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Géneros

Malvinas, mujeres en el infierno

El rol de las mujeres en la guerra de Malvinas fue ocultado por años. Perycia recupera el testimonio de una de las enfermeras que atendió a ex combatientes hambrientos, amputados y aterrados. Nancy Stancato tenía apenas 17 años cuando curaba heridos de casi su misma edad. Después de décadas de silencio, hoy reclama reconocimiento y muestra su tatuaje como evidencia de que hay sangre suya en las Islas.

Por: Romina Lambert
Foto: Nico Freda
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Publicada: 2/4/2019

— Con esos ojos apagados, con esa mirada sin alma….

Así llegaban los heridos de guerra desde las Islas Malvinas al Hospital Naval de Puerto Belgrano, en el sur de la Provincia de Buenos Aires. No eran hombres: eran adolescentes vestidos de soldados. Así lo recuerda Nancy Stancato, una de las aspirantes de la carrera de Enfermería Militar que con apenas 17 años y pocos meses de estudio, fue obligada a atender a las víctimas de la más descabellada aventura bélica argentina.

Nancy nació en La Plata y en 1981 decidió comenzar a estudiar la carrera. No duró mucho en la fuerza militar. Después de la guerra, fue acusada de traición a la patria por preguntar a sus superiores por el destino de los contenedores llenos de mercaderías con donaciones para los soldados. Ella veía a los heridos con síntomas de desnutrición.

Nancy forma parte de la 2° camada de mujeres enfermeras militares y es una de las 40 integrantes de ese cuerpo que no fue reconocida por el Estado como veterana. A ellas les negaron el acceso a las pensiones y a los beneficios que sí consiguieron los hombres de la Guerra.

En diálogo con Perycia, Nancy fuma y narra una historia que recién comenzó a contar hace unos 5 años, cuando a través de las redes sociales se reunieron algunas de las mujeres que intervinieron en el hospital.

—De nosotras no se habla. Tuvimos que atender heridos y no estábamos preparadas, no teníamos la sapiencia…. Hicimos todo lo que pudimos.

En medio de los homenajes y actos por el 2 de abril, a 37 años del desembarco argentino en Malvinas, Nancy despliega sobre la mesa fotos, documentos y medallas.

— Pasábamos dos o tres días sin dormir y sin comer – recuerda-. Aprendí a fumar allá para no dormirme.

Dice Nancy que los superiores le decían que «querían mujeres militares, no muñecas vestidas de enfermera».

Nancy aprendió a fumar durante la guerra, para no dormir. Pasaba dos o tres días despierta.

— La mayoría de los hombres no nos quería ahí porque estábamos ocupando un lugar que era sólo de ellos. El Estado nos usó.

En su muñeca derecha Nancy lleva tatuada las Islas Malvinas. Dice que como enfermera está en contra de los tatuajes, pero a los 50 decidió marcar su piel para siempre. En el tatuaje hay una manchita de sangre que el tatuador quiso arreglar. Sin embargo, Nancy optó por dejarla visible para que el tatuaje también hable y diga: “Hay sangre nuestra en las Islas”.

— Cuando me den la mano me van a preguntar por qué tengo el tatuaje. Es una forma que tengo de hablar de Malvinas.