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Criminalización

Definir desde la ira: una caza de brujas

La definición de antisemitismo adoptada este año por la Justicia argentina se transformó en una herramienta para criminalizar manifestaciones en apoyo a Palestina, críticas al gobierno de Israel y hasta canciones de murgas. Un sector de la colectividad judía puso el foco en las redes sociales y las consecuencias están a la vista.

Por: Perycia
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Con la sangre derramada por Hamas en los kibutz israelíes el 7 de octubre del año pasado, en plena campaña electoral, un conjunto de dirigentes vinculados a la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), junto a funcionarios y personalidades de la colectividad, conformaron el Foro Argentino Contra el Antisemitismo o “FACA”; organización que se dedica -desde Argentina y, principalmente, desde las redes sociales- a “defender el derecho del Estado de Israel a existir y defenderse y a trabajar contra el antisemitismo”. 

El antisemitismo es un fenómeno sobre el que únicamente la colectividad judía puede dar cuenta y, por ello, a través de diversas instituciones se dedica a mesurarlo y combatirlo: en nuestro país una de las encargadas es la DAIA, a través de su Informe anual sobre antisemitismo, confeccionado a través de las denuncias recibidas en su Mesa de Denuncias. En septiembre último, publicó el informe del año 2023 que advierte sobre un aumento de casos, tras el ataque de Hamas de octubre. 

Para la clasificación de cada hecho, la entidad se apoya en la definición de la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto, IHRA (de la que Argentina es parte desde el año 2020), definición que en nuestro país fue aceptada por la Cámara de Casación Penal (Resolución 129/24) el 11 de abril de este año, a pedido de Ariel Gelbung, director para América Latina del Centro Simón Wiesenthal. Aunque es jurídicamente no vinculante, ya se han comenzado a ver las consecuencias de esta adhesión que amplía y flexibiliza la posibilidad de aplicación del concepto de antisemitismo. 

Al momento de recibir las denuncias, las dimensiones cualitativas contempladas son: Antisemitismo religioso/teológico, Apelaciones a la avaricia o la explotación, Antisemitismo nacionalista, Simbología nazi, Negacionismo-banalización, Medio Oriente (o antisemitismo contemporáneo) y -la más controversial- Afirmaciones que niegan el derecho a la existencia del Estado de Israel. 

El mundo judío argentino está fraccionado y la heterogeneidad de las voces se verifica no solamente en torno a Palestina y la ofensiva de Netanyahu. A 30 años del atentado a la AMIA, a 10 cuadras del acto oficial, hubo otro paralelo en Tribunales con familiares y militantes de Memoria Activa. También existe la organización Judíes por Palestina o el periodismo de Nueva Sión, que denuncia la desinformación en Gaza, bregando por la “desmilitarización de las palabras” para terminar con la guerra. Otro ejemplo es el del periodista Alejandro Bercovich que tuvo que hacer su descargo contra DAIA cuando lo tildaron de “terrorista” y “portador de apellido” judío. 

Alejandro Bercovich

Cuando al interior de la propia colectividad existen voces que, fieles a la memoria de persecución y exterminio, sostienen el respeto al derecho a la vida de otros pueblos: ¿por qué el oficialismo adhiere únicamente al sector de la colectividad que elige alzar la voz para fomentar la venganza y justificar el genocidio y la violencia, cuando lo que urgen son la justicia y la paz? ¿Cuáles son las consecuencias prácticas de la aplicación de esta nueva definición de antisemitismo? 

Zurdos, sucios y malos

Javier Milei ganó las elecciones con un discurso contra “el comunismo” y “los zurdos”, por lo que no sorprende que los partidos de izquierda sean objetivo de los trolls y las delegaciones de la colectividad afín al oficialismo. 

Alejandro Bodart, ex diputado nacional y referente del Movimiento Socialista de los Trabajadores, fue llevado a los tribunales por la DAIA, por tweets en favor de Palestina, en 2022, tras el asesinato de la periodista Shireen Abu Akleh

Discriminación”, en el marco de la Ley N°23592 y “Antisemitismo”, en la reciente definición, fueron las acusaciones. Testificó Ariel Augusto Gelblung, presidente del Centro Simón Wiesenthal, promotor de la aprobación de la definición de la IHRA en Casación Penal en nuestro país. “Necesitamos explicar hasta el cansancio y enseñar. Buscar personas buenas que estén dispuestas a entender que el antisemitismo es un problema de las sociedades que lo toleran, no de los judíos – explica Gelblung entrevistado por Perycia. Y la solución debe venir desde la sociedad civil, no de los judíos. No es exageración. Estamos ante el mayor brote antisemita desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Pero cuando la explicación y la vía de la concordia no funciona y nos encontramos con quien está decidido a llevar adelante un discurso y una acción antisemita, nos queda el castigo”. 

Desde la fiscalía consideraron que “con las tres publicaciones -que señalaron tuvieron un alcance de 72 millones de interacciones en X- incitó al odio contra la comunidad judía porque “el discurso del imputado alentó e incitó a la persecución o al odio contra los judíos, los israelíes y los sionistas”. 

“Esta definición de la IHRA, es lo que es brutal porque quiere dar un andamiaje pseudo-legal que avance contra la libertad de opinión para poder poner un bozal a todos lo que denunciamos el genocidio que, por cierto, es un deber denunciar todo esto, incluso asumiendo las consecuencias que se asumen”, comentó Bodart a Perycia tras el juicio, que contó con testigos como Norman Briski, Adolfo Pérez Esquivel, Myriam Bregman, Jorge Altamira, Claudio Katz y Laura Ginsberg, entre otras figuras reconocidas de la colectividad que también denuncian el genocidio perpetrado por el Estado de Israel en Palestina.

Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, presente en la sala, también fue acusado por el presidente de la AMIA de antisemita por el contenido de su discurso en la marcha universitaria de abril. Había dicho que “la educación es para generar conciencia crítica, hombres y mujeres libres y no esclavos, no gente sometida a estos poderes que quieren hacer de nuestro país una colonia de Estados Unidos y de Israel”.

Alejandro Bodart fue absuelto el 21 de agosto.  En el fallo, la jueza en lo Penal, Contravencional y de Faltas N° 8, Natalia Molina explicó: “Cualquier interpretación de estas frases debe enmarcarse en un problema de política internacional entre el Estado de Palestina y el Estado de Israel, lo cual excede ampliamente esta jurisdicción. Esta circunstancia implica diversas interpretaciones, y quizás lo más difícil sea interpretar asépticamente las palabras en un clima que no es de paz. Digo esto porque la naturaleza del conflicto, hoy desarrollándose con violencia, dificulta neutralizar cualquier palabra que surja de él sin que su efecto deje de ser neutro, pues se trata de una herida abierta”.

Alejandro Bodart

Mientras tanto, Vanina Biasi, diputada nacional por el Frente de Izquierda (Polo Obrero), compareció el último 15 de octubre por una causa fundada en un posteo en X, también enmarcada en la Ley 23592 de “Actos Discriminatorios”, iniciada por una denuncia del fiscal Carlos Ernesto Stornelli que, como consta en la presentación judicial, tiene “la clara convicción de que antisionismo es sinónimo de antisemitismo”.

La acusación -como en el caso Bodart- se apoya en conceptos de Ariel Gelblung. Como pruebas la fiscalía acompañó la denuncia con comentarios en X de Sergio Pikholtz, ex vicepresidente de la DAIA, y un artículo del diario Clarín. “Una diputada de izquierda calificó de ‘construcción narrativa sionista´ la dramática historia de una nena secuestrada por Hamas y provocó un amplio repudio”, dice la nota sin firma.

Está claro que antisionismo no es antisemitismo: no puede asimilarse la crítica a un Estado y su política a una posición racista – dijo Biasi luego de la indagatoria-. En realidad, esta causa lo único que busca es acallar a quienes estamos denunciando esta barbarie. Es un ataque liso y llano a la libertad de expresión, en un momento en que en todo el mundo se producen movilizaciones masivas para repudiar la matanza sobre el pueblo palestino y todos los pueblos de Medio Oriente”.  Vanina Biasi espera el dictamen.

Norman Briski se sumó a la lista de objetivos de la DAIA y el FACA, cuando después de testificar en el juicio contra Alejandro Bodart, tras recibir un Martín Fierro a la trayectoria subió al escenario gritando frente a un tibio aplauso: “Gaza, Gaza, Gaza”. En redes sociales fue acusado de apoyar al terrorismo y de antisemitismo y las delegaciones israelíes en la Argentina aprovecharon para reforzar la sinonimia que buscan establecer: Antisemitismo=Antisionismo. 

Norman Briski

El discurso que pronunció en apoyo a Palestina fue encuadrado por Alejandro Broitman -abogado de la DAIA- en los delitos de apología del crimen (art. 213 del CP), incitación a la violencia colectiva (art. 212 del CP) y en el art. 3 de la Ley de Antidiscriminación nº23.592. Pero la causa no prosperó y fue desestimada por los jueces Sebastián Ramos y Esteban Murano que entendieron que “la circunstancia de que Broitman pertenezca al pueblo judío no habilita per se la constitución en el rol pretendido, ya que deben verificarse los recaudos específicos que la normativa procesal exige. En tal sentido, debe advertirse que el nombrado no explicó de qué manera podría resultar particularmente ofendido por los hechos denunciados, qué derechos se encontrarían vulnerados y cuál sería el perjuicio real, especial y concreto sufrido”. 

¿Qué pasa cuando quienes son juzgados por repudiar el accionar de Netanyahu no son figuras públicas ni tienen recursos materiales para afrontar una causa de esta naturaleza?

Vigilar y Castigar

Cristián Adrián Díaz, era trabajador metalúrgico en “Fortaleza Productos Metal y Madera”, y concurría diariamente a ese lugar entre las 5:30 AM y las 17 hs. Tenía 47 años y vivía en la calle Misiones, en la ciudad bonaerense de Florencio Varela, cuando el 14 de junio de 2023, el grupo GEOF, brigada antiterrorista de la Policía Federal, pateó la puerta de su casa y lo detuvo por el delito de “Amenazas contra la comunidad judía” (CCC 48888/2017). 

La Dirección General de Seguridad de Estado de la Policía Federal -que depende de la Superintendencia de Investigaciones Federales- actuó a partir de un pedido del Jefe de Seguridad de la Embajada Israelí, bajo la orden del juez Ariel Lijo que, teniendo la mitad de las causas por corrupción en instrucción en su juzgado desde hace 10 años o más, actuó a las dos semanas. 

Ingresaron a su domicilio, secuestraron sus pertenencias, legitimando su detención en pruebas como un cuadro pintado a mano de una mujer palestina, la inscripción “Palestina Libre”, un banderín, una bandera, cuadernos con anotaciones en árabe y un libro titulado “Aprendo Árabe a través del Español”, publicaciones en redes, y unos giros a familias palestinas en 2018 y 2019.  

Su nombre comenzó a circular en medios que lo acusaban de terrorista y, sin tener antecedentes penales, terminó en el Complejo Penitenciario Federal II Marcos Paz, una prisión de máxima seguridad que alberga a los cabecillas de las organizaciones criminales más importantes de la Argentina. 

Casación Penal confirmó una semana después su procesamiento y la prisión preventiva en Marcos Paz, por mensajes en Facebook contra la comunidad judía, en la celebración del Día de Israel: “Che, no sea cosa que lo que pasó en Túnez (N.D.R.: tiroteo a una peregrinación judía)  pase en otros lugares del mundo, yo no es que quiera dar ideas, acaban de asesinar niños y mujeres en Gaza. A lo mejor deberían suspender”. El posteo tuvo 5 reacciones y 1 compartido. En publicaciones anteriores manifestaba su apoyo al pueblo palestino y su oposición a la acción del estado israelí. 

Los jueces admitieron que los mensajes de Díaz no constituían “intimidación pública”: “no surge de ese señalamiento que Díaz haya actuado con voluntad de generar temor, ni provocar con ello tumultos o desórdenes respecto a la celebración que estaba prevista días después”. Sin embargo, lo dejaron detenido porque “los momentos elegidos para hacer (las declaraciones) y el medio utilizado para transmitirlas: una red social abierta, ubican su proceder por fuera del ejercicio del derecho constitucional que ampara la libertad de expresión”. 

Apeló entonces la defensa: “¿Es probablemente el posteo de Díaz un comentario poco feliz? (…). Personalmente creemos que sí, que fue poco feliz, no comulgamos con tratar livianamente ni en ningún tono alternativo a la seriedad absoluta la tragedia de la guerra, ni rozar la broma irrespetuosa del dolor y la sensibilidad de ninguna comunidad religiosa o étnica. Pero de la condena moral o social a procesar y encarcelar a un sujeto hay una distancia equivalente a la que existe entre el Estado democrático de Derecho y un régimen totalitario que persigue a todo aquel que no adhiera a la moral oficial o a las formas de pensar políticamente correctas”. 

Cristián Adrián Díaz

Díaz acompañaba la causa palestina desde muy joven. Fue su madre quien le inculcó el amor por los pueblos árabes, en particular, por la lucha de la liberación del pueblo palestino. “Quien soy y mis ideales siguen intactos”, les dijo a sus compañeros del Comité de Solidaridad por el Pueblo Palestino. Antes de ser liberado, les contó que lo que más le dolía era no saber sobre su familia en Gaza al momento de postear: “Hoy día no puedo saber si siguen vivos o están muertos y probablemente nunca me entere”.

Cristián Díaz fue absuelto. Recuperó su libertad el 12 de marzo del 2024. Falleció el 27 de julio, sin enterarse si sus dos ahijados en Gaza continuaban con vida. 

El argumento por el que permaneció detenido fue que la policía no tenía tiempo para realizar los peritajes a su celular. 

Censura: de Palestina no se habla

En la insistencia mecánica de la persecución vía X, a veces el hostigamiento trasciende la pantalla. Es el caso de Julio Neme Dorah y de la Murga Los Impresentables de Flores. 

Julio Neme Dorah es Licenciado en Comunicación Social, docente de la Facultad de Ciencias Políticas de la UnCuyo y Presidente del Club Sirio en Mendoza. Nieto de cuatro abuelos sirios, milita desde joven la causa palestina y se convirtió en un referente sobre el conflicto en Medio Oriente. 

En el año 2016, comenzó a dar clases en la materia Estudios Árabes Contemporáneos y un año después empezaron a llegarle llamados de atención del decanato por los contenidos de la materia. Al consultar le respondieron que la preocupación llegaba de sectores de la comunidad israelí de Mendoza. 

En 2019 se enteró por WhatsApp que era noticia: denunciaban que se manifestaba en clase en contra de la comunidad judía. El Centro Simón Wiesenthal se comunicó telefónicamente desde Los Ángeles, Estados Unidos con la UnCuyo para que lo investiguen y, en noviembre de ese mismo año, tras exponerlo en los medios, la investigación concluyó en que no había contenido antisemita en sus clases. Con una pequeña adenda, se lo instaba a la reflexión para “trabajar para la paz”. Lo único replicado por los medios de comunicación fue ese párrafo. La resolución que lo absolvía de cargo y culpa quedó en la papelera de reciclaje de las redacciones, junto a las disculpas por haberlo expuesto.

En 2024, tras haber dado charlas sobre la relación geopolítica entre el conflicto de Ucrania y Rusia y el de Palestina e Israel, fue invitado por la Embajada de Palestina en Buenos Aires. Los medios titularon que “un declarado antisemita” asistiría a dar charlas a la Embajada. 

Alejandro Alvarez (h.), Subsecretario de Políticas Universitarias de Javier Milei se comunicó con la UnCuyo respondiendo al llamado de FACA, lo que derivó en la finalización del ciclo de charlas sobre Palestina en la Universidad, amenazas telefónicas y otras situaciones que hicieron que finalmente abandone la materia y la cátedra. 

No es la primera vez que desde DAIA, el Centro Simón Wiesenthal, FACA y el núcleo de organizaciones que las gravitan, se intenta censurar el discurso o el posicionamiento frente al conflicto en Palestina. En el sindicato docente Amsafe Rosario recibieron llamadas de atención. Varios medios de comunicación y periodistas también recibieron las “correcciones” semánticas desde las organizaciones. 

La estrategia, en apariencia pedagógica y tendiente al llamado a la reflexión y al aprendizaje, va formateando el discurso. Mientras el 7 de octubre de este año The Heritage Foundation presentó en el Congreso de Estados Unidos el Proyecto Esther (un paquete de legislaciones y medidas que financiaría para identificar a quienes militan la causa palestina, vinculándolos al “terrorismo, la destrucción de la libertad y la democracia” y criminalizándolos por representar una amenaza “a la seguridad nacional”), en la Argentina de Milei la libertad avanza hacia el alineamiento con el Estado de Israel y la condena de quienes, ejerciendo la reflexión crítica, denuncian la masacre.

¿Qué se puede y no se puede decir? ¿Es el ejercicio de comparación de dos hechos históricos un delito? ¿Dónde quedó la libertad de expresión? ¿Dónde la libertad de prensa? ¿Sobre qué es posible opinar y sobre qué no? ¿Serán consideradas antisemitas estas reflexiones?

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