10.3.2022
Morelia Carlos Colque estuvo sentada en el banquillo de los acusados frente al Tribunal Oral en lo Criminal Nº7 de Lomas de Zamora imputada por el homicidio de Bryan Daniel Huanca, ex pareja y padre de su hija. Ayer, en la segunda audiencia del juicio en su contra, la fiscal Mariana Monti retiró la acusación y el proceso quedó terminado. Morelia fue absuelta. Pero antes, la fiscal que tuvo a cargo la investigación de los hechos, Fabiola Juanatey —paradójicamente la titular de la Unidad Especializada en Violencia de Género y Familiar—, durante casi cuatro años la mantuvo primero en prisión y después con domiciliaria.
Morelia ingresó al sistema de justicia penal con 22 años recién cumplidos y siendo madre de una bebé de dos meses, tras actuar en defensa propia. El 29 de marzo de 2018, Bryan la agarró del cuello en una discusión y ella al intentar sacárselo de encima lo hirió en el hombro con un cuchillo tramontina. “Nunca tuve intenciones de lastimarlo o herirlo, como era el momento de desesperación al querer empujarlo yo olvidé soltar el cuchillo”, escribió Morelia para sentirse segura si le tocaba declarar en el juicio. Y también apuntó: “me aguanté muchas cosas de él, le perdoné muchísimas cosas también, haberme golpeado, maltratado diciendo que yo por tener un hijo nadie me iba a querer, que soy una loca, que estaba arruinada, fea”.
Antes que la Justicia creará una deuda enorme con Morelia, ella vivía en el barrio Tongui de Ingeniero Budge, en una casa precaria que habían alquilado junto Bryan. Una noche, poco después de parir y de que la operaran de la vesícula, él volvió borracho y la violó. Entonces no soportó más y decidió separarse. Cuando le contó a sus suegros lo que Bryan le había hecho y que lo iba a denunciar, “la mamá me dice que no haga eso —siguen las notas de Morelia—, que hable bien con él o que ella hablaría con su hijo, y que aparte era mi pareja, el papá de mi beba, que no contaba como violación. Luego salta el papá y me dice que si yo llegaba a denunciar y él perdía sus máquinas o tenía problemas con su taller yo lo iba a conocer, que no joda”.
Dos días después de esa violación, Bryan se metió en su casa y la atacó.
Una noche, un año y cuatro comisarías
Esa noche, Morelia estaba con Soledad, una amiga a la que no veía desde hacía casi dos años, cuando comenzó a salir con Bryan. Las amigas se habían juntado para festejar el cumple de Morelia, y la bebé había quedado por un rato al cuidado de sus ex suegros. En el expediente están las capturas de pantalla de los teléfonos celulares, desde las cinco de la tarde Bryan empezó a reclamarle que buscara a la hija y amenazarla, que le iba a quitar a la bebé, que no la vería nunca más, le escribía
En el debate, Soledad contó que Bryan apareció cerca de las 20 y aunque Morelia le dijo que se vaya y no le abrió la puerta, él entró, no saben cómo. Llamó a Morelia a la cocina y empezaron a discutir. Ella le pedía que se fuera, lloraba. En un momento,Soledad, que estaba en otra habitación, vio que Bryan salió agarrándose del hombro y le pidió que llame a la policía. Afuera de la casa, lo encontró tirado en la calle desangrándose. A la media hora llegó la policía. La ambulancia demoró otros veinte minutos. Morelia lloraba, no entendía nada, estaba en shock. La llevaron detenida sin que supiera que Bryan había muerto.
Esa misma noche, a Morelia la trasladaron a la Comisaría Nº10 de Puente la Noria, donde tanto hombres como mujeres policías le pegaron y le decían asesina, que se iba a pudrir en la cárcel. “El abogado oficial me decía que mi condena corría de 20 a 25 años. Eso me derrumbaba el mundo porque yo tenía en ese momento una beba de dos meses, me dolía mucho pensar si se iba a quedar sola, con quién se iba a criar. Me dolía mucho eso y que no me tuvieran piedad”, contó Morelia a Perycia.
Casi seis meses después del ataque, su familia pidió ayuda al Frente Popular Darío Santillán y uno de sus abogados, Ernesto Flores, asumió la defensa.
“Me enteré de que Bryan había muerto después de haber hecho la primera declaración y no me pude defender».
«No sabía lo que pasaba, en qué situación me encontraba, hasta que apareció la organización y me pusieron un abogado”, explicó Morelia. Flores pidió que la reubicaran. La llevaron entonces a una comisaría en Avellaneda, donde la policía y otras detenidas la volvieron a maltratar. Después, por los malos tratos, la trasladaron a una comisaría en Merlo; el abogado presentó un hábeas corpus y finalmente la devolvieron a Avellaneda.
En un año, Morelia pasó por cuatro comisarías. En ninguna le permitieron ver a su bebé ni amamantarla. Por eso, el defensor pidió que le dieran arresto domiciliario y esa fue la primera vez que le hicieron una pericia psicológica oficial. Aunque luego la fiscal de instrucción no lo tomó en cuenta, el informe concluyó que Morelia no era una persona impulsiva, más bien lo contrario, era tranquila, sumisa, y había sufrido violencia de género.
En enero de 2019, el juez de garantías Jorge López le permitió continuar la detención en su casa, junto a su pequeña. Primero convivió con sus padres y sus seis hermanos menores; dormía en el living de una vivienda humilde, estaba al cuidado de los chicos y se ocupaba de las tareas de la casa. En 2021, le prestaron unas máquinas, consiguió trabajo como costurera y pudo alquilar una pieza para convivir más cómoda con su hija. Sin embargo, durante los tres años de arresto, aunque estuvo cerca de su nena, no pudo llevarla a la plaza, ni al primer día de jardín.
Encierrenla y tiren la llave
Cuando Morelia declaró ante la fiscal Juanatey habló sobre el maltrato que recibía de Bryan y de la familia de él. La UFIJ N° 2 no lo tomó en cuenta. “Juanatey seguía sosteniendo que Morelia lo esperaba (a Bryan) en la casa para terminar con su vida. Esa fue la postura de la fiscal. No lo tomó como un caso de violencia de género, cosa que planteamos desde un principio por escrito y oralmente, en las audiencias de testigos y en la que declaró Morelia. La fiscal no escuchó, la Cámara de Apelaciones tampoco”, detalló Flores.
Tanto el defensor, como familiares y amigos que la acompañaron y la propia Morelia relataron que la fiscal Juanatey tuvo una actitud muy agresiva. “Ustedes qué se creen —les decía—, que van a venir familiares a declarar”. O “no pueden traer gente a la puerta”, les recriminaba cuando militantes del Frente Popular Darío Santillán se acercaban a tribunales para acompañar a Morelia. Un día, cuentan que prepotente Juanatey aseveró: “acá no hay violencia de género”. “Hubo maltrato en la etapa de instrucción para con los testigos, la defensa y la propia imputada. Una cosa increíble, era como si dijeran que encierren a Morelia, tiren la llave y haganla desaparecer”, afirma el defensor de la joven.
El juicio a Morelia comenzó el lunes 7 de marzo y ayer, miércoles, en la segunda audiencia la fiscal Mariana Monti, de la Unidad de Asistencia y Colaboración para el Juicio Común y por Jurado, retiró la acusación. Al comenzar las audiencias, aseguró el abogado defensor, Monti descreía su planteo de falta de perspectiva de género en la instrucción. Hasta que escuchó a los nueve testigos, a la psicóloga de Morelia y revisó en detalle el expediente donde encontró pericias oficiales que coincidían con las de la defensa.
Producto de eso, sostuvo Flores, la fiscal Monti cambió de actitud.
“Los roles de las dos fiscales fueron muy diferentes».
«La fiscalía de instrucción hizo caso omiso a la violencia de género. En cambio, la fiscal Monti retiró la acusación y pidió la absolución por entenderla como víctima de violencia de género y que debía ser juzgada bajo esa perspectiva”. Esto definió la libertad de Morelia.
En la sala de audiencias
Morelia pudo ir a los tribunales por su cuenta, sin custodia policial, porque demostraron su buen comportamiento. Yesica, su amiga, vocera y militante del Frente Popular Darío Santillán, junto a otros tres compañeros, la pasaron a buscar por el domicilio donde cumplía la domiciliaria. El único público asistente al juicio fueron los padres de Morelia, Yesica y Macarena Sabin Paz, la psicóloga del CELS que la acompaña en tratamiento desde hace tres años. Afuera, estaban las y los militantes del Frente para apoyarla.
No asistió nadie de parte de Bryan.
En la sala, contó Yesica, había un policía que todo el tiempo los observaba.
“Yo me sentía intimidada y eso que no estaba siendo juzgada, es un ambiente horrible».
«Cuando los padres de Morelia declararon le dijeron que se quedaran para presenciar el juicio y que tomaran asiento. Y como yo ocupaba uno de los asientos, los jueces preguntaron quién era, pero sin dirigirse a mí. Lo gritaron como tres veces. Quise contestar pero el policía me dijo ‘nadie te autorizo a hablar’. Tremendo. No podía decir nada, si no me daban la palabra me echaban”.
Cuando Ernesto Flores tomó el caso pidió asesoramiento al CELS; el organismo definió darles apoyatura jurídica e intervenir con el equipo de salud mental para acompañar a Morelia en su proceso. Macarena tomó la posta y desde 2019 la visitó regularmente mientras estuvo detenida. El testimonio de la psicóloga fue clave para poner en contexto la violencia sistemática y estructural a la que estaba sometida. La psicóloga analizó y le explicó a Perycia que “las situaciones de opresión y sumisión generan una posición de mucho dolor psíquico y subjetivo. Esta fue una causa investigada desde una mirada pura y exclusivamente criminal, con todo lo que eso conlleva para una mujer víctima de violencia. Criminalizar su accionar es también criminalizar su sufrimiento psíquico”.
Otros testigos contaron cómo durante todo el noviazgo Bryan maltrató a Morelia y antes, durante y después del embarazo. La madre, el padre y la tía de Morelia declararon que unos días antes de la última agresión le vieron moretones en las piernas y en los brazos. Una vecina que atendía un kiosco relató cómo Bryan la maltrató cuando fueron a comprar una gaseosa. Y un vecino dijo que una vez estaba tomando cerveza con el padre de Morelia y con Bryan, y cuando ella lo fue a buscar el joven la agarró del brazo, la sacudió y la echó. También, la fiscal pidió reproducir un audio de Morelia en el que decía que Bryan le había destrozado la vida.
En la segunda y última audiencia, el padre de Bryan estaba citado a declarar pero no lograron ubicarlo.
El final del infierno se precipitó. Cuando escucharon la absolución no podían creer que Morelia pudiera, por fin, ser libre. No paraban de abrazarse, de llorar. Para Morelia y su entorno fueron días de estrés, nervios e incertidumbre. Morelia se fue de los Tribunales de Lomas de Zamora a su casa con la certeza de que podía recuperar su vida. Eran las 23 horas del 9 de marzo de 2022 cuando le quitaron la tobillera. “Me sentí como cuando liberan a un pajarito de una jaula, muy bonito”, dijo Morelia al recordar ese momento.
El primer día sin tobillera
Desde que terminó el secundario Morelia trabajó cosiendo ropa y estudió Secretariado Ejecutivo en un instituto de Monte Grande. Durante su detención preventiva se anotó en la carrera de Trabajo Social en la Universidad de Lomas de Zamora, que no pudo continuar porque las condiciones habitacionales con su familia eran precarias; dormía en el living y no tenía dónde estudiar.
Unos jefes de un taller en el que trabajaba se enteraron de su causa y hace un año le ofrecieron trabajo; con ese ingreso pudo alquilar una pieza para mudarse con su hija.
—¿Cómo fueron para vos estos cuatro años de estar procesada?
—La verdad fue muy difícil, porque estando presa, por más que esté en mi casa y no en un penal, necesitaba plata para mantenerme a mí y a mi hija. Una vez que empecé mi trabajo ya me gané mi platita y pude hacerme cargo sola de mi beba, sino antes dependía de mi papá.
—El año que estuviste detenida en las comisarías, ¿cómo fue el vínculo con tu hija?
—La veía una o dos veces por mes. Mi mamá estaba embarazada en los últimos meses y se le complicaba traerla. Me perdí todo un año de estar con ella. Fue muy doloroso. Cada vez que yo veía a mi nena, las dos horitas que podía estar con ella, no paraba de llorar porque era tan injusto. Yo veía como a otras mujeres le daban la domiciliaria al mes o dos meses por tener una bebé. A mí se me tardó un año en dármela.
—¿Qué tenés ganas de hacer ahora que estás libre?
—Lo primero que tengo en mente es ir a agradecer a todas esas personas que creyeron en mí, que me hicieron el aguante hasta el último momento, que me pusieron un abogado para defenderme, una psicóloga para atenderme y ayudarme a salir de todo este trauma que tenía en la cabeza. Después, hacerme cargo de mi nena, sacarle a los lugares más bonitos que nunca pude hacer desde que era chiquita, llevarla a los jueguitos del shopping, al zoológico, a los parques, darle todos los gustos.
—¿Cuáles son tus sueños y proyectos?
—Lo único que quiero es trabajar, rehacer mi vida, comprarme mis cosas. Haré lo mejor que pueda por mi hija y demostrar la persona que siempre fui antes, trabajadora, darme mis gustos, progresar, salir adelante, quedar bien en la vida. Esa era la meta que yo tenía antes de tener a mi beba, buscar trabajo de lo que estudié.
—¿Qué le dirías a las mujeres que pasaron por lo que vos pasaste o que están en una situación similar?
—No se queden calladas, no es bueno, porque si algún día las cosas terminan mal las que nos jodemos somos nosotras. Si hacemos la denuncia es la oportunidad de que a nosotras se nos pueda escuchar o nos den la razón de que la pareja nos trata mal. Si alguien les pega o las trata mal, que no se tiren para atrás, que hagan la denuncia.
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