Susana, Heidel y Enrique, tía, abuela y padre de Cristian, momentos antes del veredicto (Foto: Matías Adhemar) |
Fotos: Matías Adhemar, Helen Zout y SADO
Publicada: 30/12/2018
Enrique Pérez, padre de Cristian, lloraba en las rodillas de su madre Heidel. Heidel, abuela de Cristian, maldecía a la fiscal del juicio:
—¿Encima te reís? traidora, Judas, vendida —le escupía con dolor—. Ya me voy a reír yo cuando le pase ésto a tu hijo. ¿Cuánto te pagaron por un puesto?
Victoria Huergo, la representante del Ministerio Público Fiscal en el debate oía los gritos con una risita nerviosa, sin saber muy bien qué hacer, y tuvo que dejar la sala por una puerta lateral, casi tan sigilosamente como los reos. Susana, tía de Cristian, miraba a los abogados querellantes sin entender nada. La madre de Cristian lloraba en otro rincón.
El momento en que Enrique Pérez y Heidel Cejrowaska, padre y abuela de Cristian, escuchan la sentencia (Adhemar) |
Los jueces Claudio Bernard, Silvia Hoerr y Liliana Torrisi, del Tribunal Oral Criminal N° 2 de La Plata, acababan de absolver a los siete policías sentados en el banquillo por el asesinato de Cristian “El Rusito” Pérez. El joven de 18 años murió la mañana del 14 de octubre de 2002, hace 16 años, arrollado por el tren Roca a la altura de City Bell unas horas después de atropellar al hermano de uno de los acusados y a otro hombre que iban en bicicleta, y haber escapado del lugar del accidente. Para los abogados patrocinantes (del Centro de Investigación y Acción Jurídica), los uniformados lo golpearon brutalmente y lo dejaron inconsciente sobre las vías para que las toneladas de fierros del ferrocarril borraran las huellas de la tortura. Para los abogados defensores, un chico alegre y sin antecedentes depresivos, simplemente se había suicidado. Para el Tribunal, varios testigos habían mentido y la pésima investigación impedían saber lo que pasó.
Enrique, Heidel, Susana, sentían que acababan de matarlo otra vez.
La fiscal Victoria Huergo decidió retirar los cargos contra los siete policías (Adhemar). |
En los tribunales de la calle 8, esas escenas de dolor y de impotencia son postales repetidas. Familias enteras de jóvenes que son víctimas de la policía esperan durante años el juicio oral y la mitad de las veces los verdugos terminan absueltos. Pasó con Omar Cigarán, el pibe que asesinaron desarmado en el Barrio Hipódromo de La Plata. Pasó con Fabián Gorosito, que apareció flotando boca abajo en la zanja de un descampado de Merlo. Y tantos otros.
En el caso de Cristian, la justicia fue el cómplice perfecto para sepultar la prueba de la violencia policial: cuatro fiscales distintos durmieron el expediente (Leandro Heredia destituido por irregularidades en cincuenta causas, el fiscal Tomás Morán y el juez César Melazo presos por delitos criminales), y contra todos los protocolos locales e internacionales de violencia institucional, tardaron meses en apartar a la Bonaerense de la investigación. La policía “extravió” prueba valiosa (la ropa de Cristian) y adulteró el libro de guardia, entre un sinfín de irregularidades. La fiscalía convalidó. Y el Tribunal Oral lo redujo a un párrafo escueto de la sentencia: “hay que resaltar la pésima instrucción de esta causa desde sus inicios, con funcionarios judiciales inoperantes, que contribuyeron a esta lamentable investigación. Los casi 16 años que nos lleva juzgar este hecho, tuvieron causa directa inmediata en la instrucción dirigida por fiscales y jueces de garantías que no tuvieron un buen norte y convalidaron medidas que van reñidas con la lógica y con un razonamiento adecuado”, dice el fallo. Pero no acusa a ninguno por mal desempeño de los deberes de funcionario público y se limita a remitir la información para que sea la Procuración de Julio Conte Grand la que inicie, a lo sumo, un sumario administrativo.
Uno de los imputados sonríe con el defensor oficial, Claudio Ritter. Adhemar. |
La escandalosa investigación judicial, y este juicio que dejó a la familia Pérez sin justicia, relegaron a un segundísimo plano un detalle de la madrugada en la que murió Cristian: la comisaría donde pasó las últimas horas tenía 34 presos en un espacio para alrededor de diez. Más de lo mismo.
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Comisaría bonaerense. Foto: Helen Zout. |
Durante el V Encuentro nacional de la red de familiares contra la tortura y otras violencias estatales (RED). Foto: Sado. |