“Abrió los ojos y vio que adentro había una ciudad que desconocía por completo. Su arquitectura, su atmósfera, sus gentes y su lengua le eran extrañas, ajenas. ¿Por qué no la había recorrido antes si al parecer siempre había estado allí dentro? ¿Por qué no se había percatado de su presencia? ¿Quién era él?, ¿un extraño en su cuerpo?” – Insilio, Carlos Aguasaco*
María del Carmen Torres militaba en el Partido Revolucionario de los Trabajadores durante los años ’70, junto a sus hermanos y a su compañero, Daniel Carignano. El primer golpe llegó cuando uno de sus hermanos fue secuestrado en 1975 por el Comando Libertadores de América. El segundo, cuando su compañero fue desaparecido en marzo de 1976, y ella quedó con su primer hijo y un embarazo de siete meses.
Años más tarde, pensó en la posibilidad del exilio, pero había dos inconvenientes: la cuestión económica, y la tenencia de sus dos chicos. Decidió quedarse en Río Cuarto, en Córdoba, hasta sentirse más segura:
—Sin embargo, mi insilio no termina con la llegada de la democracia, para mí no fue ninguna cuestión positiva, el peligro y el miedo seguían estando.
Insilio es un neologismo, una palabra que no existe en el uso corriente del lenguaje y que puede encontrarse en algunos fragmentos de la literatura española y latinoamericana. Es, también, el nombre del proyecto de investigación para la recopilación y difusión de vivencias que desarrollan en conjunto Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas y la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Córdoba (UNC).
El proyecto busca dar luz a las experiencias “insiliares” que vivieron las víctimas del terrorismo de Estado durante la última dictadura cívico-eclesiástica-militar que permanecieron en Argentina: el silencio y el borramiento de la identidad propia en la búsqueda de la supervivencia.
A María del Carmen lo que le permitió terminar su insilio fue la posibilidad de contar todo lo que había vivido. Pudo poner en palabras por primera vez lo sucedido luego de que los acusados en la megacausa “La Perla – La Ribera” tuvieron una condena, en el año 2016:
—Transcurrí con el miedo por años, las noches eran el momento de la muerte y las mañanas el momento de la resurrección.
Es psicóloga. Durante el terrorismo de Estado la suya era considerada una profesión peligrosa. Comenzó a ser docente de una escuela pública: “Nunca les conté a mis compañeras nada de mi situación personal, ni por qué mi compañero fue secuestrado, no había hablado con nadie de esas personas con las que trabajé 13 años”.
Tuvo una militancia activa dentro de Familiares de Detenidos y Desaparecidos después de su jubilación y participó activamente en la difusión de los 12 juicios de lesa humanidad que se realizaron en Córdoba. Hoy, forma parte de este proyecto que busca recopilar experiencias como la suya.
¿Quiénes son lxs insiliadxs?
Sobrevivir dentro de los límites implicaba un riesgo importante. Las listas negras provocaban que las personas tuvieran que movilizarse en busca de otros trabajos a otras ciudades o zonas rurales, en un traslado constante, buscando una suerte de escondite. “Hay muchas experiencias de gente que se esconde en casas o en villas y que trata de simular ser una persona que no era, ser una persona despolitizada, que no tenía empatía y compromiso con otres”, manifestó Laura Ortiz, historiadora e investigadora de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC a cargo del proyecto.
Para Ortiz, el proyecto permite problematizar este tipo de experiencias que “tradicionalmente se piensan como el exilio de los pobres, los que no se pudieron ir o no supieron cómo irse”, pero que en realidad han podido demostrar que “hay muchos que no quisieron irse o no pudieron pero no porque no supieran cómo, sino porque estaban buscando la aparición con vida de algún familiar entonces eso ya implicaba un compromiso con el quedarse y con la búsqueda”.
“Insilio” lleva una recopilación de gran cantidad de testimonios que llegan desde distintos puntos del país, se estiman 180 personas que ya se han contactado. En su mayoría son mujeres, y de hecho las que iniciaron y recopilaron este proyecto son mujeres: “Creo que ahí no hay una casualidad, sino que hay una causalidad, las mujeres que tuvieron que sostener en muchos casos la vida de familiares y niños a cargo, que son justamente las que tuvieron que procesar estos silencios, estos olvidos”. Sin embargo, participan de él personas sin distinción de género ni edad.
Quienes quieran participar del proyecto y relatar sus vivencias, desde cualquier punto del país, pueden hacerlo a través del correo electrónico [email protected].
Los juicios de lesa humanidad en Córdoba
En la provincia ya se llevaron a cabo 12 juicios por crímenes del terrorismo de Estado, que resultaron en la condena de gran parte de los acusados. Según el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la provincia de Córdoba, contaron con una totalidad de 833 testigos y con 903 víctimas directas de secuestro, tortura y/o desaparición forzada. De los 173 imputados, 120 obtuvieron una sentencia condenatoria.
Uno de los juicios más emblemáticos fue la megacausa “La Perla – La Ribera”, donde fueron condenados 38 de los 43 imputados, entre ellos, Luciano Benjamín Menéndez, el militar con más condenas por lesa humanidad, y Ernesto Guillermo Barreiro, jefe de inteligencia del centro clandestino.
Para Laura Villa, integrante del Archivo Provincial por la Memoria de Córdoba, “la memoria está en construcción y movimiento permanente, y en ese sentido puede haber una relación en el hecho que estos relatos emergen después de más de 10 años desde que comenzaron los juicios”. Uno de los objetivos del proyecto es aportar nueva evidencia que además sirva en la reconstrucción de los hechos a lo largo de los enjuiciamientos.
Además, Torres aseguró: “Creemos que el proceso de memoria y de reparación social —porque creemos que el terrorismo de Estado es una herida en el tejido social— no es solo de las víctimas directas sino que todas las víctimas se ven afectadas, entonces creemos fundamentalmente en la importancia de rescatar este colectivo y vibilizarlo”.
*Fragmento del cuento “Insilio”, del escritor colombiano Carlos Aguasaco.