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Mujeres que no importan

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Jazmín Diarte Ortíz, paraguaya, de 32 años, fue encontrada muerta hace un mes en su departamento de La Plata, en la zona de la estación del ferrocarril. Hasta el momento no hay ningún detenido ni la investigación presenta pruebas sólidas. El caso no fue caratulado como femicidio, aunque el carácter del crimen habla de una violencia atroz contra Jazmín. El asesino no se llevó el dinero que había en la habitación. Nadie lo vio entrar al edificio, cruzar un pasillo, ingresar a la habitación del departamento, clavar varias puñaladas y luego retirarse como si nada hubiera ocurrido.  

El rostro de una mujer en la vidriera de un local comercial, en la cuadra donde mataron a Jazmín
      

Por: Lucrecia Bibini
Fotos: Nico Freda
Publicada: 21/12/18

El miércoles 21 de noviembre, a las cuatro de la tarde, dos oficiales de la Policía Local de La Plata que se encontraban recorriendo la ciudad recibieron el aviso de acercarse a la calle 42 N° 312 entre 1 y 2. Los habían notificado de que había una persona muerta.

En la vereda esperaba el propietario del departamento 2 de ese numeral, un comerciante de 54 años que poco tiempo antes había recibido un llamado telefónico de parte de la familia de su inquilina. Le habían dicho que desde el lunes no sabían nada de ella. Ansioso, explicó a la policía que había ingresado con un amigo abogado y con un efectivo de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI). Y que se encontraron con un escenario de horror.

Después de escuchar el relato y, casi de inmediato, los dos oficiales que habían llegado en el patrullero decidieron entrar al lugar junto al propietario. Recorrieron los 20 metros de un pasillo que los dejó frente a una puerta blanca de chapa. El dueño abrió con llave. Cruzaron el living y un patio interno y quedaron frente a otra puerta, marrón con vidrio. Tras ella, accedieron a un baño y a dos habitaciones.

La puerta de la habitación se encontraba abierta y sobre el suelo, a los pies de la cama y boca abajo, estaba el cuerpo desnudo de una mujer. A simple vista presentaba tres heridas profundas con. manchas de sangre: una en el lado derecho de la espalda, a la altura de las costillas; otra, debajo del cuello; y, la tercera, sobre el hombro derecho. Era Jazmín Diarte Ortiz, la inquilina.

La policía valló la esquina de 42 y Avenida 1 y también la esquina de 42 y calle 2. Comenzaron a desfilar médicos, fiscales, peritos. La policía científica trabajó hasta las 22.30 y del lugar retiró nueve sobres con evidencia que contenían once billetes de 500 pesos, un billete de 100 dólares y bijouterie.

Jazmín Diarte Ortiz (Foto: Facebook) 

***

Es la tardecita de un jueves de noviembre y en la zona de la terminal de La Plata la circulación de autos y colectivos va disminuyendo. Quienes viven en el barrio vuelven a sus casas caminando lento, como arrastrándose, y entran a los comercios para hacer las últimas compras para luego sumergirse en la comodidad del hogar, hasta el otro día. Un senegalés compra pollo, condimentos, cebolla y morrones en un mercado. La vendedora embolsa las verduras a medida que las va pesando y sumando su precio al valor total. Después de cobrarle, pone dos mandarinas en la bolsa del cliente, quien sonríe, agradece y se va.

—¿Jazmín me dijiste? Si es la de la foto, no la vi jamás. Pa, ¿vos sabés de una chica que mataron acá a la vuelta?

Un señor pelado se asoma detrás de una cortina y se queda esperando que su hija le repregunte:

—Que si sabés de una chica que mataron acá a la vuelta.
—¿Cuándo?
—No sé. La semana pasada.
—No, algún cliente mencionó algo pero la verdad que ni idea. De 42 para 41 es un mundo y de 42 para 43 es otro. De aquel lado deben tener más información.

Una señora entra y pide remolachas. La conversación se dispersa, la información no existe. Hace 10 días que mataron a Jazmín en su casa, sobre calle 42, y la historia parece que va para el lado de 43.

   Una vereda en la zona de la terminal, donde Jazmín solía caminar todos los días

             

Jazmín Diarte Ortiz era paraguaya, había nacido el 25 de enero de 1986 y hacía ocho años que vivía en Argentina. Había venido por primera vez de vacaciones y decidió quedarse a probar suerte. Se enamoró, se casó y tuvo una hija que actualmente tiene 6 años. A principios de 2015 se separó de su marido y en julio de ese mismo año conoció a Ariel Oyarzú, que desde entonces era su pareja.

—Me acuerdo que la primera vez que la vi me miró y se sonrió. Eso fue suficiente. Era una mujer muy sencilla —recuerda Ariel, ahora.

A los ocho meses de empezar a salir, Ariel, Jazmín y su hija se mudaron juntos a una casa en Solano, una localidad del Gran Buenos Aires. Al tiempo, como él tenía un restaurante en La Plata y viajaba mucho, se trasladaron a esta ciudad. En 2017, Ariel quedó detenido por un robo y fue alojado en la Unidad Penal N°9 de La Plata, ubicada en Villa Elvira.

La relación de pareja continuó. Jazmín lo visitaba en el penal cada sábado y mantenían conversaciones telefónicas. Ella alquiló un departamento en la calle 42 entre 1 y 2. Allí vivía con su hija.

Aproximadamente veinte días antes de su asesinato, Jazmín tuvo un desacuerdo con su ex marido, quien se llevó a la nena con él a Quilmes. Ella esperaba la resolución de un proceso judicial para volver a verla antes de que la asesinaran.

—Era muy linda. Ayudaba a todo el mundo. No podía verte pasar una necesidad. Por ahí no tenía o no le sobraba y te daba igual. Era una excelente mujer — dice Ariel, en diálogo telefónico con Perycia desde la Unidad N°9.

 Los departamentos en los alrededores donde vivía Jazmín suelen ser precarios y poco luminosos

   

Una vecina dijo a la policía que el lunes 19 cerca de las 20 horas había escuchado gritos de auxilio y ruidos de golpes. Todos venían del departamento de Jazmín. Junto a su cuñada subió al balcón y se quedaron esperando para ver si salía alguien, pero no vieron a nadie. Otro vecino dijo que cerca de las 19 horas vio ingresar por el pasillo a un hombre de alrededor de 40 años de edad con ropas oscuras.

Hasta hoy, no hay pistas que conduzcan a señalar quien asesinó a puñaladas y por la espalda a Jazmín. Lo cierto es que al no faltar ningún objeto de valor del departamento, la hipótesis de que existiera un vínculo entre ella y el femicida es fuerte.

—El viernes que fui a declarar estuve hablando con el fiscal de la investigación. Jazmín me había contado que había recibido amenazas desde un número que no tenía agendado, que había hecho la denuncia, que había bloqueado el número. Yo todavía no entiendo cómo pasó —dice Ariel, desde la Unidad 9. Por momentos se le corta la voz. Los guardias del penal dicen que pasa los días en su celda, deprimido, y que casi no come.

La última vez que Ariel y Jazmín hablaron había sido ese mismo lunes. Charlaron sobre los planes que ella tenía para el verano. Pensaba pasar las fiestas en Paraguay y desde allí viajar a España a visitar una hermana, como había hecho el año pasado.

Eran tres meses que los iban a separar pero, al volver, Ariel ya estaría en libertad. Los investigadores sospechan que allí se esconde la clave del crimen. Alguien de su entorno no habría estado de acuerdo con que ella abandonara el país y se ausentara durante ese tiempo.

El viernes 7 de diciembre, en el cementerio privado “Parque de la Gloria”, sepultaron los restos de Jazmín. Su familia viajó desde Paraguay por segunda vez. La primera había sido con intenciones de llevarse el cuerpo. Ariel había estado gestionando el permiso para asistir, pero no pudo. Si bien lo autorizaron, el entierro se llevó a cabo a las 13.45 y el comunicado llegó al penal a las 14.20.

—Yo no me voy a quedar de brazos cruzados -agrega Ariel-. No va a ser una mujer más que matan y quede ahí en la impunidad. Todo lo que voy a hacer va a ser dentro de la ley. Si lo tuviera adelante al asesino lo mato con mis propias manos, pero no voy a salir a buscarlo y matarlo. Tengo una impotencia y una bronca que me lleva a pensar eso. Pero hay que seguir.

La esquina donde funcionaba el prostíbulo «La Rosa Roja»

                                     

Los medios de comunicación informaron durante una semana acerca de la muerte de una mujer paraguaya de 32 años que ejercía la prostitución y que fue asesinada con 15 puñaladas. Otros hablaron de 25 puñaladas. Todos recalcaron que era trabajadora sexual, que no tenía jefe y que prestaba sus servicios en el mismo departamento donde vivía.

A comienzos de diciembre se dejó de informar sobre la investigación. El caso fue caratulado como homicidio agravado por ensañamiento, alevosía o insidia. No se habló de femicidio.  El fiscal Juan Menucci, titular de la Unidad Funcional de Instrucción 5 de La Plata, encabeza la investigación. Una fuente del Servicio Penitenciario explicó a Perycia que probablemente se esté esperando que el caso deje de replicarse en los medios para archivarlo.

La zona donde vivía Jazmín permite sostener cierta idea de la prostitución como eje del crimen. Para 2010, según la Fundación La Alameda, se contabilizaban aproximadamente 70 prostíbulos en La Plata, 50 en el casco urbano de la ciudad y unos 20 o 30 en las afueras, con unas 15 mujeres en cada uno de ellos, en su mayoría de nacionalidad paraguaya. Después de cierta exposición en los medios, muchos de ellos cerraron o fueron clausurados. En la zona en la que ocurrió el crimen de Jazmín, se había concentrado la mayoría. Todos ellos en el mundo que empieza de calle 42 hacia 43.

Sin ir muy lejos en el tiempo, en la madrugada del domingo 14 de octubre de este año, policías de la Delegación de Drogas Ilícitas y Crimen Organizado de La Plata, junto a la Policía Local, de la Comisaría Segunda e inspectores del área de Control Ciudadano de la Municipalidad realizaron un operativo en un local nocturno llamado “La Rosa Roja”, en la esquina de 42 y 2. Allí liberaron a 11 jóvenes que estaban sometidas a explotación sexual.

Valentina Pereyra, trabajadora sexual nucleada en A.M.M.A.R (Sindicato de Trabajadorxs Sexuales de Argentina), dijo a Perycia: “Claramente el caso de Jazmín es un femicidio porque hay una desigualdad de poder visible entre un hombre y una mujer. Lo que recalcamos, también, es que una cosa es que los medios digan que era trabajadora sexual para etiquetar o encasillar a la víctima dentro de ´las malas víctimas´ y otra cosa es que haya sido trabajadora sexual, y que la familia y el entorno den fe de eso. Si la víctima era trabajadora sexual a nosotras no nos consta y se debería tener respeto por la familia. Allí también se pone en juego la forma de vida que llevaba, a través de los medios, dejando entrever qué cuerpos son merecedores de ciertos castigos, estigmatizando la figura de la trabajadora sexual, hasta después de asesinada”.

Las y los investigadores de CONICET Carolina Justo von Lurzer, Carolina Spataro y Mauro Vázquez publicaron en junio de 2008 en la revista Question un artículo titulado “¿Qué ves cuando me ves? Imágenes de mujeres y modos de ver hegemónicos” en el que analizan los sentidos asociados al cuerpo de las mujeres, especialmente de las jóvenes de sectores populares, de las trabajadoras sexuales y de las migrantes.

En ese texto explican que: “La prostitución se constituye como una práctica sexual ilegítima, no normativa, y los cuerpos que la encarnan son, por ende, cuerpos de los márgenes; los ´otros cuerpos´ que conforman el exterior constitutivo de las sexualidades legítimas. Las perversas, las promiscuas, de las malas las peores”.

Según un informe realizado por AMMAR, entre 1994 y 2017 el 91% de femicidios de trabajadoras sexuales en Argentina quedó en la impunidad. La realidad es que Jazmín Diarte Ortíz estuvo tres días muerta a puñaladas en su departamento y nadie sabe quién la mató porque en la propia zona del hecho los vecinos ignoran, incluso, que hubo un asesinato.

“También ahí juega mucho la doble moral a nivel social, cultural, judicial y hasta al interior del mismo movimiento feminista, que por ser puta, según los medios, es merecedora de ciertos castigos o no. Hay cuerpos que importan y otros que no”, explica Valentina Pereyra.