Publicada 11/12/2020
«Nadie nos regalará nada»
Julieta Lanteri
I
Los pasos se sintieron más perdidos que nunca. A las diez de la mañana del jueves, el Congreso parece un monstruo opaco abriendo sus ojos lagañosos al calor agobiante. En el salón «Pasos Perdidos», las arañas de techo chorrean luz caramelo y las mesas relucen. Afuera, a lo largo de la Avenida Rivadavia, se levantan castillos de tela de avión y los puestos de hidratación reparten sachets de agua fría. Aunque las pieles acaloradas aún no lo sepan, pronto bailarán empapadas de sudor. Del lado de la Avenida, apenas una decena de manifestantes con barbijos celestes saltan envueltos en banderas argentinas. Una mujer pasa con una hoja impresa que dice “Aborto es genocidio”, se tapa la cara y agarra a un niño de no más de siete años.
La adrenalina aún es mansa, pero la calle palpita.
II
El 10 de diciembre del 2020, a 37 años de la vuelta de la democracia y a uno de la asunción de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, el Congreso comenzó a tratar por segunda vez en su historia un proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. En el 2018 habían sido casi 24 horas de sesión luego de 15 audiencias, 738 expositores y 106 horas de debate previo. En ese entonces, el país se detuvo para escuchar -en muchos casos por primera vez- a sus representantes: las audiencias informativas tuvieron 1.035.353 reproducciones vía streaming, con picos de 11.500 personas en vivo al mismo tiempo y un promedio de visualización de 5 minutos.
Esta vez, el tratamiento tuvo que lidiar con los efectos secundarios de la pandemia. Tiempos más cortos, reuniones por zoom y una prórroga de sesiones ordinarias para acomodar a los tiempos del calendario legislativo un reclamo urgente y una promesa de campaña postergada. Además, en pos de garantizar la integralidad de derechos, el proyecto fue acompañado del Plan de los Mil Días.
III
El café es negro y los sobres de azúcar están desordenados sobre los platitos de plástico; las cámaras, montadas en los trípodes, esperan la aparición de algún funcionario para prenderse, mientras sus responsables descansan en sillas incómodas o sillones individuales. Los detalles verdes en la ropa hacen composé. A las 11 de la mañana, con 105 diputades presentes y 45 más de manera remota, la Cámara Baja dio quórum para inaugurar la sesión, la primera realizada bajo el protocolo de sesiones remotas actualizado, que instituye la presencialidad obligatoria de todes les diputades que no estén en grupos de riesgo. Además, como estrategia para acelerar los tiempos, la misma no contó con homenajes, cuestiones de privilegio ni apartamientos del reglamento.
Los primeros en tomar la palabra por el dictamen de mayoría fueron les presidentes de las Comisiones. Cecilia Moreau (Legislación General), Pablo Yedlin (Acción Social y Salud), Carolina Gaillard (Legislación Penal) y Mónica Macha (Mujeres y Diversidad) dieron discursos favorables a la ley, mientras que por el de minoría las diputadas Carmen Polledo (vicepresidenta de salud) y Marcela Campagnoli (vicepresidenta de Legislación Penal) alegaron que no era el momento oportuno y que, del 2018 a esta parte, la juventud se había posicionado en contra del aborto.
Desde los palcos, Elizabeth Gómez Alcorta, Estela Díaz y Vilma Ibarra acompañaban el debate.
IV
A las 12.30 del día en que el Gobierno anunció la compra de una partida de vacunas rusas que alcanzarían a diez millones de argentines entre enero y febrero, el ministro de Salud Ginés González García (GGG) entró a Pasos Perdidos para hablar con la prensa. González García fue el encargado de la creación del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable en el año 2002 y, en 2005, su posición sobre la legalización del aborto le significó que el Obispo Antonio Baseotto le deseara que “le cuelguen una piedra de molino al cuello y lo tiren al mar”. En diciembre del año pasado, días después de asumir, GGG actualizó el Protocolo Nacional de Interrupción Legal del Embarazo, lo que le había costado el puesto a su antecesor, Adolfo Rubinstein. Ahora sonríe cómplice detrás del barbijo: «¿Lindo día no?», dice bajito antes de abrazar a Pablo Yedlin.
V
«La calle es nuestra», pensaría cualquiera que viera la escena. El calor espeso se mezcla con la cumbia fuerte, los libros artesanales, las banderas de agrupaciones políticas y el olor a papas fritas. Un grupo de pibas marca los límites de una cancha de fútbol improvisada con cinta de papel. Hay barbijos, pilusos, tazas, llaveros, remeras, parches, todo lo que sea verde hoy cotiza. Les pibis llevan camisas estampadas, cabezas rapadas, mechas teñidas de rosa y piercings en la cara. Tienen carteles, vinchas de flores, remeras de red que dejan al descubierto los pezones. Son un solo reptil inquieto que se alimenta de todo lo que encuentra a su paso ondulando entre la multitud de vendedores ambulantes y guardias urbanos que rocían alcohol en gel.
Alrededor de los escenarios, un hervidero de siluetas menea al ritmo del reggaeton feminista. En las pantallas, el debate transcurre hora tras horas. La imagen cenital de la Cámara Baja dibuja un mapa de ríos y bosques. Luego de meses, el movimiento feminista se reencuentra en las calles y las calles son, nuevamente, su hábitat natural.
VI
En el recinto, los diputados y las diputadas se turnan la palabra. Aparecen tópicos en común como la salud sexual, la justicia, la adopción y la vida. También se nombra el divorcio, el voto femenino, el matrimonio igualitario, la ley de identidad de género como algunos ejemplos de los derechos que se consiguieron en el recinto pero se cocinaron en las calles.
La entrerriana Blanca Osuna, desde la cama de un hospital, vota “por las jóvenes, por las pibas, por mis nietas por mis hijas, por las miles de chicas que ya no están y por las que van a venir y van a recordarnos a nosotros haber cumplido nuestra palabra”.
El tucumano Carlos Cisneros asegura: “Acompaño esta ley para que haya justicia. En Tucumán hay abortos y el método son dos agujas de tejer” y recuerda a Belén, la joven que estuvo presa durante 29 meses criminalizada por un aborto espontáneo, que obtuvo su libertad gracias a las redes feministas y que, por miedo al amedrentamiento de los antiderechos, debió ponerse un seudónimo y nunca recuperó su nombre propio. En las reuniones informativas, Soledad Deza -integrante de Católicas por el Derecho a Decidir y abogada de Belén- fue contundente: “La objeción de conciencia se teje y desteje políticamente bajo el abrigo de la falta de secularización del derecho que impide en las provincias la implementación de políticas claves para prevenir el embarazo no intencional”.
“Me gustaría que cambiemos éste ‘no es el momento’ por ‘es ahora o nunca’”, dice Vanesa Siley. “Las perchas al placard, aborto clandestino nunca más”, agrega Leonardo Grosso entrada la madrugada.
VII
“No pasarán a la historia quienes especulen sino quienes se la jueguen”, pronunció durante su intervención Carolina Gaillard retomando a Néstor Kirchner. Diez horas después, esa será la pregunta que le harían en la rueda de prensa les periodistas a Elizabeth Gomez Alcorta: «¿es consciente de que pasará a la historia no solo como la primera ministra de Mujeres Géneros y Diversidades sino como la que logró que el aborto sea legal?» La ministra ríe y habla de logros y responsabilidades colectivas, no personales.
VIII
A las 4.30 am los grupos de personas ardientes parecen fueguitos crepitando sobre las veredas. Mientras algunos todavía bailan, la mañana encuentra la mayoría de las pieles secas y el cielo anunciando tormenta. Los cuerpos dormitan sobre el asfalto o enroscados sobre sí mismos acunados por el runrun del televisor. En Pasos Perdidos quedan fósiles de fosforitos y gaseosas tibias. El poroteo sube y baja: tres senadores en contra, cinco abstenciones, una celeste que ahora vota a favor. “Tenemos la expectativa de lograr esa mínima diferencia para la media sanción y si bien en el Senado está más reñido esperamos lo mismo. Se está trabajando para cerrar esa diferencia y las manifestaciones que se plantearon van en ese sentido”,aseguraba al mediodía Mónica Macha.
Casi diez horas más tarde se especulaba con los minutos, con la cantidad de votos, con las intervenciones. La espera prolongada se vuelve interminable, los termos quedan vacíos y los barbijos aprietan detrás las orejas, en el aire espeso toda palabra parece un discurso en loop. El helado llega por sorpresa a las cuatro de la mañana y la votación se prevé para las seis.
IX
Juliana Lanteri fue una de las primeras cinco médicas mujeres que tuvo la argentina y la fundadora del Partido Femenino Nacional. En 1911 Lanteri presentó un recurso de amparo para ser incorporada al padrón electoral y poder votar, lo que le permitió convertirse en la primera mujer sudamericana en ejercer este derecho y posteriormente en la primera candidata a diputada nacional. Fue ella quien dijo que los derechos no se mendigan sino se conquistan, frase que ahora, en boca de la diputada del Frente de Todos Gabriela Cerrutti, parece ser el resumen perfecto de la jornada.
Mientras las calles se iluminaban nuevamente Sergio Massa anunció que comenzaría el bloque de cierre. Si bien se esperaban ocho exposiciones de cinco minutos los límites temporales quedaron escasos y la emotividad de los discursos logró reavivar los ánimos cansados de aquelles que llevaban casi 24 horas en el enclave Callao y Rivadavia.
“Quienes en 2018 tenían alternativas superadoras no las trajeron (…) Son los mismos que 2018 empapelaron el país cuando se rechazó el proyecto en el Senado, algunos hasta militaron la tortura. ¿Hace cuánto esperamos que se permita avanzar?”, aseguró Brenda Austin. “Volvimos a este recinto y volveremos para reclamar nuestra autonomía. Si nos hubiéramos rendido, otros votarían por nosotras”, agregó Lospenatto. Gabriela Estévez contó las dificultades de su propio proceso de adopción. La jornada victoriosa, cerrada por Cerrutti, fue capaz de revivir esa mística implacable de la vigilia del 2018 y por un segundo el tiempo quedó detenido en aquella mañana del 13 junio desde la cual ya hubo cientos muertes evitables por abortos.
X
El viernes 11 de diciembre a las 7.20 de la mañana, con 131 votos afirmativos, 117 negativos y 6 abstenciones la Cámara de Diputados volvió a dar media sanción a la ley de interrupción voluntaria del embarazo. A pesar del resultado previsible y el camino allanado las piernas volvieron a temblar y las horas de cansancio a desplomarse en abrazos de alivio. Entre flashes y gritos les desconocides volvieron a encontrarse y el cielo llovió apenas, como un llanto de alegría. El país se paró y el paisaje fue pañuelo. Otra vez llovió como aquel 8 de agosto donde el Senado no aprobó el proyecto, pero esta vez sobre un Congreso con ojos de monstruo que no se pudieron cerrar.