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Crónicas de la Justicia

In memoriam

Palabras para Delia

El lunes 18 de julio murió a los 96 años Delia Giovanola, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo. Había superado una internación y había vuelto a su casa, donde estaba contenta, dice Soledad Iparraguirre, su biógrafa. “Me unió a Delia mucho más que el proyecto del libro, fue amiga, compañera y abuela”, le contó a Perycia, antes de escribir estos párrafos urgentes de adiós.

Por: Soledad Iparraguirre
Foto: Mónica Hasenberg
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20/7/2022

Escribo a modo de despedida y me resisto fuertemente a hacerlo. Porque —como escribió alguien cercano a Delia a quien quiero mucho— nos resulta extraño pronunciar el verbo despedir a quien se siente tan presente y tan cerca del corazón. 

A los noventa y seis, tras una vida de desgarros, Delia Giovanola, Madre y Abuela de Plaza de Mayo, se sintió finalmente cansada. 

—Vino Vicki a buscarme, ella va a cuidar de mí—, dijo. Y se recostó. 

Sobrevienen el dolor profundo y la extrañeza de pensar en no volver a verla. Su partida nos deja un vacío profundo y una pena cargada por la orfandad. 

—¿Cómo hiciste para seguir?—, le preguntó Martín un día de 2015, poco tiempo después de abrazarla por primera vez. Meses antes, el nieto N° 118 había recuperado su verdadera identidad. Delia le explicó que siguió porque debía hacerlo y porque tenía, además, la absoluta certeza de que lo encontraría. La vida se había obstinado en golpearla. Vaya si no merecía ser, de algún modo, recompensada.

Siguió luego de acompañar el tortuoso cáncer que doblegó las fuerzas de su compañero y gran amor, Jorge Narciso Ogando. Siguió cuando el 16 de octubre de 1976 una patota del Ejército secuestró a su hijo Jorgito y a su nuera Stella Maris Montesano, embarazada de ocho meses de la casa que habitaban en La Plata. Con la incertidumbre quemándole el pecho, con el insomnio presente cada madrugada, Delia se marcó en el rostro una sonrisa, y siguió.  

—Se me derrumbó el mundo, no tenía idea que ocurrieran estas cosas. Yo pensaba qué comerían, si podrían bañarse, cómo dormirían. Fueron meses sin dormir, con todas esas preguntas dándome vueltas en la cabeza—, contaría cuatro décadas más tarde, buceando en los recuerdos más aciagos. Imaginarse era peor que saber, explicó aquella vez. 

Jorge y Stella Maris fueron llevados al Pozo de Banfield, oquedad del horror, donde permanecieron detenidos. Allí, tabicada y esposada, Stella Maris parió a Martín en un camastro metálico, el 5 de diciembre del 76. 

Delia y Martín

Encontrarlo 

Delia siguió para encontrar al nieto arrebatado. 

En ese camino, a fuerza de empuje y obstinación fundó —junto a otras once mujeres-faro—, un organismo de derechos humanos pionero en denunciar al mundo las atrocidades cometidas por la última dictadura cívico-eclesiástico-militar. Ahora las conocemos como las Abuelas de Plaza de Mayo

Siguió para ocuparse amorosamente de la crianza de su nieta Virginia,Vicki, que aquel 16 de octubre había quedado en la cuna, en la soledad de esa casa arrasada. Siguió cuando sufrió una parálisis facial, de la que jamás pudo recuperarse, en plena presentación televisiva, mientras acompañaba a Virginia y su esperanza encarnizada de encontrar al hermano nacido en cautiverio. 

Delia siguió frente al desgarro indecible, cuando Vicki, presa de una profunda depresión y habiendo buscado incansablemente a su hermano Martín, se quitó la vida en agosto de 2011, en Mar del Plata.

Poco más de cuatro años después, el 5 de noviembre de 2015 se dirigía al Centro Cultural Kirchner cuando recibió un llamado de Abuelas. —Hubo cambio de planes, Delia. Venite para acá—, le dijeron.

—Encontramos a tu nieto, Delia. Encontramos a Martín—, fue todo lo que oyó al llegar. Y sobrevino la emoción cuatro décadas acallada. 

Delia buscó a lxs que todavía faltan

Con la entereza que la caracterizaba y una lucidez envidiable, Delia siguió y bajo modalidad virtual en plena pandemia, declaró cinco horas en el juicio Brigadas/Pozo de Banfield, con una foto de su nieta de mirada clara cubriendo media pantalla. 

Delia siguió y en marzo de 2021 fue nombrada Honoris Causa por la Universidad Nacional de San Martín, en un acto en el que el músico Juan Falú le expresó: “Lo que usted y sus compañeras hicieron fue acariciar el rostro de la patria”. 

Nunca se sintió una heroína.

— El camino emprendido por Abuelas es algo natural en una mujer, no existe mujer que ante el arrebato de un hijo, o de los hijos de sus hijos, pueda quedarse en su casa. La mujer es portadora de una fortaleza que la define y las Abuelas no somos ningunas heroínas sino mujeres comunes que aprendieron con cada paso dado—, explicó.

Ayer la despedimos y le rendimos homenaje en el municipio de San Martín, localidad que la abrazó todos estos años. Delia sigue entre nosotrxs. A nuestro lado. Fue y es sinónimo de resistencia: en esa resistencia, en su férrea lucha, la esperanza intacta y los pasos dados desde la fundación de Abuelas hasta hoy, está su legado. 

Si tenés dudas sobre tu identidad o conocés a alguien que puede ser hijo de desaparecidos, contactate con Abuelas al (011) 4384-0983 o a [email protected]

Te estamos esperando.