27/5/2021
El 26 de marzo Tehuel de la Torre cumplió 22 años. Quince días antes fue la última vez que lo vieron con vida. El joven trans salió de su casa en San Vicente y tomó un colectivo hasta Alejandro Korn. Un rato antes lo había llamado por un trabajo Luis Alberto Ramos, un puntero barrial que cada tanto le daba alguna changa. Antes de irse, saludó a su novia y al hijito de ella, su familia desde hacía dos años. Era jueves y estaba contento. Iba a tener algo de plata para disfrutar con ellxs el fin de semana.
“Lo más desesperante es no saber nada”, dice Verónica Alarcón, la hermana mayor de Tehuel, al otro lado del teléfono. Son las 10 de la noche, recién termina su jornada, su hija duerme y tiene un rato para conversar. Hace apenas unos días volvió a encabezar una marcha de antorchas junto a su mamá, Norma. Fue cuando se cumplieron dos meses sin noticias de su hermano. Fue la tercera, la más grande hasta ahora, y se replicó en distintas ciudades del país. Pero también fue la más desesperada: las expectativas de la familia de encontrarlo con vida son cada vez menos. “Necesitamos que aparezca ya. Queremos saber dónde está. Lo queremos encontrar vivo o muerto”, dijo Verónica a los medios ese día.
Detrás suyo se veía la bandera que acompaña cada movilización: “El silencio de Tehuel es nuestro grito de justicia”.
Verónica fue la última que lo vio. Vive en La Laurita, a unas 15 cuadras de la casa de Ramos, que está en La Esperanza. Los dos barrios son parte de una misma zona con casas precarias y semi rural. Eran cerca de las 5 y media de la tarde cuando volvía a su casa en bicicleta desde el trabajo y se cruzó a su hermano: “Le pregunté qué hacía por ahí y me dijo que iba a la casa de ‘Luigi’. Yo no lo había escuchado nombrar nunca, y le pregunté quién era. Me dijo un amigo, un conocido que le daba algunos trabajos”.
Los investigadores pudieron reconstruir parte de lo que pasó esa tarde. El abogado de la familia, Alejandro Valle, lo cuenta a Perycia: cerca de las 18.30, Ramos y Tehuel caminaron juntos por el barrio y pasaron por una canchita de fútbol. “Hubo ahí una discusión entre los chicos que estaban jugando: Ramos los amenazó con un cuchillo y los chicos le tiraron piedras”. Según el abogado, varias personas del barrio dijeron que Ramos siempre andaba con un cuchillo.
Ramos tiene 37 años y antecedentes penales por homicidio: en 2009 asesinó a un hombre, fue condenado y en 2018, cuando lo liberaron, decidió no volver a su viejo barrio por temor a una venganza. Ahí se instaló en La Esperanza y muy rápido se convirtió en un personaje conocido de la zona, sobre todo por su rol como puntero a partir de su participación en una cooperativa vinculada al MST. Pero en 2020 tuvo una denuncia por abuso sexual y lo echaron, aunque seguía teniendo acceso a bolsones de comida que repartía en el barrio o con los que pagaba algunas changas.
Oscar Alfredo Montes, el otro detenido, tiene 46 años y es un viejo vecino. Es chatarrero y andaba siempre con Ramos. Viven uno a la vuelta del otro -sus casas son linderas por el fondo- y fueron las dos últimas personas que estuvieron con Tehuel el 11 de marzo. Así lo muestra una foto tomada ese día alrededor de las 20.40 con el teléfono de Ramos en la casa de Montes: “Se los ve a los tres alrededor de una mesa compartiendo un vino y fumando. La foto fue recuperada, porque el celular de Ramos había sido borrado y reiniciado un día después de eso”.
Un pacto de silencio todavía sin grietas
El 12 de marzo, cuando Tehuel no volvió a su casa y no respondía el teléfono, la novia lo llamó a Ramos. El hombre le mintió sobre lo que había pasado: le dijo que lo había visto un rato y que a las 19.30 lo había acompañado a un cajero y después a la estación de Alejandro Korn para que se tomara el colectivo hasta Lanús, donde le había conseguido un trabajo como mozo. Además de chequear las cámaras del banco y comprobar que nunca habían estado ahí, días después se constató que el teléfono de Tehuel había estado activo en el área de la casa de Ramos desde las 19.30 del 11 de marzo hasta el mediodía del 12.
Con ese dato, la fiscal a cargo de la investigación, Karina Guyot, ordenó la detención de Ramos y el allanamiento de su domicilio. Encontraron enterradas partes rotas del celular del joven y un pedazo de la campera que llevaba puesta: había sido quemada en una fogata junto con unas maderas y otros objetos; además, la funda del teléfono de Tehuel estaba intacta debajo de un arbusto. El sospechoso fue detenido el 23 de marzo en un departamento de Dock Sud, Avellaneda. Se había rapado la cabeza y había cambiado su vestimenta. A Montes lo detuvieron en su casa, pero ahí no hallaron nada.
Para el abogado de la familia de Tehuel, no hay hasta ahora nada que lo implique a Montes en la desaparición del joven: y “todo indicaría que sólo pasaron por su casa un rato y después se fueron a lo de Ramos”. Por eso, dice Valle que esperan que Montes rompa el pacto de silencio y cuente todo lo que sabe: “Es posible que tenga miedo de hablar”. No solo ellos podrían saber algo más: “El pacto de silencio se extiende también a otras personas del barrio que podrían aportar información o que podrían haber visto algo y que no se animan a hablar”. Una de ellas es una ex pareja de Ramos, a quien un testigo ubicó el 12 de marzo limpiando la casa del hombre, que cuando fue allanada olía a lavandina y acaroina. También se la vio arrojando bolsas negras en un un volquete. La mujer declaró que ella ayuda a la madre de Ramos a limpiar su casa, que está pegada a la del hijo y que Ramos le pagaba con bolsas de alimentos.
Hay una recompensa del Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires para quien aporte datos certeros sobre el paradero de Tehuel: puede recibir entre 1.500.000 y 2.000.000 de pesos. La última vez que lo vieron, el joven estaba vestido con un pantalón gris, una camisa blanca de mangas cortas, una campera azul, gorra y zapatillas también azules. Tiene contextura robusta, tez blanca, pelo corto de color oscuro y mide alrededor de 1,56 metros.
La causa todavía está caratulada como “averiguación de paradero” y los detenidos imputados por “privación ilegal de la libertad, encubrimiento en concurso real con falso testimonio” en el caso de Ramos y “encubrimiento en concurso real con falso testimonio” en el caso de Montes. Los resultados de las pericias de dos teléfonos celulares secuestrados en la casa de la madre de Ramos y el de la ex novia del hombre, que también fue borrado y reiniciado el 12 de marzo, serán clave para conocer qué dijo y con quién se comunicó el principal sospechoso. También los resultados de las muestras de rastros genéticos en la casa de Ramos, pero recién podrían estar en noviembre.
Desde el comienzo, la fiscal Guyot tiene el apoyo de organismos de Derechos Humanos como el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que participa de los rastrillajes que se hicieron en los alrededores de la casa de Ramos y se extendieron a otras zonas cercanas. El último fue en la mañana del 26 de mayo en la laguna Mariní, donde ya habían buscado semanas antes. “Se volvió a la laguna por un dato aportado por un testimonio nuevo, pero el resultado fue negativo”, descartó Valle.
También participa la Comisión Permanente de Derechos Humanos, la PROTEX, el equipo de trata de personas de la Policía Bonaerense, y en las últimas semanas se le dio participación a la Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres (UFEM) y la Defensoría del Pueblo bonaerense presentó un amicus curiae para ser parte. Además, el Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la Provincia sigue de cerca la causa y acompaña a la familia.
La causa está bajo secreto de sumario y quienes tienen acceso prefieren no hablar. Hasta hoy no se descarta ninguna hipótesis, pero por el tiempo transcurrido la principal es la de un asesinato. En ese caso, una posibilidad es que el cuerpo haya sido arrojado a un volquete y terminado en la planta del CEAMSE de Burzaco. Hasta allí se extiende la búsqueda y ya se reconstruyó todo el circuito que hacen los camiones desde el barrio hasta su destino final. Inclusive se identificó el camión que vació en el basural los volquetes del barrio. Si Tehuel fue asesinado, podría juzgarse como un homicidio agravado por razones de género: es decir, como un crimen de odio por su identidad trans.
Falta un pibe trans
Tehuel estaba preocupado porque no conseguía trabajo. Había dejado la escuela secundaria para buscar un empleo, pero no era fácil. Nunca hasta sus 21 años había accedido a un trabajo formal, como más del 80 por ciento de las personas trans en la Argentina. Luciana Leyes, su novia desde hacía dos años, cuenta que estaba preocupado porque no encontraba nada: “A lo difícil que es conseguir trabajo para todxs, a él le costaba más por ser un chico trans”.
En un video que circuló en los últimos días se lo ve jugando, riendo «para todo el Fabeook». Verónica es la hermana mayor. Dice que siempre fue muy sonriente y jodón pero muy tranquilo. Que los tres, junto con el menor que se llama Nehuén y tiene 16, son muy unidos. Tehuel es el nombre que le puso su mamá y le gustaba, pero le dijo a su hermana que algún día iba a hacer el cambio registral para ponerse Matías. La mamá, Norma, está siempre muy presente en la vida de los tres. Y en estos días extraña mucho a Tehuel. “El vivía con con su novia y el hijito de ella en la casa de mi mamá. Ahora Luciana se volvió a la casa de su mamá, porque apenas empezamos con la búsqueda, llevó al nene allá y, bueno, se volvió a su casa. Mi mamá está destruida, Todxs estamos destruidxs sin Tehuel”.
Según el primer informe sobre la «Situación de los derechos humanos de las travestis y trans en la Argentina», publicado en 2017, entre la población trans mayor de 18 años, 6 de cada 10 mujeres y 7 de cada 10 hombres habían abandonado la escuela en el nivel secundario a causa de la discriminación y casi el 70% de quienes integraron el grupo en estudio nunca tuvieron una entrevista laboral con posterioridad a la asunción social de la identidad/expresión de género autopercibida.
Entre los crímenes de odio que se registran en la Argentina, las agresiones a varones trans ocupan el último lugar entre las denuncias. Las estadísticas son del Observatorio de Crímenes de Odio LGBT, que registraron 152 delitos de este tipo en 2020 y más de 100 muertes trans entre asesinatos, suicidios y muertes provocadas por exclusión y falta de acceso a la salud.
***
Quien tenga alguna información sobre su paradero se comunique con la UFI Descentralizada de San Vicente, al 0221-429-3015 o escriba a [email protected].