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Lesa HumanidadPrófugos

Represores en fuga

Dónde se esconden los espías: el escape de Jorge Linares Gallo

Cuando en diciembre de 2012 el juzgado federal de San Rafael ordenó la captura por delitos de lesa humanidad de un jefe y de dos integrantes del Destacamento de Inteligencia 144 en Mendoza, los tres se esfumaron. El superior, Alberto Horacio Silva, falleció impune durante la pandemia de COVID-19. Los otros dos —uno de ellos, Linares Gallo— todavía integran la nómina de 22 verdugos con oferta de recompensa por datos sobre su paradero.

Por: Florencia Legakis
Foto: Lucía Giusiano
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Pasaron casi once años desde que Jorge Linares Gallo tiene pedido de captura nacional e internacional. La última vez que lo vieron seguía viviendo en Mendoza. Fueron a buscarlo a su domicilio en San Rafael para detenerlo, pero ya no estaba. La única foto que existe es la de su legajo, se trata de un hombre de ojos oscuros que portaba un canoso bigote chevrón.  

Ahora, con 76 años continúa en la lista de prófugos con pedido de captura nacional e internacional. El Ministerio de Seguridad de la Nación ofrece $5.000.000 a quien aporte información de su paradero o datos que resulten relevantes para su detención. 

Linares Gallo formó parte de la Sección de Inteligencia 144 de San Rafael como Jefe de la Primera Sección de Ejecución durante 1977.  En los años posteriores se desempeñó como Jefe de Reunión hasta su traslado a la Escuela de Guerra en la Ciudad de Buenos Aires, tres años más tarde. Así lo señaló en 2010, Raúl Ruiz Soppe, Jefe de la Unidad Regional II de la Policía de Mendoza durante la última dictadura, condenado en el primer juicio de lesa humanidad de la provincia

Desde ese momento, Linares Gallo está investigado en la causa “Baéz” junto a otros policías y militares acusados y sentenciados por delitos de lesa humanidad. Sin embargo, logró esfumarse antes de que lo detuvieran.

Un Peugeot 504 clarito o amarillo

A Linares Gallo se lo vincula con delitos relacionados a los operativos a cargo del Cuadro Nacional, el lugar donde operaba una Sección de Inteligencia del Ejército donde se ocupó de la recolección y análisis de información que luego era utilizada para las detenciones e interrogatorios bajo tortura.

La causa nombra a varias víctimas, dos de ellas desaparecidas: Raúl Walter Reta y Carlos Zapata. El resto son los familiares de Zapata, secuestrados con él y sobrevivientes: sus hijos, su suegro y su esposa, Mabel Blanco

Walter Reta tenía 24 años cuando lo secuestraron y desaparecieron. Se encontraba paseando con su novia Stella en su F-100 en General Alvear, cerca de la casa de sus padres, a quienes visitaba con regularidad. La camioneta apareció abandonada, sin rastro del paradero del jóven que estudiaba en la Escuela Superior de Periodismo de la ciudad de Mendoza. 

El 5 de febrero de 1976, Reta había sido incorporado al Servicio Militar en Campo Los Andes. Mientras se encontraba allí, su departamento de estudiante en la ciudad de Mendoza fue allanado en dos oportunidades y un militar había interrogado a los vecinos de General Alvear y a sus padres sobre las actividades del joven estudiante. El día que le dieron la baja le advirtieron que tenga cuidado porque en Mendoza lo estaban buscando. 

Diez días más tarde, un 30 de mayo de 1977, volvía junto a su familia de un casamiento en la ciudad de San Rafael y mientras transitaban la Ruta Nacional 143, a la altura de Cuadro Nacional, un Peugeot de color claro y ocupado por varias personas armadas intentó interceptarlos. La familia Reta logró eludirlos y retornó rápidamente a San Rafael.

Al día siguiente, el mismo auto fue visto con insistencia delante de la casa de los Reta. Tres hombres maniataron a la novia y cargaron en el baúl a Walter, mientras otros dos esperaban dentro del coche claro. Ese 31 de mayo fue el último día que lo vieron. En los asientos de libros de las fuerzas policiales en los que se registraraon los hechos se dejó constancia del avistamiento del auto Peugeot “amarillo”; aunque las víctimas lo describen como “blanco” o  color “claro”. 

El secuestro de la familia Zapata – Blanco

—Eran hombres de civil, estaban armados; mi hermano tenía una sola zapatilla, y un vaso verde en la mano, y nos llevaron en un auto blanco a mi hermano, a mi abuelo, y a mí; y en otro auto a mis padres, Mabel Blanco y Carlos Zapata. En el auto que nos llevaba, nosotros íbamos sentados atrás, adelante iban dos hombres que tenían una edad mediana, pelo oscuro, uno tenía bigotes, el otro realmente no me acuerdo; eran muy amables, nos convidaron facturas, y nos dijeron que teníamos que caminar hacia una estancia, nos dijeron “caminen hacia allá, va haber una estancia donde los chicos se van a reencontrar con sus padres”, ya era de noche, habían detenido el auto, nos hicieron bajar y se fueron, contó Valeria Zapata en el II Megajuicio de Lesa Humanidad, esta vez en San Rafael.

Todo comenzó cuando el Citroen en el que se trasladaban Mabel y Carlos junto a sus hijos, de 4 y Valeria de 6 años, y Jesús Blanco, padre de Mabel, fue interceptado por dos vehículos: uno de ellos de color blanco, grande, y el otro, tipo rural con balizas y sirena. De los mismos descendieron cuatro sujetos que obligaron a la familia a trasladarse de vehículo. Los dividieron, y finalmente sólo secuestraron a la pareja. 

Mabel y Carlos estuvieron 40 días encerrados dentro de una habitación, maniatados y vendados. Ella narró que hablaba con su marido y que le decía “que ya nos van a dejar ir, (…) que pensáramos que después íbamos a estar con los chicos, que iban a estar los cumpleaños de los chicos por delante”, pero él prácticamente no hablaba.

Días más tarde la sacaron de la habitación y la pasaron a otra. Mabel preguntaba por su marido y le respondían que se encontraba bien. En esa otra habitación estuvo “muchos días”, hasta que un día le dijeron que al siguiente la iban a liberar: 

— Nos equivocamos, te podés olvidar de que esto pasó. 

— ¿Y mi marido?

— Ya va a salir

A Mabel la liberaron en Miramar. A Carlos nunca lo volvieron a ver. Por los sonidos y lugares que pudo reconstruir, confirmó que estuvo detenida en el centro clandestino Casa Departamental.

En el juicio, Mabel recordó que previo a su detención, junto a Carlos eran maestros en una escuela rural en Las Bayas, a 140 kilómetros de Bariloche, que fue allanada por el Ejército. 

—Estando nosotros ahí, estaba la escuela y el albergue. En la escuela había una maestra, y nosotros estábamos a cargo del albergue, donde los chicos se quedaban a dormir y todo, de ahí, se llevaron libros, se llevaron unos binoculares. Sí, sí vino el Ejército, en camión rodearon la escuela con armas, nosotros estábamos con los chicos, nos tomaron los datos. 

Y agregó que supone que a su marido lo detuvieron por sus ideas políticas:

— Pero, no puedo decir que él participara en algo como una organización, una cosa así no, más que hablar, que leer, que por ahí hablar con los chicos y decirles “bueno, ustedes tienen que aprender a leer para que, no sé, no los estafen cuando le paguen el sueldo, para que cuando van al almacén le den lo justo por la lana que entregan”.

Los del Destacamento de Inteligencia 144

Hacia 2014, Mendoza tenía el récord de la provincia con más acusados prófugos: 21 ex militares y policías. En 2019, se mantenía en el tope de la lista. Pero esto se explicaba por una serie de imputaciones de varios responsables, más de 50, y porque en algunos casos se los busca tanto en el juzgado de San Rafael como en los de las ciudades de Mendoza, San Juan y San Luis, correspondientes a la misma jurisdicción. 

Jorge Linares Gallo se profugó en el mismo momento que dos de sus cómplices: Alberto Horacio Silva, Jefe de Destacamento de Inteligencia 144, y Hector Adán Giménez, también integrante de esa Sección. Silva falleció durante la pandemia de COVID-19, Giménez continúa prófugo.

Viviana Beigel, abogada querellante en la Megacausa de Mendoza, sostiene que se trata de hechos criminales de la década del ‘70, el hecho de que no puedan ser juzgados por estar prófugos también lleva a situaciones de impunidad por razones biológicas, ya que mueren sin condena”. En junio, el noveno juicio por delitos de lesa humanidad finalizó después de cuatro años de audiencias con el esclarecimiento de 61 desapariciones forzadas y 3 homicidios cometidos por personal de Inteligencia del Destacamento 144 del Ejército y de la Fuerza Aérea, con mayor rango que Linares Gallo. 

Imputados del noveno juicio. Foto: www.lesahumanidadmendoza.com

Para Beigel a raíz de la indagación sobre represores vinculados a la inteligencia “se ha avanzado en la investigación de los principales centros clandestinos y en el descubrimiento de los métodos de persecución utilizados unificando causas en función de los operativos que se ejecutaron, los que se diseñaron para exterminar a las organizaciones de izquierda, armadas u opositoras al régimen militar”.