2/4/2024
Quisiera hoy compartir con ustedes algunas reflexiones sobre Malvinas que no pretenden ser una verdad revelada. Son reflexiones desde una perspectiva critica de la
versión nacionalista de la historia sobre la Guerra de Malvinas. Un análisis que, como
docente y profesora de historia no puedo dejar de traer para compartir con ustedes,
entendiendo que desde las ciencias sociales no es posible realizar una única
interpretación de los hechos, sino múltiples y variadas miradas respecto del pasado y el
presente.
Con esta premisa como punto de partida traigo la primera reflexión con algunos
interrogantes para compartir, y se refieren al contexto histórico en el que ocurrió la
Guerra:
¿Por qué el gobierno argentino decidió iniciar un conflicto con Inglaterra por Malvinas
en 1982, si las islas estaban bajo ocupación británica desde 1833? Es decir, en 1982 hacia
149 años que las Islas estaban ocupadas por los ingleses. ¿El conflicto por Malvinas
estaba con antelación dentro de la agenda del gobierno de Galtieri? ¿Era parte de su plan
de gobierno? ¿Estaba Argentina preparada para entrar en un conflicto bélico con una de
las mayores potencias económicas y militares de fines del siglo XX? ¿Cuál fue entonces
el motivo de la guerra? La historia ya ha dado múltiples y variadas respuestas a todas
estas preguntas. Hoy sabemos que la Guerra de Malvinas pertenece a otro triste capitulo
mas de la dictadura cívico eclesiástica militar que gobernó en la argentina entre 1976 y 1983.
Las razones de la guerra de Malvinas se inscriben en un intento del gobierno militar
de sostener su legitimidad luego de 5 años de represión, secuestros, desapariciones,
exilios, censura, denuncias por parte de los organismos de DDHH internacionales, y un
claro y rotundo fracaso del plan económico que se propusieron llevar adelante con una
deuda exorbitante (la mas grande de la historia hasta ese momento), fabricas cerradas,
desempleo, inflación, y lo que hoy ya conocemos bien sobre las recetas económicas
neoliberales. El gobierno de Galtieri creó una gesta nacionalista y patriótica sobre la
recuperación de las islas, una suerte de “argentinidad recargada” que prendió
rápidamente en la mayoría de la sociedad argentina, y con un gran apoyo, claro está, de
los medios de comunicación hegemónicos, que con sus tapas de diarios y mensajes
radiales y televisivos convencieron a la sociedad que ir a la guerra estaba bien y era
necesario. 74 días de guerra. 649 soldados, suboficiales y oficiales muertos.
35 años tuvieron que esperar los familiares de los caídos en Malvinas para tener una lápida con
un nombre donde hacer un duelo. Luego de finalizada la guerra el gobierno militar nunca
informó oficialmente a las familias de los caídos en Malvinas de las muertes, ni
proporcionaron datos acerca de cómo habían ocurrido. Tampoco lo hicieron los
sucesivos gobiernos democráticos posteriores, a pesar de la existencia del informe
elaborado por Geoffrey Cardozo a quien fuese encargado el enterramiento de los
soldados y la organización del cementerio de Darwin donde se encontraban datos
precisos para la identificación de los enterramientos. Los familiares pudieron conocer
sobre esto de forma paulatina recién a partir del año 2008, en que conocieron la
existencia del informe, y luego en 2018 y 2019 algunos pudieron viajar a las Islas para
llorar a sus hijos muertos en una guerra 37 años atrás.
Sí, la guerra de Malvinas y todo el dolor y sufrimiento que ello supuso para los
excombatientes, sus familias y para toda la sociedad argentina también fue consecuencia
de la dictadura militar de 1976.
De allí se desprendió luego, y en la misma línea nacionalista y patriótica, la idea y
concepto en la sociedad argentina de “los héroes de Malvinas” que hasta hoy continúa
dando identidad y bandera en muchos aspectos a las y los argentinos, no sólo en relación
a la Guerra. La literatura, la música, el fútbol y Malvinas quedarán en nuestro patrimonio
cultural grabados a fuego “nuestros pibes de Malvinas que jamás olvidaremos”. La
historia también ha dado a conocer a través de diferentes investigaciones históricas y
periodísticas los detalles de las miles de historias de vida de los soldados que debieron
ir a la guerra. Y en este punto quiero hacer una segunda reflexión e interrogantes:
un conscripto del servicio militar obligatorio, ¿estaba preparado, entrenado y con los
conocimientos necesarios en manejos de armas, tácticas militares, de superviviencia y
psicológicos como para afrontar el hecho real y concreto de ir a la guerra? ¿Cuántos de
ellos lo estaban? El Estado Argentino envió a la guerra a soldados de carrera y a
ciudadanos que se alistaron de forma voluntaria para ir a pelear, pero también envió a la
guerra a jóvenes conscriptos que no habían podido elegir su suerte. Los relatos
posteriores a la guerra de los ex combatientes también demuestran que muchos de ellos
con 18 y 19 años de edad contaban con escasa preparación para estar asignados en un
frente de batalla. En ésta diversidad de experiencias se inscribió posteriormente durante
los años 80’ y 90’ y de forma uniforme para todos los ex combatientes la idea de “héroes”.
Iniciado el nuevo siglo desde el Centro de ex Combatientes de Islas Malvinas La Plata y
organismos de DDHH se sumó a ésta perspectiva histórica nacionalista, el concepto de “victimas”, en particular para asignarse a los ex combatientes que fueran conscriptos del servicio militar obligatorio
que terminaron alistados como soldados en una guerra de la que nunca eligieron, por
vocación, ser parte. No pretendo aquí plantear una dicotomía héroes/victimas sino más
bien acercar una problematización reciente sobre lo que hasta hace unos años atrás
fuera una única lectura histórica y social posible sobre los ex combatientes. Considero
necesaria la reflexión de estas construcciones y categorías sociales desde una mirada
que enmarca la guerra de Malvinas dentro de las desastrosas acciones desarrolladas por
la dictadura militar y el terrorismo de estado. Asimismo no dudo en la continuidad del
necesario y respetuoso reconocimiento social a los excombatientes y por eso quiero
pedir un fuerte aplauso para ellos. Gracias por tanto y perdón por tan poco.
Y para finalizar quisiera referirme a la causa Malvinas hoy. Ya durante la campaña
presidencial, la actual encargada de la Cancillería argentina Diana Mondino, anticipó que
en el conflicto sobre soberanía y Malvinas contemplaría la voluntad de los kelpers,
reconociéndoles una autodeterminación que no poseen.
Meses después, el presidente Javier Milei celebró la reunión que mantuvo en Davos con
el Ministro de Relaciones Exteriores, David Cameron, donde aceptó la estrategia
diplomática planteada por los británicos denominada «agree to disagree», algo así como
si acordamos estar en desacuerdo respecto de Malvinas, hablamos de negocios.
En los medios de prensa, la Cancillería Argentina representada por Mondino confirmó
que esa es la política planteada por Cameron, y aceptada por el gobierno argentino.
En este momento ya ocurrieron cambios en el Atlántico Sur, incentivados por el Reino
Unido, a saber:
- La sorpresiva visita del canciller David Cameron a las Malvinas y sus
pronunciamientos a favor de la soberanía británica sobre las Islas. - La ampliación de la “zona de prohibición” de pesca y navegación en las Islas
Georgias del Sur, una decisión adoptada por Londres de manera unilateral y que
extiende el control británico sobre aproximadamente 170 mil km² adicionales
del Mar Austral, afectando de ese modo las posibilidades concretas de
Argentina de acceder a la riqueza ictícola de esa región.
• Ahora se suma la construcción de una obra de infraestructura que podría situar
en otro nivel la disputa por las Islas Malvinas y por la presencia argentina en el
Atlántico Sur.
Según informaron recientemente las autoridades isleñas, el histórico astillero británico
Harland & Wolff ganará la licitación para la construcción de un nuevo puerto que
reemplazará las instalaciones existentes en PuertoArgentino, construidas por la misma
empresa en 1984. La futura obra de infraestructura en las Malvinas apunta a cumplir con
varios objetivos al mismo tiempo.
Por un lado, pretende situar a Puerto Argentino como el principal polo portuario en el
Atlántico Sur, en detrimento de los avances realizados desde Ushuaia con este mismo
objetivo, teniendo en cuenta el incentivo que podría brindar en áreas económicas y
comerciales tan diversas como la pesca y el turismo.
De igual modo, apunta a convertirse en un acceso privilegiado a la Antártida, un
continente rico en agua y en minerales de todo tipo y cuya explotación es incentivada
por el Reino Unido, pese a las restricciones existentes en la materia.
Por sus amplias dimensiones y funcionalidad, el proyecto puerto podría albergar además
a barcos petroleros, teniendo en cuenta la presencia de hidrocarburos en el yacimiento
Sea Lion, al norte de las Malvinas, y cuya explotación por parte de la empresa británica
Rockhopper Exploration y de la israelí Navitas comenzaría a producirse este mismo año.
42 años después de la guerra de Malvinas y del reclamo permanente por la soberanía y
los derechos de nuestro país sobre dicho territorio asistimos a un momento de retroceso
en las negociaciones diplomáticas entre el gobierno argentino y el británico.
En tiempos donde el actual gobierno ha puesto en duda nuestras certezas más profundas
respecto de temas centrales como el valor y reconocimiento de las universidades
públicas, la formación científica, la inversión en salud, la cultura argentina, el cine
Nacional, al cuidado del medio ambiente, entre muchos otros aspectos de interés
público y nacional, es urgente y necesario incorporar la causa por la soberanía de
Malvinas en la agenda actual de reclamos y preocupaciones de todo el arco político, así
como también de toda la ciudadanía argentina, no vaya a ser cosa que ahora también
nos quieran convencer de que la soberanía de Malvinas puede ser factor de negociación
económica y política en nombre de la libertad de mercado.
Ahora más que nunca no abandonemos el lema que supimos construir y defender:
MALVINAS EN PAZ
LAS MALVINAS FUERON, SON Y SERÁN ARGENTINAS. PATRIA SIEMPRE, COLONIA NUNCA
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