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AmbienteCrónicas de la Justicia

Agroecología urbana

En La Plata también hay montes y topadoras

Fue fábrica abandonada, posible centro clandestino de detención y basural hasta que el lugar fue recuperado y transformado en un vivero experimental. En Hernández, a 15 minutos del centro de la capital bonaerense, El Bosquesito resiste un desalojo inminente en un contexto de crisis mundial y quema indiscriminada de los pulmones verdes. 

Por: Lucrecia Bibini
Foto: Colectivo SADO
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Publicada 30/3/2021

Ahí donde brotó el tomate quieren mandar las topadoras. 

Ahora el plantín lo sostiene una nena de 8 años. Se despide de la maestra y corre a los brazos de su padre. Todavía la humanidad no ha recibido el azote del COVID 19 y varios adultos se amontonan, se abrazan y besan en la puerta de una escuela privada de Villa Elisa. El plantín nació, claro, de una semilla. Pero no de cualquier semilla, sino de una que se conservó varios años y que se produjo sin químicos ni agrotóxicos. 

Seguramente la nena lo sepa, porque la tallerista de huerta se lo explicó a ella y a sus compañeres sentados en una ronda un día de sol. Tal vez la nena olvide la historia. Pero tal vez se la cuente a su familia, en el viaje de regreso a su casa, mientras imagina los tomates que cosechará, y con ese relato esté ayudando a poner en valor a El Bosquesito, un vivero experimental de la localidad de Hernández, en La Plata. 

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Alrededor de lo que alguna vez fueron las oficinas administrativas de la fábrica de cal  FASACAL, en 25 entre 510 y 511 de la localidad platense de José Hernández, crece una vegetación tupida que parece transformarse a medida que se extiende sobre el terreno: árboles altos y centenarios, arbustos, plantas con flores, una huerta que bordea las vías por las que circuló un tren de carga interno. 

Esas oficinas se convirtieron en hogar cuando un grupo de personas, en su mayoría jóvenes, iniciaron la recuperación del terreno, que llevaba más de 40 años abandonado y oficiaba de basural a cielo abierto. Lo parquizaron y lo volvieron un espacio habitable para los vecinos y vecinas de Hernández y para todes aquelles que quisieran acercarse. Con trabajo y esfuerzo comunitario nació El Bosquesito Vivero Experimental, un lugar para recuperar saberes colectivos, donde se dan talleres, se hace huerta, y se reproducen y guardan semillas libres de agrotóxicos. 

Mari: El bosquecito significa libertad, principalmente, ilusión y libertad.En el bosque, la semilla más pequeña brota siempre, siempre tiene flores.(SADO)

Hasta acá todo armonía. Un espacio colectivo de importancia ambiental, educacional y comunitaria. Un pulmón verde para la comunidad. Pero existe un problema: El Bosquesito está bajo sentencia de desalojo desde hace varios años y parece no quedar más tiempo: el desalojo se encuentra suspendido por la ley provincial N° 15172, que impide ejecutarlos hasta el 31 de marzo de 2021.

No es la primera vez que se intenta desalojar el espacio. Hace ya algunos años que Germán Larrán, subsecretario de gestión ambiental de la Municipalidad de La Plata, busca acceder de manera ilegal a El Bosquesito, entrando con topadoras. Germán es el hijo de Jorge Larrán, ex Secretario de Gobierno de la Municipalidad de La Plata durante la última dictadura cívico militar y que, además, fue parte de la Junta Directiva de FASACAL SA. El predio, además, está actualmente comprometido por una denuncia que lo señala como centro clandestino de detención y de desaparición de personas durante la dictadura. Estefanía Velo lo desarrolla en profundidad en esta nota de Pulso Noticias.

Inicialmente, la demanda fue contra Juan Carlos, una persona que estuvo viviendo allí en situación de tránsito, y contra cualquier otro ocupante del terreno, pero nunca se demandó a la Asociación Civil El Bosquesito. Como Juan Carlos no se presentó, la causa se tramitó “en rebeldía” y al momento de la sentencia se conoció el mandamiento de desalojo. 

Con la sentencia firme, El Bosquesito contactó al colectivo de abogadxs barriales La Maza para solicitar que la asociación fuera parte del proceso. Pidieron además que la sentencia no les sea oponible porque elles no habían participado de un proceso judicial natural, debidamente conformado y bajo las garantías constitucionales. 

Matías Robles es integrante de La Maza y cuenta a Perycia que el Juez Héctor Luján Iacomini “se saca el problema de encima” diciendo que no son parte para reclamar, por lo que apelaron argumentando que si no eran parte es porque no los hicieron parte. “Lo que tiene la justicia civil es que es netamente patrimonial. El que tiene papeles es el dueño y si estás ahí sin cumplir los requisitos que establece la ley para poder exigir la propiedad a través de una usucapión, solamente se fijan en eso, en quién tiene el papel”, señala Matías. Al denegarles la apelación, presentaron un recurso de queja, pero tuvieron algunos inconvenientes y la queja se sorteó como si fuese un proceso nuevo. Ahora falta que conteste FASACAL, que tiene plazo hasta el 30 de marzo, y después que la Cámara diga si podemos ser parte o no. 

El desalojo tramita en el Juzgado en lo Civil y Comercial N°21 de La Plata y está firme, es inminente: “La realidad es que FASACAL tiene los títulos de propiedad que todavía no pudimos ver, porque no éramos parte”, concluye. 

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Voces contra el desalojo 

Tati es parte de El Bosquesito. No duerme ahí, pero pasa todo el tiempo que puede y participa de las guardias nocturnas junto a lxs compañerxs para que no ingresen a robar sus herramientas y para que no lxs desalojen. Dice que en este espacio se reconoció a sí misma y empezó a observar, a valorar y a ir más allá de su individualidad, hacia un colectivo que permite trabajar en conjunto, expresarse y tomar decisiones en forma colectiva y horizontal. Elige nombrar siempre esta lucha desde el amor porque para ella lo más lindo que tiene la tierra es la simplicidad de las cosas. 

  TATI. Para mi vida ha sido una magia total, un reencuentro, es un despertar. Gracias a la naturaleza y al encuentro con los seres de acá del espacio, y el contacto y la energía con las plantas. (SADO)

“Es un espacio renovable y cambiante todo el tiempo. Los lunes recibimos y convocamos a les que quieran en el disfrutar. Los miércoles es día de huerta: estamos desde muy temprano hasta la noche en todo lo que tiene que ver con las semillas, ya que más allá de ir a la huertas y cosecharlas, nos centramos en el secado. Por el Bosquesito pasa una vía de tren que comunica algunas cuadras y siempre hay gente trotando que se interesa por el lugar. En cuanto a los talleres, se acercan las vecinas y tienen propuestas para telar, medicina. El espacio siempre ha estado abierto para que seres que tengan ganas de compartir sus saberes lo manifiesten y nosotres hacemos la convocatoria”. 

Mari vive a tres cuadras y participa de forma intermitente hace cinco años compartiendo su saber vinculado a textiles, lana y tejidos como atrapasueños, ojos de dios y telares. Para ella el espacio es una escuela que lxs atraviesa, lxs hace ser mejores personas y lxs poner en una sintonía diferente donde valoran lo importante: la tierra, la conservación del alimento. 

“Lo que más quiero resaltar es lo que he recibido. Esas semillas que con tanto amor se plantan, se siembran, y se cosechan y se ordenan, y se dejan secar y se distribuyen, sin venenos ni contaminación. Esas semillas en una fecha particular vinieron a mi hogar y hoy están floreciendo y ya estamos consumiendo tomates, disfrutamos de las flores del girasol, del fruto de la calabaza. Queremos conservar El Bosquesito, ponerlo en valor y que se entienda que lo que más queremos cuidar del bosque, es la tierra, los saberes, lo comunitario”. 

Rafa es vecino de Hernández y siente que el Bosquesito es una iniciativa «fabulosa» para el barrio por varias razones. En principio, por la decisión de haber accedido a un lugar que estaba abandonado, convertido en un basural, con un pasado terrible, y darle vida, protección a la flora y a la fauna. Por otro lado, por las actividades que fueron desarrollando con el tiempo, de tipo educativo, de conservación de semillas nativas, que son beneficiosas para el barrio y para la sociedad en general. 

Para Rafa, la esencia de El Bosquesito, lo que están haciendo ahí, es fundamental en cuanto al reflejo de pautas del buen vivir, del respeto a la naturaleza, a las personas entre sí. Las actividades de este tipo tienen siempre su contrapartida en toda la ola de fachismo que pretende eliminar estas iniciativas. Esperamos que el problema judicial se resuelva a favor de El Bosquesito porque es muy necesaria la permanencia de ese lugar. “Es un lujo tenerlo en el barrio en buenas condiciones y preservado”, concluye. 

  NATA. El bosquecito es un punto de encuentro, un sitio de lucha donde damos un montón de peleas de este momento, por el territorio, por la tierra. Es un lugar donde desarrollamos habilidades porque es una práctica constante, compartimos conocimiento y aprendemos de observar la naturaleza, estar en contacto con las plantas, concebirlas como medicina. El bosquecito generó un cambio total en mi vida, me llevó a conectarme con el entorno, con los árboles, con mi ser natural y dejar un poco lo artificial que nos quieren imponer. (SADO)

Javi también es integrante de la organización, un espacio único en la región y que sigue luchando, organizando varietés y asambleas abiertas presenciales y por zoom para visibilizar su lucha en un contexto de crisis mundial y quema indiscriminada de los pulmones verdes. Explica que las luchas territoriales son una constante hace cientos de años y que las personas que habitan esos lugares se dan cada vez más cuenta de la importancia que tiene proteger la tierra, las semillas, el agua. En El Bosquesito se siente bien porque se aisla del ruido y de la rutina de la ciudad, y es un lugar cercano para despejarse. 

“En La Plata no hay ningún espacio como El Bosquesito en donde se cuiden estas cosas tan fundamentales. Es ir, prender un fueguito, tomar el olor a humo, compartir los mates con las compañeras; el compañerismo que he podido vivir durante este último tiempo con elles ha sido muy bello. Y he visto que no se dan estas dinámicas en otros espacios y creo que tiene que ver por el objetivo común que tenemos todes nosotres. Es una dedicación constante, son construcciones lentas. Todo va un poco al ritmo que la tierra nos está pidiendo, el tema de cuándo se cosechan las plantas para las semillas, o cuando estaría listo un plantin para sacarlo. Cosas que por ahí no podemos observar o vivir si no es en lugares como estos”.