Alberto Oscar Manfredi fue secuestrado el 26 de marzo de 1978, junto a otros militantes políticos. Era, al momento de ser detenido, integrante de la Junta Vecinal del Complejo Habitacional 17 de octubre de La Tablada.
Manfredi es uno de los 84 casos por los que se juzgan a 19 genocidas -entre los cuales está Miguel Etchecolatz como máximo responsable- del Centro Clandestino de Detención de la Brigada de Investigaciones de San Justo. De tal universo de víctimas, hay 31 que permanecen desaparecidos o fueron asesinados.
Alberto Manfredi quiso declarar a pesar de la gravedad de su enfermedad, la que pocos días después terminara con su vida. Luego de más de 40 años de espera logró que los jueces escucharan su testimonio. Un relato donde contó que en el año 1978 era miembro del PCR, trabajaba como fotógrafo y había sido delegado en La Cantábrica, la metalúrgica de Haedo que llegó a emplear 8.500 trabajadores.
Dijo que si bien ya no tenía actividad gremial continuó su militancia en la Junta Vecinal. Desde allí entregaban alimentos, y en el lugar había jardín maternal y salita de primeros auxilios. Esa tarea vecinal los llevó al reclamo por los desaparecidos del barrio y la libertad de los presos políticos, entre ellos Cirila Benítez, presidenta del club de madres del Complejo.
Hacía allí apuntó la represión y el 26 de marzo del ‘78 Manfredi fue secuestrado junto a otros vecinos y vecinas a la salida de una misa por aquellas reivindicaciones. Relató que al salir de la iglesia los rodearon y subieron a un Falcon rojo, siendo llevados a la Brigada de San Justo. Posteriormente, en una inspección ocular, reconoció el lugar por la elevación que había en el portón de ingreso y otras características como los gritos y ruidos de la escuela aledaña al predio del centro clandestino.
La sala de audiencias donde Manfredi brindó su testimonio en el juicio de «Brigada San Justo»
En la Brigada, Manfredi sufrió durante tres días torturas e interrogatorios, y escuchó cómo torturaban a otras personas. Recordó “con las dudas de 40 años pasados” a uno de sus secuestradores con el apodo de “Víbora”, que no es otro que el cabo de la Brigada Rubén Alfredo Boan. Si bien estuvo siempre tabicado y encerrado en un calabozo ciego, Manfredi supo que compartió cautiverio con Olga Araujo, Amalia Marrón, Jorge Heuman, Raúl Petruch, Elisa Moreno, Rodolfo Barberán y otros integrantes del Complejo.
Con el tiempo, fue liberado. “Me quisieron usar de anzuelo para seguir secuestrando gente en el Complejo”, dijo y agregó que tuvo que irse de su barrio, que a partir de ese momento y hasta el final de la dictadura su vida fue «muy difícil» y si bien permaneció en el país vivió un «exilio interno». Al finalizar su testimonio había pedido justicia para todos los responsables.
«El compañero Alberto Oscar Manfredi es otra de la víctimas del genocidio que fallece sin ver condenados a quienes lo secuestraron y torturaron. El suyo es un ejemplo más que muestra cómo el Estado sigue amparando la impunidad. Por este mismo Centro Clandestino de Detención pasaron más de 100 compañeros y compañeras identificados con nombre y apellido, sin embargo a más de 40 años solo se juzga a algunos de los genocidas por algunos de estos compañeros y compañeras. Los jueces de instrucción elevan solo algunos casos, los jueces del tribunal se niegan a las ampliaciones so pretexto de un falso garantismo cerrando una trampa que solo garantiza la impunidad», dijeron desde el colectivo Justicia Ya La Plata.