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Crónicas de la Justicia

José Luis Zurita Delgadillo

La Pachamama está presa en Marcos Paz

El caso del joven platense detenido por tener hojas de coca moviliza a la comunidad boliviana, la Embajada, organismos de derechos humanos y a la UNLP. José Luis Zurita Delgadillo está preso desde hace un mes, pese a que en Argentina el consumo de la hoja en estado natural es legal. Perycia estuvo en un coqueo colectivo que se hizo para reclamar su libertad, un ritual que se repetirá frente a la Corte de la Nación. 

Por: Javier Sahade
Foto: Matías Adhemar
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Publicada: 26/9/2018

Evo Morales levantó sus manos indias y entre los dedos alzó la hoja de coca. Verde y del tamaño de un pulgar, el vegetal viajó 7 mil años para llegar ese día a mezclarse entre perfumes caros y corbatas oscuras de jefes de Estado de todo el mundo. En la sede de Naciones Unidas en Viena, el presidente de Bolivia dijo:

—Esto es una hoja de coca, no es cocaína, es parte de una cultura. No es posible que esté en la lista de estupefacientes de la ONU.

Ocurrió un viernes de marzo de 2009, hace casi 10 años. Fue un discurso clave para lograr que, por fin, en enero de 2013, Naciones Unidas excluya a la planta de la tradición ancestral andina de la lista de estupefacientes prohibidos de la Convención Antidroga impulsada por Estados Unidos en 1961.

«La hoja de coca ha sido penalizada, satanizada y criminalizada a nivel internacional. Los consumidores han sido tachados de narcodependientes y los productores, de narcotraficantes. Habían decidido acabar con la hoja y con ello acabar con nuestra cultura, nuestra identidad», dijo Evo en aquel momento, al celebrar el cambio de legislación internacional.

A más de 5 años de ese giro histórico, José Luis Zurita Delgadillo manda un mensaje de whatsapp a su novia antes de poner en marcha su auto. Le avisa que está por volver a su casa de Tolosa. Son cerca de las seis de la tarde del sábado 25 de agosto y en la calle Santander al 600 de Villa Lugano, el barrio del sur porteño, José Luis acababa de cargar el baúl con más de 30 kilos de hojas de coca, divididos en 77 paquetes de 400 gramos. Estaba con su mamá, una mujer de 64 años, nacida en Cochabamba, Bolivia, que le había pedido que la lleve a comprar “la hojita”, como la llaman, para compartir al día siguiente en la fiesta de la Virgen de Urkupiña, la celebración boliviana que la comunidad realiza cada agosto en La Plata. Pero José Luis no llegó a poner la llave para encender su Renault Fluence porque dos efectivos del Departamento de Prevención Barrial de la Policía de la Ciudad frenaron sus cuatriciclos de la fuerza y por la ventanilla le preguntaron qué tenía en el baúl.

—Hojas de coca -respondió José Luis.

—¿Sabés que es ilegal? -preguntaron los uniformados, desconociendo la legislación vigente.

El joven de 28 años, estudiante de tercer año de Ingenieria Civil en la Universidad Nacional de La Plata les explicó que no sabía que estaba haciendo algo prohibido, que es hijo de bolivianos y que su familia consume la hoja desde siempre. No importó ninguna explicación: lo esposaron y se lo llevaron detenido. A Doña Julia, su mamá, sólo le preguntaron la edad y la dejaron ir. José Luis estuvo tres días incomunicado en la comisaría 52 de Villa Lugano: le negaron la excarcelación por supuestas faltas de peritajes y porque no se constataba su domicilio, aunque el abogado entregó a la Justicia hasta imágenes de Google Maps con el mismo domicilio que figura en el DNI y en la documentación del auto, un vehículo que compraron Abel Zurita y Julia Delgadillo y pusieron a nombre de su único hijo varón.

Finalmente, el viernes 14 de septiembre, desde un sillón en los tribunales de Comodoro Py, el juez Marcelo Martínez de Giorgi, a cargo del Juzgado Criminal y Correccional Federal 5 lo procesó por tenencia de “materia prima destinada a la producción o fabricación de esupefacientes”. Según el magistrado, que entre otros casos conocidos en los que actuó pidió hace dos años la detención de Hebe de Bonafini, se consideró que “la cantidad de hoja hallada” hace presuponer que no es para coqueo familiar y por eso lo imputó por un delito que prevé penas de 4 a 15 años de prisión y lo embargó por $ 135.500.

Además procesó al otro detenido, Efraín Cazorla Martínez, de 39 años, boliviano, propietario de la casa donde José Luis fue a buscar las hojas de coca. También él había declarado desconocer que estaban cometiendo un delito, que coquea desde los 12 años y que en su trabajo como albañil consumen la hoja todos los días. La situación de Efraín es todavía más grave: las autoridades de Migraciones dicen que tiene vencida su radicación en el país y la policía lo acusó de querer coimearlos.

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A la derecha, Vilma Zurita. Junto a ella, la compañera de José Luis. En sus manos, la hoja de coca

—Estamos pidiendo la libertad urgente de José Luis porque no tiene que estar ahí —le dice a Perycia su hermana, Vilma Zurita-. Lo único que hizo fue acompañar a mi mamá a buscar hojas de coca para la fiesta de la virgen de Urkupiña. En La Plata somos una comunidad boliviana grande y 30 kilos no es mucho.

Al lado de Vilma un nene patea un vaso de plástico con restos de Api, bebida típica boliviana, salta la zanja y detrás suyo lo mismo hace una perra en celo. En el barrio de Hernández el sol ya empieza a secar el barro que dejó la tormenta del fin de semana y hacia la Avenida 520 se ve el Estadio Unico, con su techo que acaba de romperse por el temporal.

Es domingo, pasado el mediodía, y en la esquina de 514 y 128 algunos comen picante de pollo y otros sólo toman cerveza. Es la fiesta por el 208 Aniversario del «Grito Libertario del Departamento de Cochabamba», organizada por el Centro Cultural boliviano La Plata, residentes cochabambinos y el viceconsulado en La Plata. La celebración sirvió para reclamar la libertad de José Luis y reafirmar el coqueo (acullico o pijcheo, en lengua Aymara/Quechua) como tradición y ritual andino. La celebración se abrió con un acto para compartir la hoja de coca y luego aparecieron, entre cascabeles y trajes coloridos, los grupos de danzas de Tinkus y los Caporales Cruz del Sur, el grupo de saya donde baila José Luis.

«Acá no hay delito», explica a Perycia Federico Ravina, el abogado de la familia y agrega: «José Luis es una persona que si bien es argentino, realza sus raíces con fuerza, tiene su arraigo con su historia, su grupo de baile. Esto más que prisión preventiva es una privación ilegítima de la libertad. El juez está cometiendo un error».

El consumo de hoja de coca es legal en Argentina desde 1989. La Ley Nacional de Drogas (23737), en su artículo 15, dice: “La tenencia y el consumo de hojas de coca en su estado natural, destinado a la práctica del coqueo o masticación, o a su empleo como infusión, no será considerada como tenencia o consumo”.

«Tenemos la ley», agrega Ravina y sostiene: «Además tenemos la Constitución que dice que se debe promover la cultura de los pueblos originarios, pero un juez considera que tener hoja de coca es un delito y en el expediente la pone como ‘material estupefaciente’. Es una posición muy errada».

—Nosotros siempre íbamos a buscar hojas a Buenos Aires –cuenta Vilma-. Ahora en la cárcel está muy angustiado. Estaba estudiando y de repente dejó de estudiar, dejó de vivir.

José Luis tiene 3 hermanas. Todos los hijos de Abel y Julia nacieron en Argentina, donde la pareja de cochabambinos llegó para formar familia, como tantos bolivianos, en la década del ‘70. Él se dedicó a la construcción y ella a la venta ambulante, en ferias. Desde hace algunos años tienen un puesto en el Mercado Regional de La Plata donde venden aceites, ajos, especias, cereales, frutas, verduras y productos andinos.

—A la coca hay que tenerle respeto – reclama Vilma-. Te da muchos beneficios a la salud, te regulariza la circulación, cuando tenés dolor de panza, de cabeza. Desde la época de mi abuelito tenemos la cultura del pijcheo. Él estaba todo el día pijcheando y se mantenía bien. Tanta injusticia nos tiene muy mal. Estuvimos dos semanas y media sin comer, toda la familia, sin entender dónde estábamos.

«La ley argentina no criminaliza la hoja de coca ni pone límites de cantidad», insiste el abogado Ravina. «Lo que es delito es hacer con la hoja de coca todo lo contrario a lo que es, que es droga, pero para eso tiene que haber elementos que permitan presumir fehacientemente que esto es un delito: combustibles, elementos de cortes, elementos químicos. Lo de José Luis es un encierro injusto y creo que está direccionado políticamente para volver a instalar que la hoja de coca es droga, como intentó hacer Estados Unidos en el mundo desde 1961. Parte de una lógica discriminatoria, de negación del otro», agrega.

—La hoja de coca es nuestra hoja sagrada, no es cocaína –asegura Reinaldo García, agregado comercial de la Embajada de Bolivia en Argentina.

Entre trenzas y cholas, el enviado de la embajada (al fondo a la izquierda) participa del coqueo colectivo en La Plata

El diplomático habla con Perycia mientras tiene su cachete derecho hinchado y los labios mojados con saliva verde oscura. Acaba de empujar con uno de sus dedos varias hojitas de coca dentro de la boca. De traje y corbata, sobre las calles de tierra de Hernández, uno de los tantos barrios donde su comunidad eligió vivir, trabajar y criar a sus hijos, García participa de un ritual colectivo para reafirmar su cultura.

—Evo Morales ha logrado en la ONU despenalizar la hoja de coca, que es milenaria –rememora el funcionario-. No es ningún delito. En el norte argentino los trabajadores agrícolas o camioneros coquean permanentemente. La Embajada va a hacer un acompañamiento del caso. Esperemos no entrar en otro escenario de discriminación.

Ayer, José Luis cumplió un mes en prisión. Está procesado por narcotráfico, con prisión preventiva en la cárcel de máxima seguridad de Marcos Paz, un complejo penitenciario que aloja delincuentes de todo tipo, represores o presos como Julio De Vido y empresarios imputados por la causa conocida como “los cuadernos de las coimas”. También en ese penal murió Jorge Rafael Videla.

El caso de José Luiz Zurita Delgadillo ya llegó a organismos de derechos humanos como el CELS y la Comisión por la Memoria y también a las autoridades de la UNLP, ya que el joven detenido es estudiante de la casa de estudios. Para exigir su libertad, el jueves 27 habrá una conferencia de prensa a las 11 en las puertas del Rectorado y el martes 2 de octubre una coqueada colectiva frente al Palacio de Justicia de la Nación.

—La detención de José Luis estaba pensada y escrita de antemano. Justo estaba ahí –repite Ravina-. Pero José Luis no encaja con las condiciones de un chico que esté preso: es universitario, no tiene antecedentes, y su familia tampoco. Esto lo que nos va a permitir es no sólo liberarlo a él sino también generar garantías para que algo así no se repita.

A 208 años de la Revolución de Cochabamba contra el Virreinato del Río de La Plata, decenas de manos morenas sacan un puñado verde y se lo meten junto a sus muelas. Muerden. Mastican, en fila, y alguien alza la voz:

—Ésta es nuestra Pachamama, la madre tierra.