Carta abierta de Xi Jinping a la patria celeste y blanca y su presidente

Eh, manga de gatos argentos! Déjense de decir huevadas, depredadores son los occidentales.
Si convencimos a la humanidad de que nuestra muralla de ve desde la luna y somos potencia sin expansionismo podemos salir de ésta sin su ayuda.

Muy linda su casa pero no los necesitamos. Ya colonizamos su capital, estamos en cada cuadra -gracias a la ayuda de papá Franco que supo hacer buenos negocios con nuestra cámara de mini mercados, asumilo Mauri, nunca te va a querer hagas lo que hagas, ni aunque llores en el Colón-, y nuestros «chinos» somos más porteños que el tango.

Me encanta el caballo de polo que me regalaste, Macri Cat (ojo que te mando al Black Boby que tengo acá) pero no me entra en el avión. Me voy en esta bici, así andamos allá.

Queda perdonado el blooper de mi llegada pero sepan que para nosotros ustedes también son todos iguales.

Dicen que Confucio dijo: «En un país bien gobernado, debe inspirar vergüenza la pobreza. En un país mal gobernado, debe inspirar vergüenza la riqueza», pero les juro que no. Es otro error de traducción. Esperamos ansiosos sus cerezas, cerdos y mieles. Adiós 再见(zài jiàn .)

Adriana Meyer, periodista (Página 12, Marca de Radio, LID) y docente de la UBA

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Macri (Argentina), Xi Jinping (China), Trump (Estados Unidos)



Trump, fascista 

Sonrisa cínica la de Trump. Mientras sonríe, encabeza el ascenso del fascismo a nivel mundial. Trump nos lleva a la 3° Guerra Mundial, que ya comenzó en Siria y Yemen. Sonríe para no llorar. Su guerra comercial contra China se convirtió en un boomerang. Su consigna ‘Make America Great Again’ fracasó. General Motors anunció el cierre de sus plantas: 15.000 despidos. Estados Unidos viene de sufrir, en octubre de 2018, su peor crisis desde 2008-2009. La guerra y el fascismo no son producto de la fortaleza del imperialismo sino que son expresión de su crisis terminal. La guerra y el fascismo son la salida cuando no hay salida.

Xi Jinping es el jefe de Estado del país que hoy se encuentra en la mira de Estados Unidos. China es víctima de una guerra comercial sin precedentes en la historia universal. Trump está destruyendo el acople chino-norteamericano. Sus voceros claman por el fin de la influencia china sobre el resto del mundo. Trump mismo ha vociferado en la ONU contra la «amenaza socialista». Trump identifica socialismo con China. Estados Unidos es una potencia imperialista. China es un Estado Obrero burocratizado. No es una confrontación entre estados imperialistas. Es una agresión del imperialismo fascista yanqui que, en su momento de mayor crisis, decide agredir a China y Rusia para terminar definitivamente con el ciclo abierto por la revolución socialista. Los trotskistas combatimos a la burocracia restauracionanista para reestablecer el curso de la revolución internacional, no para favorecer el retorno del dominio imperialista. Estamos con China y Rusia contra Estados Unidos.

Macri pretende quedar bien con Dios y con el Diablo. Es una utopía. El mundo de la globalización no existe más. El G-20 fue un fracaso. Macri es un fracaso. El mundo está en guerra y hay que elegir un bando. Macri saluda a los Trump y los Bolsonaro, quienes pretenden desterrar a China e implantar el fascismo en América Latina. Macri saluda a los fascistas. Macri pretende congraciarse, al mismo tiempo, con China. La presión de la bancarrota imperialista y la guerra mundial va a terminar con Macri. La conquista de un gobierno que defienda el trabajo y la producción en Argentina requiere confrontar con el imperialismo estadounidense que viene a recolonizar el continente. Un horizonte positivo para el conjunto de la humanidad requiere aplastar al fascismo y derrotar la guerra imperialista. La 1° Guerra Mundial engendró la Revolución Rusa; y la Revolución Rusa fue el principio del fin de la 1° Guerra Mundial. El Ejército Rojo creado por la Revolución Rusa derrotó a Hitler e impuso el fin de la 2° Guerra Mundial. La 2° Guerra Mundial engendró la Revolución China. Hoy, contra la 3° Guerra Mundial y ante un nuevo ascenso del fascismo, se hace nuevamente necesaria la lucha revolucionaria en el mundo entero. Militemos en ese sentido, para terminar con los Trump, los Bolsonaro y los Macri e impedir que el mundo caiga en la barbarie. El futuro no está escrito. El futuro lo escribimos con nuestra militancia política.

Juan Marino, dirigente del Partido Piquetero

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May (Reino Unido),  Jusuf Kalla (Indonesia) y Putin (Rusia)

Putin se acomoda las ojotas y sonríe. Al fin. Está lejos de su Rusia natal, de la nieve ligera, y aprovecha para ventilar los pies. Más ahora que planea andar el “camino del acercamiento” al país de Macri. Un fatigoso trayecto que avizora entre sus destinos el tendido de vías férreas a Vaca Muerta y una central de energía atómica, entre otros menesteres. Siempre que el macrismo no detone por los aires mucho antes. Al medio, Jusuf Kalla, el vicepresidente de Indonesia, quien se muerde los labios y calla la pregunta: ¿por qué creen tan complicado sacar a la superficie el Ara San Juan? En su país se hizo, con los submarinos que el nazismo despachó a la nación insular durante la Segunda Guerra Mundial. Mejor se calla. Y al otro extremo, la May, primer ministra del Reino Unido, de las pocas chicas rudas de derecha en la foto familiar del G20. Ella vocaliza, opta por un cigarro sin encender. Sus últimas intervenciones en público la recuerdan atragantándose o tosiendo. No vaya a ser que se ahogue nuevamente con los planteos disparatados del anfitrión sobre las Islas Malvinas, o alguno de sus iguales abra la caja de pandora sobre la salida del Reino Unido de la Europa hiperreal. Los tres mandatarios deciden callejear una media hora más por las urbes porteñas. Cuentan con una media hora más patrullados, están algo apurados, tal vez por eso no alcanzan a leer los graffitis

Sofía Silva, antropóloga y docente

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