3/10/2018
José Luis Zurita Delgadillo lloró en la audiencia ante la Sala 2 de la Cámara Criminal y Correccional Federal. A un mes y 8 días de su detención, la Justicia lo convocaba para resolver los planteos presentados por su abogado contra su insólita detención. Y ahí, frente al siempre frío tribunal, el joven platense, hijo de bolivianos nacidos en Cochabamba, dijo sentir tristeza. No lo decía por su encierro en Marcos Paz, una de las cárceles de máxima seguridad donde llevan a los criminales más importantes del país. Lo decía porque sus padres, Abel y Julia, le acaban de pedir perdón por transmitirle su cultura andina. Bailarín de Saya en Caporales Cruz del Sur, el estudiante de Tercer Año de Ingeniería Civil en la Universidad Nacional de La Plata fue detenido junto a Efrain Cazorla Martínez, boliviano de 39 años, el sábado 25 de agosto, el día que doña Julia le pidió que la acompañe a Villa Lugano, en la Ciudad de Buenos Aires, a buscar hojas de coca para la fiesta de Urkupiña, la celebración boliviana en La Plata. Ahora, Abel y Julia se sienten culpables por transmitir a su hijo la tradición ancestral. Creen que son responsables de su prisión. Y de bronca y dolor llora José Luis, ante el juez.
Acaba de pasar el mediodía del martes 2 de octubre y afuera del Palacio de Justicia, en Plaza Lavalle, suenan los Sikuris, en medio de un coqueo colectivo. Entre símbolos bolivianas y Whipalas (bandera de los pueblos originarios), cientos de personas se movilizan para reclamar su libertad y recordar que “la hoja de coca no es droga”.
La respuesta de la Cámara llegó apenas 24 horas después de la audiencia: ordenó revocar ambos procesamientos y prisiones preventivas, “decretar la falta de mérito” y disponer la “inmediata libertad” de los imputados. La sala 2 presidida por los jueces Martín Irurzun y Leopoldo Bruglia dejó así sin efecto el fallo del juez Marcelo Martínez de Giorgi, titular del Juzgado Criminal y Correccional Federal 5 que los había procesado por narcotráfico: tenencia de “materia prima destinada a la producción o fabricación de estupefacientes”. En su resolución, los camaristas reconocen que la Ley Nacional de Drogas (23.737), en su artículo 15, admite la tenencia de hoja de coca en estado natural para “coqueo o masticación”. Además, advierten que en la causa no hay elementos para “avalar la hipótesis delictiva” del juez Martínez de Giorgi porque “no fueron hallados en poder de los imputados elementos de corte, de acondicionamiento o precursores químicos que den cuenta del destino de la sustancia achacada. Tampoco se encontró información -almacenada en los dispositivos celulares secuestrados entre sus pertenencias – que revelen la existencia de maniobras compatibles con la actividad en debate”.
El caso había despertado críticas de organismos de derechos humanos como el CELS, la Comisión por la Memoria, el SERPAJ que dirige el Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y referentes como la Madre de Plaza de Mayo – Línea Fundadora-, Nora Cortiñas. La detención de José Luis también movilizó a bloques legislativos, concejales, la Defensoría del Pueblo, la embajada Boliviana y a la propia Universidad Nacional de La Plata que se presentó en la causa como Amicus Curiae (amigo del tribunal). Todos calificaron la detención como un acto de discriminación y desconocimiento de una cultura andina que lleva miles de años masticando coca, una hoja “sagrada” que alimenta y cura.
Lée más sobre el caso en esta crónica: La Pachamama está presa en Marcos Paz.