Publicada 7/6/2025
El jueves 12 de junio se van a cumplir 3 meses de un hecho que debería quedar marcado en la historia de la prensa argentina: un cabo de la Gendarmería apuntó a la cabeza de un reportero gráfico que registraba la represión de cada miércoles en los alrededores del Congreso y disparó. El cartucho de gas lacrimógeno dibujó una parábola horizontal -en contra de todos los protocolos- y Pablo Grillo se desplomó en el pavimento junto a su cámara de fotos.

Es la escena de una época amenazante: decenas de trabajadores de prensa heridos o detenidos en manifestaciones, denunciados penalmente por criticar al gobierno, amenazados por investigar, asediados por el aparato oficial en redes sociales o denigrados por el propio Javier Milei o sus funcionarios directos. No es que episodios como ésos no hayan ocurrido antes: es que ahora son premeditados y sistemáticos.
Mientras el Presidente se envalentona y ordena viralizar su latiguillo “No odiamos lo suficiente a los periodistas”, en todo el mundo exigen respeto a la libertad de prensa.
“En la Argentina hay un deterioro acelerado del ambiente para el ejercicio de la libertad de expresión, caracterizado por la baja tolerancia del Poder Ejecutivo hacia las críticas y los procesos deliberativos”
Pedro Vaca, Relator Especial para la Libertad de Expresión de la Organización de los Estados Americanos (OEA) – Junio 2025
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En 2024 crecieron un 53% los ataques al periodismo en relación al 2023.
El poder político argentino fue el principal responsable de las agresiones, representando el 52,5% de los 179 ataques. Javier Milei protagonizó 56 a través de discurso estigmatizante, agravios o insultos.
(Informe anual del Monitoreo de Libertad de Expresión del Foro de Periodismo Argentino -FOPEA-, titulado “El asedio al periodismo debilita la democracia”)
Datos actualizados: En los primeros cinco meses de 2025 ya se registraron 119 casos, contra los 61 de igual período de 2024 y los 179 de todo el año pasado. En 70 de las agresiones fue autor o tuvo participación Javier Milei.

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Amnistía Internacional denuncia en Argentina una “cacería abierta” contra la prensa.
Según esa organización, hay un cerco a la libertad de prensa, con ataques reiterados a periodistas. Las mujeres enfrentan una violencia diferenciada y más recurrente. La naturalización de los discursos de odio y la difusión de desinformación desde el propio Estado contribuyen a un contexto “de creciente polarización y hostigamiento”.
(Capítulo especial sobre la situación en Argentina, del informe de Amnistía Internacional «La situación de los derechos humanos en el mundo: abril de 2025»)
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En el ranking global sobre libertad de prensa que todos los años hace la organización Reporteros sin Fronteras, Argentina tuvo una de las caídas más pronunciadas.
Retrocedió 21 posiciones, desde el lugar 66 al 87, sobre 180 países analizados.
“Los retrocesos más significativos se explican por los giros autoritarios.
El presidente Javier Milei ha estigmatizado a los periodistas, desmantelado los medios públicos y utilizado la publicidad estatal como arma política».
(Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2025, informe anual de Reporteros sin Fronteras -RSF-)
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El protocolo antipiquetes 943/2023 convierte cualquier protesta pública en un delito. Pero quienes tienen el deber de narrarlas también están en peligro. En sus coberturas, son blancos de gas pimienta y lacrimógeno, balas de goma en el cuerpo y, en los casos más extremos, en el rostro. Muchas veces deben abandonar la tarea. Las fuerzas de seguridad, según estás declaraciones, no distinguen entre manifestantes y cronistas. Venimos registrando decenas de periodistas heridxs en protestas. A las agresiones físicas se suman las denuncias de periodistas y fotógrafxs en la Justicia.
(Centro de Estudios Legales y Sociales. “La libertad de prensa bajo amenaza”)
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7 de cada 10 periodistas del AMBA tienen sueldos de pobreza
Una encuesta del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) revela además que el 86,3% considera que la libertad de expresión empeoró con La Libertad Avanza.
(Junio 2025)
