Ya fuera de los tribunales, cuando apoyó una de sus zapatillas en el segundo escalón de la salida, metió la mano en los bolsillos y se ablandó. Fue recién ahí que lloró. Miró el piso, negó con la cabeza, suspiró con un sonido agudo y después levantó la mirada. Arriba suyo – otra vez- el infinito cielo del sur argentino, pero 4 décadas después del infierno.
La escena, con el ex combatiente de La Plata Miguel Anderfuhrn como protagonista, es una de las últimas y una de las más conmovedoras de Las Voces del Silencio, el documental que acaba de estrenar la periodista e investigadora Gabriela Naso, con producción de Pulpofilms. Esas lágrimas, en el frío patagónico, salieron después de declarar en 2023 ante los tribunales federales de Río Grande, Tierra del Fuego, donde contó por primera vez las torturas sufridas cuando estuvo en la Guerra de Malvinas, como conscripto del Regimiento 7. “Por mucho tiempo creí que contar todo esto era intrascendente, – dice- pero recién ahora me doy cuenta que es necesario”.
“Antes de ir a declarar, Miguel decía que a él no le había pasado nada, – cuenta Naso- pero después hizo todo un proceso interno para reconocerse como víctima y se quebró cuando declaró. Dice que denunciando a sus superiores se sacó una mochila de piedra, una carga que en parte se había quitado cuando pudo volver a las Islas. Ni siquiera a su familia le había contado las torturas”.
El documental se estrenó el martes 1 de abril en el Cine Gaumont, a 43 años de la Guerra de Malvinas y 18 del inicio de la causa judicial por “imposición de torturas”, un expediente que está frenado en la Corte con más de 100 militares denunciados y 200 víctimas y testigos que dieron testimonio sobre los tormentos.
En el trabajo de Naso, la cámara recorre el país para escuchar a ex combatientes de La Plata, Chaco, Corrientes, La Tablada, Córdoba y Comodoro Rivadavia: Antonio Orellana, David Zambrino, Ernesto Alonso, Gerardo Roschge, Gerardo Vega, Hugo Robert, Miguel Anderfuhrn, Oscar Rojas y Silvio Katz. Sus voces son el relato histórico de una lucha en busca de juzgar a oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas, que durante la guerra los torturaron física y psicológicamente y después de la rendición argentina, los amenazaron y les ordenaron callar.
El documental comienza mostrando olas del mar Argentino, en alguna orilla de nuestro sur. Se escucha la fuerza de la rompiente y se intuye el agua helada. En casi 90 minutos, la película va y vuelve con paisajes sureños: las playas con piedras, los campos desolados, las ovejas pastando en la inmensidad, el viento, la llovizna, el cielo eterno, la soledad de alguna flor, el canto de las golondrinas.
Al silencio lo cortan los relatos del horror, uno detrás de otro. El médico Oscar Rojas muestra la foto que le sacó a Miguel Galotto cuando lo atendió al terminar la guerra. Desnudo, en el piso, el conscripto cordobés padecía un cuadro de desnutrición severa: medía 1,90 y pesaba 38 kilos. Silvio Katz tenía 19 años y cuenta que lo castigaban más que al resto por ser judío y además de obligarlo a poner las manos o los pies adentro de charcos de agua con temperaturas bajo cero, le hacían meter la cabeza. Llegó a las Islas con 70 kilos y volvió con 40. El oficial Eduardo Sergio Flores Ardoino le tiraba la comida entre los excrementos. “Se regodeaba, la guerra de él era conmigo”, dice Katz. A Roschge le ordenaron sacarse la ropa y tirarse al mar y después de la guerra lo mantuvieron 5 años detenido acusado por la Justicia militar por supuestos actos de indisciplina, como quitarle comida a sus jefes. A Orellana lo notificaron del Servicio Militar Obligatorio el 24 de febrero del 82, el día que cumplía 22 años. Como era peón golondrina y se iba durante meses a trabajar en campos de distintas provincias, tardaron 4 años en encontrarlo para la colimba. En Malvinas bajó más de 30 kilos y fue golpeado y estaqueado 6 horas en el barro acusado de robar un paquete de leche en polvo. “Usted no merece ser servidor de la patria”, le decían mientras recibía golpizas y le pisaban la espalda. Rogaba que lleguen los ingleses, porque tenía frío y miedo a su jefe, el subteniente Marcelo Llambías.
Orellana cuenta algo más: después de torturarlo fue usado por la prensa oficial de la Dictadura para una de las tantas fake news en torno a Malvinas. Recuerda que después de estar horas sobre un charco, sufrió principio de congelamiento y tuvo que ser trasladado a Puerto Argentino para recibir atención médica. Cuando le dieron el alta, lo entrevistó el periodista enviado por la TV Pública. El set de grabación fue muy bien planificado, con facturas y café sobre la mesa, pero cuando la charla terminó le sacaron todo y no lo dejaron probar bocado. La puesta en escena era parte del plan de ocultamiento de la dramática situación de los soldados argentinos. El corresponsal de guerra que montó la fake fue Nicolás Kazanzew.
“Aire fresco” para los verdugos
En la tarde del pasado viernes 4 de abril Victoria Villarruel cerró su semana de actos por Malvinas. La hija del veterano Eduardo Marcelo Villarruel, acababa de dejar el ejercicio de la presidencia porque un rato antes Javier Milei había vuelto al país después de su viaje a Estados Unidos.
En el Salón Azul del Congreso, justo debajo de la majestuosa cúpula del Palacio legislativo, la vice encabezó “Malvinas, epopeya nacional”, un acto para distinguir a veteranos “en agradecimiento por su valentía y sacrificio”. El evento fue organizado por el ex corresponsal de guerra que ponía facturas solo para la cámara, Kazanzew, nombrado ahora por Villarruel como Director de Gesta de Malvinas en el Senado.

Entre los asistentes estaba Marcelo Llambías. A las 20.22, ya en su casa, el subteniente que hace décadas aterrorizó a Antonio Orellana y otros ex combatientes escribió en su cuenta de X

Llambías fue separado de la Fuerza por Néstor Kirchner, luego de ser condenado a 9 años de prisión por el asesinato de un camarada, tras una pelea en la vía pública. Es abogado, defiende a imputados por delitos de la Dictadura en la Megacausa Zona 5 de Bahía Blanca y no es la primera vez que se muestra en los actos libertarios: en septiembre de 2023 acompañó a Villarruel en el evento negacionista que se hizo en plena campaña electoral en la Legislatura porteña; mientras que el 9 de Julio de 2024, asistió al desfile militar convocado por el ministro de Defensa, Luis Negri. En los comentarios de su posteo del viernes, Llambías, celebró el reencuentro con sus compañeros de batalla y se mostró exultante. “Es como una brisa de aire fresco y puro barriendo con un ambiente viciado”
El posteo fue compartido por Jorge Taranto, un ex subteniente en el Regimiento de Infantería 5 muy cercano a Villarruel y alfil en la batalla cultural en defensa del relato de Malvinas como gesta heroica, sin perspectiva de derechos humanos. Taranto fue conductor de “Malvinas, la verdadera historia”, un programa en Radio 10 por el que hablaron veteranos durante 8 años En Las Voces del Silencio, Ernesto Alonso, secretario de Derechos Humanos del Centro de Ex Combatientes de La Plata (CECIM); recuerda a Taranto como un emblema de la impunidad y las trabas judiciales en la causa por torturas. Como imputado en el expediente, se presentó en Comodoro Py en 2009 y consiguió que la Cámara Federal de Casación Penal dicte una sentencia que dice que los delitos denunciados no son crímenes de lesa humanidad y por eso están prescriptos. Desde entonces, es muy activo en redes sociales y en 2024, el fiscal de Río Grande, Marcelo Rapoport, pidió su detención por sus permanentes ataques públicos al CECIM e incumplir la orden judicial de no tomar contacto con sus denunciantes, los ex combatientes.

“Hoy la Patria les dice gracias – dice Villarruel al cerrar el evento transmitido en vivo por el canal de Youtube del Senado- Quiero agradecerles por haber combatido, resistido, por haber vuelto, por llevar con hidalguía durante décadas, la memoria de nuestros caídos. Gracias por mantenerse firmes, incluso cuando una parte de la sociedad les dio la espalda. La historia oficial intentó silenciarlos, pero ustedes no se callaron. Quisieron borrarlos, pero ustedes se multiplicaron y, hoy por fin, la Nación los abraza y los reconoce como lo que son, nuestros héroes».
Sentados en sus butacas, aplaudieron decenas de hombres mayores con boinas verdes y sacos con insignias y medallas. La actividad fue parte de una serie de acciones organizadas por Kazanzew, que incluyeron el estreno del documental “Capitan Giachino, nuestro héroe”, en homenaje a Pedro Edgardo Giachino, “el primer caído” en la guerra, denunciado por torturar a ex detenidos desaparecidos en la Base Naval de Mar del Plata, durante la dictadura.
Fueron más de 20 las medallas de honor. Entre los homenajeados estuvieron también el Subteniente Guillermo Aliaga, el de la histórica foto difundida por la BBC de Londres, en junio de 1983, para mostrar la cara de la derrota de los soldados argentinos; y el Capitan retirado Luis Alberto Cervera, que en 2019 protagonizó una polémica porque fue a dar una charla a alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires y se fue repudiado por negarse a hablar de la Dictadura y las torturas.
-Es un acto de justicia histórica, concluyó Villarruel.
La causa
En 1983, al año siguiente de la guerra, se realizó en Morón el primer encuentro nacional de ex combatientes. El documento final de ese encuentro expuso por primera vez la necesidad de hacer públicos los “malos tratos” de los superiores a los soldados conscriptos en Malvinas.
Sin embargo, la primera denuncia por torturas llegó a la Justicia en 2007, casi a la par del inicio de los juicios por delitos de lesa humanidad. La presentación se hizo en los tribunales federales de Río Grande, la ciudad continental más cercana a las Islas: unos 700 kilómetros.
En 18 años, la causa tuvo imputados, procesados y militares indagados, pero el trámite está frenado a la espera que la Corte Suprema resuelva 11 recursos extraordinarios y defina la cuestión de fondo: si las golpizas, el hambre planificado, los colimbas estaqueados, los simulacros de fusilamientos, los entierros de soldados vivos, las picanas y otros tormentos, fueron o no un crimen de lesa humanidad.
La última novedad judicial la dio la Sala I de la Cámara Federal de Casación Penal, que 5 días antes del último 2 de abril, con el voto unánime de los jueces Alejandro Slokar, Carlos Mahiques y Diego Barroetaveña, hizo lugar a los recursos extraordinarios que habían interpuesto el fiscal general Javier de Luca, el CECIM, la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) bonaerense, la Subsecretaría de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires y el abogado de ex combatientes Miguel Ángel Ávila. El juez Slokar, en su voto, habló del “alcance del Derecho de Gentes y los crímenes de lesa humanidad y de guerra” para decidir que la causa continúe abierta y sea elevada a la Corte.
Además, el año pasado, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) admitió un pedido del CECIM y la CPM para que se declare la responsabilidad del Estado argentino por no investigar ni juzgar las torturas. El caso había llegado a la CIDH en 2015, después que la Corte convalidara el fallo de Casación a favor del imputado Jorge Taranto.
“Son crímenes de lesa humanidad porque fueron cometidos contra civiles enviados a la guerra porque estaban haciendo el Servicio Militar Obligatorio y les pasó lo mismo que a los civiles en el resto del territorio argentino. Y muchos de los oficiales y suboficiales venían de los campos clandestinos de detención, las torturas, los secuestros”, explica en Las Voces del Silencio Pablo Vassel, ex secretario de Derechos Humanos de la Provincia de Corrientes y el primer abogado en llevar las denuncias a los tribunales fueguinos.
En el documental también hablan otros impulsores de la causa: los jóvenes abogados actuales del CECIM, Jerónimo Guerrero Iraola y Laurentina Alonso (hija del ex combatiente Ernesto Alonso), las autoridades de la CPM y el juez federal y ex abogado del CECIM Alejo Ramos Padilla, que en estos días está presenta su libro “Recuperar Malvinas”.

“Hay distintos motivos por los cuales la causa no avanzó y las denuncias llegaron a la Justicia tanto tiempo después – le dice a Perycia la documentalista Gabriela Naso, coautora también de “Esquirlas en la Memoria”, sobre la identificación de soldados NN- . Por un lado la imposición del silencio y las leyes de impunidad, pero también esa naturalización de la violencia en el Servicio Militar Obligatorio, la conscripción tan vinculada con la construcción de ese varón en nuestra sociedad patriarcal, donde es muy difícil para ellos reconocerse como víctimas. La verdad es que son las últimas víctimas colectivas de la dictadura”