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Violencia institucional

A 6 años de su aparición sin vida

Santiago Maldonado: la causa de las mentiras

Las dudas, las imprecisiones y las falsedades en un expediente que no da respuesta sobre las circunstancias en las que falleció el joven artesano y militante anarquista por la autora de Desaparecer en democracia, cuatro décadas de desapariciones forzadas en Argentina (Marea 2021), donde repasa punto por punto el accionar del juez que selló la versión oficial.

Por: Adriana Meyer
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El 17 de octubre de 2017, Sergio Maldonado llamó a su cuñada por la mañana, “encontraron un cuerpo, no sabemos si es Santiago”, le dijo. Por la noche los llamó L. para decirles que ya circulaban las fotos. Al día siguiente del hallazgo del cuerpo de Santiago en el río Chubut, a metros de donde lo vieron por última vez con vida, pero río arriba, circularon cuatro fotos del cadáver que llegaron a los celulares de casi todos los argentinos. El médico policial Werther Aguiar, que había participado de la recepción del cuerpo en la morgue de Esquel, fue condenado por la filtración de esas imágenes, pero no fue esclarecido si actuó por su cuenta o alguien más ideó la forma de volver a esparcir en forma masiva las imágenes portadoras de un escalofrío que remitía a la dictadura.

“Sé lo que es la hipotermia, te agarran, te esposan, todo mojado un 1° de agosto te tiran en la caja del camión, quedás atontado, luego con un empujoncito al agua, listo. Pienso que se lo llevaron, lo tuvieron en otro lado, con toda esa rosa mosqueta y sauces la ropa apareció impecable, me cierra que lo hayan dejado morir de frío. El médico Aguiar andaba temprano buscando una bolsa mortuoria. ¿Cómo sabía que lo iban a encontrar?”, reflexiona Sergio Maldonado.

Después de estar 77 días desaparecido, el cuerpo de Santiago llegó a Capital. Sergio, Germán, Andrea, Carolina, familiares de joven, y la abogada Verónica Heredia lo reconocieron en la morgue judicial. “Stellita (la mamá) me pidió que lo besara. El juez federal de Rawson Gustavo Lleral nos preguntó si era, le habían sacado ya toda la ropa. Le miré las manos, eran tan hermosas”, dice Caro. “Pedimos que le taparan las partes íntimas y la cara. El cuerpo estaba intacto. Nos dijeron que era por el frío y las capas de ropa que tenía. Sus tatuajes estaban como si se los hubiera hecho recién —recuerda Germán—. Ahí me alejé de todo, no me interesaban las marchas. Tampoco fui al velatorio, algo cristiano en lo que él no creía y yo tampoco”.

“El cortejo fue tremendo, había 250 policías en cada calle, no sé qué mierda pensaban que iba a pasar. Y ese mismo día, 25 de noviembre de 2017, mataron a Rafa Nahuel. Estaba hablando con A.G., que había venido con su novia, estuvo media hora y me dijo ‘me tengo que ir, mataron a un compa’. Ese mismo día. Era como demasiado. Le pedí a Stellita permiso para cubrir el cajón con una bandera con las tres A de anarquismo. Se había desvirtuado un poco su pensamiento, por respeto a él había que hacerlo. Mamá también necesitaba un lugar donde ir a visitarlo. Santiago no compartía su fe, pero la respetaba”, dice Germán.

«Era el quinto rastrillaje»

Soraya Maicoño llega al momento en que apareció el cuerpo sin vida de Santiago. “Fue el día más doloroso de nuestras vidas, sentíamos el desamparo y la mafia en la que estamos envueltos. Si me dijeras que era el primero o el segundo rastrillaje, quizás puedas decir, bueno, quedó en el río. Aunque los lamngen vieron que se lo llevaron. En el allanamiento del 18 de septiembre había tantos drones, buzos, ¿no vieron nada? Era el quinto rastrillaje, en un lugar que no era donde desapareció, que estaba mucho más bajo, si te parabas arriba de una loma lo veías. El mismo Sergio se paró ahí, miró y decís qué hijos de puta, está ahí, no tenés cómo no verlo, y entonces ¿por qué no lo vieron antes?”.

—Supuestamente porque estaba metido en un pozo.

—No existen esos pozos, los que hay no son tan grandes y profundos como para guardar un cuerpo tanto tiempo en el río, se inflama, se agranda.

—Los peritos dicen que se conservó por el frío.

—Sí, pero no fueron a la estancia de Benetton, que abarca gran parte del mismo río, ahí hay cámaras frigoríficas, hubo un rumor de que una se incendió. La orden que firmó el juez decía que iban a ir. Tendrían que haber ido igual. Dan como mentirosos a los mapuches, pero no siguen una pista un poco más allá. No nos interesa decir si hicieron esto o aquello. Sabemos que en el territorio su cuerpo no quedó y después apareció. Qué hicieron, cómo lo trasladaron, cómo lo sostuvieron para que no parezca tocado ni golpeado, para que su documento no se ponga mohoso, no lo sé.

Soraya vuelve de ese pasado reciente con la bronca a flor de labios.

—El hecho de decir que plantaron el cuerpo no era algo fácil o liviano, no estamos hablando de una hortaliza sino de un ser humano. Pero algunos periodistas te decían eso con total liviandad, es parte de esa inconsciencia de que al mapuche o al coya o al qom se lo puede tratar de cualquier forma, total es casi un animal. Y ahí se generó tanto ruido con nuestra aparición a nivel político y social, empezamos a demostrarles que tenemos modos, claridad, un discurso claro y concreto, fundamentado. Tenemos la inteligencia para responder. Incluso si fuese como dicen, que se ahogó, eso pasó porque estaba siendo corrido por la Gendarmería, como contó Nicasio Luna.

Durante la investigación para este libro varias fuentes indicaron que uno de los abogados pudo haber confundido al peñi, que estaba encapuchado; que esa declaración no fue tomada de manera regular, sino que fue una charla informal; y también que si no fue Lucas pudo haber sido otro porque “varios vieron lo mismo que Matías”.

“Nosotros no mentimos, estamos denunciando al Estado, no fue un problema barrial de pandillas. Fue el Estado contra el pueblo mapuche, ellos tienen todas las herramientas y los medios para inventar todo, más su equipo de trolls que nos siguen vapuleando”. Los mapuches de Cushamen fueron superados por la situación, y fue evidente la ausencia de un intérprete. Para Maicoño, Santiago no fue al río a darse un chapuzón. “En el caso de que se haya ahogado, los gendarmes tienen responsabilidad”, dice Soraya, en un banco junto a la estación de El Bolsón. “No estamos en una dictadura, pero te desaparecen, te matan a la vista de todos como pasó con Rafita. Santiago era anarquista. Fue uno de los que rompió el vidrio del juzgado federal en la marcha del 29 de julio en Esquel, Germán dijo ‘ya lo sé, yo sé quién era mi hermano’. Santiago estuvo acompañando la toma del municipio en contra de la modificación de la ley de tierras en toda la provincia. Por eso pidió ir también a la Pu Lof. Nuestro error fue haberlo dejado ir. La gente que vive ahí sabe adónde correr a resguardarse”.

El testimonio de E. sobre los últimos minutos de vida de Santiago menciona un diálogo donde Santiago le dice al peñi que siga, que él no puede nadar más, mientras disparaban. “Creo que puede haber existido ese diálogo, los lamngen contaban que las balas rebotaban tanto en el río que Santiago prefirió volverse. Salieron inmediatamente a buscarlo a los escuadrones de Gendarmería porque esos hijos de puta se habían llevado al Brujo”. Ese día ella estuvo seis horas detenida en la ruta, porque salió de la Lof para pedir ayuda, pero los verde oliva se lo impidieron. “Más allá del miedo, creo que todos tendríamos que haber ido a declarar inmediatamente. Es lo que pienso yo, no digo que todos pensemos igual. El lonko también lo propuso. Muchos hermanos tienen hijos, están siendo perseguidos, tienen causas de todo tipo por la persecución política así que entiendo ese miedo. Han matado testigos, como en el caso de Iván Torres o lo que le pasó a Jorge Julio López. Los de los derechos humanos aparecieron, pero cuando no hacés lo que ellos te sugieren enseguida es que no estamos prestando colaboración. Por eso pedimos abogados que sepan de derecho indígena”.

El abogado de la APDH Mauricio Rojas sostiene que la única forma de salir de la encerrona que significó desde el punto de vista jurídico la aparición del cuerpo es investigar la irregularidad del operativo represivo como nexo causal de la muerte de Maldonado. El reproche penal a los gendarmes podría plantearse como un homicidio agravado. Sin embargo, la familia insiste en que se trató de una desaparición forzada, en cuyo caso el hallazgo del cadáver lejos de anular el delito lo agrava con pena de prisión perpetua.

Además de las fuerzas de seguridad implicadas, los testimonios mencionan a los guardias que trabajan directamente para los Benetton, en la estancia Leleque. La periodista italiana Mónica Zornetta, especializada en mafias, afirma que “en Italia nadie se imagina quién ayudó a los Benetton en su ascenso al poder en Argentina: los gobiernos, las organizaciones rurales, cierta política y cierta prensa. Pocos saben lo que realmente se esconde detrás de los hermosos mensajes coloridos de amistad y diálogo entre las culturas y los pueblos, y del respeto de la naturaleza que pertenece a la propaganda de los Benetton. Pericle y yo combinamos los puntos, vinculamos los hechos, explicamos ciertos pasos y pusimos de relieve las contradicciones del trabajo de los Benetton con una contra-narración. Un ejemplo de los hechos silenciados son las decenas de mapuches desaparecidos en la Patagonia. Otro son los juicios en su contra por modificar el curso del río Chubut, por contaminarlo, por cerrar el paso y prohibir pescar, como también las denuncias por la explotación de sus peones mapuches. El resurgir de la recuperación de la tierra complica sus negocios, porque en Cushamen mostraron la irregularidad de la compra durante el menemismo y la silenciada ampliación de su superficie”, agrega la periodista y escritora desde su casa en Treviso.

La abogada Verónica Heredia había estado una semana antes en el lugar del hallazgo. “No me da para especular si lo plantaron, pero ahí no estaba. Roberto Cohen y los demás especialistas dijeron que tenía razón yo, no estaba porque emergió 48 horas antes del hallazgo. El viernes 13 el juez Lleral nos había avisado del procedimiento, el 15 Santiago ‘decide’ emerger, el 17 lo encuentran. El 3 de octubre el prefecto Leandro Ruata le había dicho al juez de volver a rastrillar ese lugar. ¿Cómo sabía que iba a emerger el 15?”. La noche del 20 el juez Lleral pidió silencio, otra vez, a las querellas. Dijo que él tampoco iba a dar detalles, pero en la puerta de la morgue dijo lo necesario para ponerle lápida al caso: “No hay signos de violencia en el cadáver”. Listo, se ahogó solo. Para la familia era al revés, tras la autopsia tenían más dudas aún.

El perito de la familia, Alejandro Incháurregui, tenía orden de no firmar el acta. Sin embargo, lo hizo. Su firma es una de las 28 que aparecen en el informe final, nunca hubo 55 peritos, como mintió el juez federal Gustavo Lleral. Como había hecho antes del hallazgo, la noche de la autopsia pidió silencio de radio a las cinco querellas y monopolizó las palabras, que eligió con esmero. Faltaban pocas horas para la elección de medio término del macrismo y el magistrado enfatizó que «se pudo determinar que no hubo lesiones en el cuerpo». Así, la claque de derecha, que jamás leyó ni vió documento alguno, repite hasta hoy la falacia de que Santiago se ahogó solo.