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Arte y Justicia

Protocoloco: el G-20 que nunca fue ni será

Junto al fotógrafo Leo Vaca y su mirada disruptiva, imaginamos qué hubiera pasado si los presidentes que fueron protagonistas del G-20 caminaban entre la gente. Escritores, militantes sociales, docentes y periodistas, invitados especialmente por Perycia, crearon textos desde mundos tan disímiles como el de la Justicia, las Letras, la Academia y los territorios. Aquí, la segunda parte de una serie de postales irónicas sobre una de las pocas conclusiones que dejó la engolada Cumbre de los países más poderosos del planeta: el abismo que separa a los líderes de sus pueblos.

Por: Juan Carrá, Martina Dominella, Julián Axat y Florencia Fajardo
Foto: Leo Vaca
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Publicada: 03/12/18

Coto de caza

—Un coto de caza… no es tan problemático.

La voz del Presidente retumba en el salón de reuniones. Acaba de exponer las condiciones para conseguir el apoyo de una de las superpotencias mundiales. Son pocos los ministros que se animan a mirarlo. Todos saben que lo que pide es una locura, pero nadie se anima a decirle que no.

—Tierra tenemos de sobra… en el sur… unas cientos de hectáreas, algún lago, un cerro. Lo que nos piden es eso, tierra y un grupo de especímenes de los más bravos. Nada del otro mundo…

—Me parece, Presidente, que es demasiado… no tanto por la tierra, eso ya lo hemos hecho antes… el problema son los especímenes.

La voz del ministro de Relaciones Exteriores suena tibia, un susurro que sobrevuela la mesa atestada de papeles.

—No le veo mayor inconveniente… Patricia puede encargarse de eso, ¿no?

—No creo que sea difícil… tenemos todo para hacerlo.

—Entonces hagan…

*

Patricia es la única que se levanta y sale. Ya en su oficina le pide a su secretario que la ponga al teléfono con el jefe de Gendarmería. Necesita armar un operativo de urgencia, los rusos pusieron condiciones para dar su respaldo en el G20. Y ella, como siempre, es la que tiene que sacarle las papas a todo el mundo.

—Listo, señora, se lo paso a línea privada…

—Gracias… dejame sola.

El secretario sale. Patricia sirve un whisky, dos medidas, toma un trago, paladea y suelta por la nariz el sabor a malta. Se sienta en el sillón de cuero, se reclina, mira el cielorraso y habla. Las palabras se descuelgan de su boca una tras otra, sin pausa. Pide que sean limpios. Que con una docena está bien. Si son más, no hay problema… menos no, mínimo una docena. Que no, que no los lleven a la alcaidía, que directo al aeropuerto… Palomar, sí. Y de ahí al sur. A las coordenadas que te paso en un rato. Secreto. Todo secreto, como siempre. Después vemos como lo blanqueamos.

*

El sol pega de lleno en las banderas multicolores. La Catedral vallada. El Cabildo, también. La música electrónica a todo volumen: dos columnas de parlantes en un tráiler. Todes bailan. Cuerpos contra cuerpos. Transpiran. Se sienten. Tacos, brillo, faldas, barbas, vinilo, cuero, tetas. Fiesta. Nadie les ve. Nadie se da cuenta. Dos, tres encapuchados. Se suben a la valla. Tiran molotovs. La puerta de la Catedral arde. La música sigue sonando. Las sirenas de las patrullas se pierden en el aire. Hay tiros: balas de goma y gases. Veinte detenidos. Cuerpos enjaulados. Ocho a la comisaría, los otros doce al aeropuerto. Fin de fiesta.

*

Vladimir apunta: el brazo firme, el dedo ágil en el gatillo. El ojo rasante une el alza con el guión. Del otro lado de la mira, a unos cien metros los ve: son dos machos. Se abrazan debajo de un árbol. Vladimir los imagina apareándose. Asco. Escupe. Carga la primera bala: suelta el aire y dispara. Cae uno: de barba, en cuero. El disparo justo en la cabeza. El otro corre, Vladimir lo deja, unos metros. Mueve el cerrojo. Bala dos. Disparo. Otro cuerpo en la tierra. Todavía faltan diez.

Juan Carrá, escritor y periodista

***

 

Ángela Merkel (Alemania)

 

Che, Ángela, viste que está bueno tomarse una cerveza en la vereda en diciembre, salir del cerco, cruzarte con otrxs.

Contame cómo es eso de vivir un día, unas horas, en una ciudad blindada.

¿Cómo suena Buenos Aires cercada? ¿A qué huele? ¿Aburre?

Al otro lado de las vallas, a un rato de autopista, está La Plata. En el centro y en los barrios, acá pasa de todo. Hoy las calles rebalsaron de brillitos y bochinche con la marcha del orgullo LGBT+, unxs compañerxs organizaron una movida por los derechos de las personas viviendo con VIH, las chicas se juntaron a cranear alguna idea para el encuentro de octubre, germina poesía en una terraza, una banda toca para que un grupo de pibxs se pueda ir de vacaciones al mar. Todo suena, todo moviliza.

Sabés, Ángela, La Plata no se parece en nada a esa ciudad estática, de falsa calma, tan ordenada y silenciosa que pisaste hoy. Aunque, ojo, se cocina un código «de convivencia» que le tiene envidia a esa postal.

Martina Dominella, Radio Futura/La Pulseada


***

 

Peña Nieto (México)
 
Colonizado Bufón que se Retira 

Pensé que tenía ideas
Pero no eran mías
Pensé que soñaba
Pero era soñado
Pensé que hablaba
Pero era un títere

Y cuando me senté en la punta de la mesa
los comensales rieron

Del bufón que creía que pensaba
Mientras era pensado en esa punta

Como bufón en la colonia de su mundo
que era
la colonia de su mente

Julián Axat, poeta y abogado

***



Merkel (Alemania) y Bin Salmán, príncipe de Arabia Saudita



Che, Ángela, qué cagazo me pegué cuando me corrieron con el tema del periodista. ¿Te enteraste?

Sí, algo escuché. ¡Despreocupate que acá en Argentina no te enjuician ni en pedo! La Bullrich se especializa en encubrir asesinos y si le das un vino, capaz mueve hilos y te asciende a rey.

*

El G-20 puso en acción la pedagogía del terror con toda su fuerza en pleno centro porteño. Lo sentí en el cuerpo y aún deja secuelas. Teníamos que estar en la calle para manifestarnos y dejar en claro que no nos da lo mismo a los pueblos que nos masacren, nos vendan, nos usen y todo lo que hacen los que se creen los dueños de todo. Fue una clase de relación de fuerzas.

Florencia Fajardo, antropóloga y docente