A partir de la idea que nació en 2015, lxs estudiantes de la escuela Nº 702 que funciona en las Unidades Penales 8 y 33 de mujeres en Los Hornos pudieron «reencontrarse con sus rostros, con sus cuerpos, en medio de una vida cotidiana sin espejos y descubrir cómo detener el instante de reconocerse, en una fotografía», dice Susana Canavesi, una de las docentes que participó del proceso y así lo cuenta en Covacha.
La editora, educadora y activista feminista Liliana Cabrera, describe el proceso: «sacar una foto en un taller no depende de una persona solx. Nos organizamos para pensar en quién/quiénes serán lxs retratadxs, tomamos decisiones (algo que el sistema te impide una vez que cruzás la reja rumbo a tu pabellón), pensamos cuánto y cómo interactuaremos con el paisaje/ambiente, si la foto será picada o contrapicada, si queremos un gran angular o no y ahí podemos decidir que dispositivo usaremos. Nos invita a conocernos en una dinámica distinta».
Todas las imágenes que aparecen en el libro son el resultado de procesos fotoquímicos tradicionales que, en la mayoría de los casos, fueron procesadas dentro de los penales de reclusión, en el marco de trayectos pedagógicos. Se utilizaron variadas técnicas como cianotipia, rayograma, fotografía estenopeica con cámaras de fabricación artesanal y fotografía analógica de 35mm.
El libro —que también se puede «hojear» en formato digital— no está a la venta. Los impresos, cinco mil en esta primera edición, se distribuirán gratuitamente en Bibliotecas de acceso público, comenzando por las que se encuentran en Unidades Penitenciarias argentinas y Bibliotecas Públicas y de acceso público del país y el exterior.
