A las 9.12 por la calle Lincoln ven llegar a Eva “Higui” De Jesús acompañada de Gabriela Conder, su abogada. Pantalones largos y una camisa a cuadros, abrazada a una pelota, el pelo corto y rapado. Está nerviosa. Una lesbiana se acerca, la abraza y le da una remera. “Gracias, me la voy a poner abajo de la camisa”, sonríe.
Higui es una lesbiana visible, “chonga”, de 47 años acusada de homicidio simple tras defenderse de una violación “correctiva”, un crimen de odio, en octubre de 2016.
El juicio, que comenzó hoy, se seguirá llevando adelante en el Tribunal Oral en lo Criminal N°7 de San Martín, en la sala C, los días 16, 17 y 22 de marzo. La campaña por la absolución de Higui, organizaciones sociales, políticas y transfeministas estuvieron presentes en la puerta para acompañarla.
Si bien la audiencia para la lectura de la acusación estaba convocada para las 9.30, la fiscal Liliana Tricarico llegó cerca de las 11. Los jueces Germán Adolfo Saint Martin, Gustavo Alfredo Varvello y Julián Descalzo -todos varones- aparecieron unos minutos después.
Para las siguientes jornadas, la parte acusadora presentó una lista de más de 35 testigos. Mientras que la defensa solicitó se escuchen los testimonios del perito psiquiátrico y psicólogo especialista en violencia de género Enrique Stola y de Raquel Disenfeld, la psicóloga de Higui.
“Te vamos a hacer mujer”
A los 8 años Higui dejó la escuela y tuvo que salir a trabajar. Fue cartonera, jardinera y ayudante de albañil. Siempre hincha de Boca y fanática del fútbol, de donde adquirió su apodo, por el arquero “René Higuita”.
El 16 de octubre del 2016, día de la madre, visitó la casa de su hermana en el barrio Mariló, partido de San Miguel, provincia de Buenos Aires. Hace tiempo no vivía allí, se había mudado por las amenazas, el acoso y abuso callejero que sufría todos los días. Ese día un grupo de diez hombres la esperó en la puerta y la atacó al grito de “te vamos a hacer mujer, tortillera”.
Por eso lo que pasó después se considera una violación “correctiva”: un ataque sexual que sufre una persona por su condición de género o su expresividad. Un crimen de odio.
“Si bien, (…) ONUSIDA recomienda no usar la designación de “violación correctiva”, dado que no habría nada “correctivo” en el acto de violar a alguien –y recomienda consecuentemente sustituirlo por “violación homofóbica”–, consideramos, no obstante, que lo correctivo del acto no pasa los efectos (ciertamente destructivos) que tiene esta modalidad delictiva sobre el cuerpo o la identidad sexual de la víctima, sino por el propósito sádicamente “aleccionador” que moviliza al agresor a llevar a cabo esta forma extrema de la violencia heteronormativa”. Informe Crímenes de Odio. ILGA.
Ante el intento de violación “correctiva”, Higui se defendió con un cuchillo que tenía entre su ropa, y como resultado Cristian Espósito, uno de los agresores, murió en el momento. Los otros atacantes continuaron golpeándola. Higui fue encontrada desvanecida, herida y con el pantalón y el boxer destrozados.
Sin embargo, la policía, lejos de abrir una investigación, la detuvo. Las irregularidades no faltaron: la comisaría 2° de San Miguel ocultó pruebas, le negó la atención médica a Higui y tampoco permitió la intervención de un médico legista. Fue procesada por homicidio simple por el Juzgado de Garantías 6 de San Martín tras la instrucción de la Unidad Fiscal 25 y estuvo presa durante ocho meses en el penal de Magdalena.
En junio de 2017, tras una campaña por su libertad y una fuerte movilización, la Cámara de Apelaciones de San Martín le concedió la excarcelación extraordinaria para esperar el juicio oral. El mismo iba a comenzar en el 2020 pero por la emergencia sanitaria por el COVID-19 se pospuso hasta ahora.
Debate oral, pero sin público
Del lado derecho de las escalinatas de los Tribunales de San Martín, familiares del agresor arrancan los carteles que gritan el pedido de absolución para Higui. “No entremos en provocaciones”, se escucha en voz baja y se reproduce entre las personas que siguen llegando.
“Higui corazón, acá tenes las mostras para tu absolución”. El canto se repite hasta el momento de entrar al Tribunal. Cerca de las 10 de la mañana el corte de la Ruta 8 ya es total. La radio abierta está instalada y empiezan a llegar los gazebos donde se funcionarán la olla popular, el taller de serigrafía y el espacio de cuidados y atención médica. El picadito de fútbol empieza de a poco de la mano de “las Xeneizes”. En el palo de luz una persona le hace piecito a otra para colgar el aro de basquet. La jornada va a ser larga.
Días antes, la abogada Gabriela Conder había pedido que el debate se hiciera en la sala principal de los Tribunales para que se garantice su publicidad. A partir de las reiteradas solicitudes de los medios para presenciar el juicio, los jueces resolvieron todo lo contrario: no solamente negar la entrada de la prensa y al público en general, sino también cambiar la sala para que el espacio sea todavía más reducido.
“Contando dicha sala con quince plazas para el público distribuidas en tres filas, corresponde por cuestiones de protocolo, con el objeto de garantizar las medidas sanitarias y distanciamiento, restringir el acceso a la sala a fin de presenciar el debate. Solo a familiares directos de las partes, sin perjuicio que al comienzo de la audiencia se revalúe la disposición de plazas definitivas”, dice la nota enviada por el Tribunal.
En la sala C el espacio es definitivamente muy chico. Entran diez personas. En el momento en que Higui ingresó junto a su abogada, los familiares de Espósito que estaban esperando para entrar le gritaron “asesina”, varias veces. Finalmente, solo tres familiares del agresor se quedaron en la sala, los demás salieron a la calle.
Cerca de las 15 y después de la lectura de la acusación comenzaron a declarar lxs primerxs testigxs pedidos por la fiscalía, entre ellos la pareja de Espósito y la madre. Cuando los jueces decidieron ir a un cuarto intermedio, Higui volvió a la calle junto con su abogada. La recibieron con abrazos e invitaron a dirigir unas palabras en la radio abierta: «Si hubiese sido yo la muerta no hubiese pasado lo que está pasando hoy». Antes de volver a subir, un aplauso generalizado inundó la avenida Ricardo Balbin. Higui habló de nuevo:
“Gracias por estar acá, en serio, gracias”.