11/07/2019
“Yo no sabía cómo era la justicia hasta que me tocó”, suelta Cristina Vázquez, en una parte del documental, y en esas palabras se resume la crónica de un acontecimiento tan antiguo como singular en la historia de la justicia: de qué modo se construye, aún sin prueba alguna, el perfecto culpable de un crimen.
Este 11 de julio se estrena «Fragmentos de una amiga desconocida», documental dirigido por Magda Hernández, producido por Mita´i Films con el apoyo de Enrique Piñeyro. El estreno tendrá lugar en el Espacio INCAA Gaumont (Av. Rivadavia 1365) y en forma simultánea la copia será liberada en Youtube.
Para la Justicia argentina, la joven Cristina Vázquez fue culpable de un crimen del que ella siempre se declaró inocente: el asesinato de una vecina ocurrido en Misiones en 2001. Sin ninguna prueba en su contra ni testigos, su sentencia se basa en chismes y rumores de barrio. Cristina se encuentra en la cárcel desde el 2008 y su única esperanza es que la Corte Suprema revea su caso.
La directora Magda Hernández es colombiana y viajó en 2007 a Argentina para hacer una maestría en periodismo documental. En el medio, para costear su estadía, trabajó de camarera en un restaurante. Allí conoció a Cristina Vázquez, una joven formoseña que además de compañera de salón, se convirtió en una de sus nuevas amigas.
Sin embargo, de un día para otro, Cristina dejó de ir a trabajar. El rumor corrió con fuerza: la justicia la había acusado por un crimen. A Magda la información le produjo un shock y nunca quiso averiguar nada más hasta que años después empezó a hacerse las primeras preguntas sobre el hecho.
Después de una avant premiere «hermosa, con una gran convocatoria de gente», Magda reflexionó sobre el documental en una charla exclusiva con Perycia.
-¿Cuál fue el impulso inicial para hacer el documental?
-Todo empezó cuando me pregunté qué habría sido de la vida de Cristina. Y descubrí que la habían condenado a perpetua. Ahí me obsesioné por su caso y empecé a hacerme preguntas. Salí del shock que había experimentado en su momento, cuando la dejé de ver y me habían dicho que la acusaron de un asesinato, a ver realmente qué había pasado con su historia.
-¿Y con qué te encontraste?
–Primero, con una serie de irregularidades tremendas, hasta en la investigación judicial se habla de ausencia de pruebas y aún así se la condena a perpetua. Es increíble. Si bien hay otras personas acusadas por el crimen que también parecen inocentes, me enfoqué en Cristina por haberla conocido desde antes.Y porque descubrimos que en la cárcel estaba en una situación de indefensión absoluta. Hasta los defensores oficiales no presentaron su defensa a tiempo y Cristina misma tuvo que redactar escritos pidiendo a la Corte Suprema que le otorguen tiempo extra para poder presentar su apelación.
La sentencia que la condenó a prisión perpetua dice que llevaba un “estilo de vida promiscuo y marginal”, que era “mentirosa” y que no había terminado el secundario, entre otros detalles asombrosos para un veredicto judicial. La acusaron a ella, a otra joven y a su pareja por ser amigos y “consumir drogas”. Sin embargo, no hubo rastros, ADN ni huellas de ninguno en el lugar del hecho. La testigo que los involucró en la causa sólo declaró una vez durante la instrucción, pero nunca amplió su versión ni tampoco se presentó en el juicio oral.
Pero sobre todo Cristina pudo probar que se encontraba a 8 kilómetros de su casa, en la localidad de Garupá, con una familia amiga, cuando mataron a su vecina. En el documental dice que, además, la involucraron porque fumaba marihuana y no había terminado sus estudios. La condena mediática construyó un estigma a su alrededor, llamándola «la reina del martillo».
-¿En qué sentido Cristina es, para la justicia, la perfecta asesina?
-Ese es el eje fundamental del documental. No quise contar la versión de Cristina, sino a lo que apuntamos es a deconstruir el hecho por el que fue condenada. Mostrar las irregularidades, de qué modo la convirtieron en la culpable perfecta por ser mujer y pobre. Además el bastardeo mediático fue aniquilador, la culpaban por llevar una mala vida y no por ninguna prueba asociada al crimen. Y el otro aspecto que quise rescatar fue el de contar a la otra Cristina, a la que yo conocí. Meterme en la intimidad de su familia.
-¿Y cómo fue eso?
-La idea fue contraponer, de algún modo, la vida de Cristina a la construcción feroz que hicieron de ella los medios. La vida antes del crimen y después del crimen. Relatar su cotidianidad en la cárcel y la de su familia, que también está recluida. Al momento de los hechos, Cristina tenía 19 años y su vida se detuvo dramáticamente.
Una organización que estudia el sistema penal, la Asociación Pensamiento Penal, sacó el caso de las tinieblas y determinó que no había pruebas en su contra.Y que la sentencia estaba basada en prejuicios y actos de machismo. La Corte Suprema ordenó revisar el fallo pero aún la resolución sigue pendiente. En efecto, la Asociación Pensamiento Penal ocupa un lugar preeminente en el filme.
“Hay más de diez pruebas científicas que demuestran que Cristina no tuvo nada que ver con el hecho. A pesar de ello, el tribunal construye la culpabilidad de Cristina Vázquez en base a rumores cargados de prejuicios de género y de clase», sintetiza Indiana Guereño, presidenta de la Asociación Pensamiento Penal, en una escena.
“¿Era posible que me hubiera hecho amiga de una asesina?”; “¿cómo se condena a una persona a prisión perpetua sin pruebas?”; “¿qué pasaría si te arrastra la maquinaria de un sistema incapaz de ver más allá de sus prejuicios?”, “¿y si tenés que esperar años para que, por lo menos, alguien te escuche, alguien te crea?”, son algunas de las preguntas que se hace, en primera persona, la directora Magda Hernández y la referencia a otro documental referente del género, «The Rati Horror Show», dirigido por Enrique Piñeyro, es ineludible.
«Mi documental tiene otros recursos -aclara Magda-, pero el objetivo es similar, que es el de demostrar la inocencia de una persona condenada por la justicia. En el caso de Cristina, los expedientes son tan contundentes que sólo había que mostrarlos. La investigación fue larguísima y está plagada de errores e inconsistencias. Por ejemplo, en un momento se dice que no había pruebas contra ella, y sin embargo se la condena y no se la absuelve».
-¿Creés que el documental puede cambiar el curso de su historia?
-Soy consciente que el documental tiene una fuerza limitada, pero ojalá sirva para visibilizar el caso y para meter presión en la justicia. Debo decir los protagonistas judiciales, como la fiscal y los jueces, accedieron a hablar pero fuera de cámara, por lo que sólo aparecen como material de archivo. Hay todavía una respuesta pendiente de la Corte Suprema y Cristina no pierde las esperanzas.
-Hace poco visitaste a Cristina en la cárcel, en Misiones. ¿Cómo la viste?
-Le mostramos el documental. Me dijo que le gustó y la acompañamos un rato. Ella está frágil, el ánimo se le cae, peo después de ver el documental quedó muy ilusionada con lo que esto puede generar en la sociedad, sinceramente no sabemos qué puede pasar. Es la Corte la que tiene que decidir.