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Territorios

Dia Internacional de la No violencia contra las Mujeres

Lejos de su tierra, hablan las últimas detenidas del desalojo de Villa Mascardi

En Bariloche, cuatro mujeres mapuche junto a sus hijxs están con prisión domiciliaria por el delito de usurpación sin poder volver a su territorio y con un historial de violencias sistemáticas del que muy poco se habla. Perycia dialogó con algunas de ellas que narraron y reflexionaron sobre lo vivido: “Que la gente se informe, que estamos injustamente detenidas. No somos terroristas. Somos herederos de una sangre que todavía está viva, lucha, resiste y se defiende”.

Por: Lucíana Aviles
Foto: Alejandra Bartoliche
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25 de noviembre de 2022

Día caluroso de noviembre en Bariloche, ni una nube en el cielo y las retamas amarillas florecidas por doquier. Niñxs pequeñxs juegan en la entrada del predio, mientras se mojan con mangueras. Sus mamás corretean para que les hagan caso y ríen. Otras, amamantan.

Hasta aquí, una escena común, salvo que el lugar al que estamos ingresando es la ruka donde cuatro mujeres mapuche junto a sus infancias cumplen la prisión domiciliaria que estableció la jueza Silvina Dominguez y que hace unos días fue ratificada por los jueces de la Cámara Federal de Apelaciones de General Roca. Argumentaron que si fueran liberadas podrían entorpecer el avance de la causa, entre otras cosas.

Ellas demuestran que hay que ponerle onda, dicen que el newen o la fuerza que tienen es sobre todo por lxs más pequeñxs que son quienes más sufren el estar en la ciudad y extrañan la Lof Lafken Winkul Mapu. Desde el 8 de octubre que están en Bariloche, lejos de su territorio, de su rewe o lugar sagrado, porque judicialmente se las acusa de usurpar —en dos oportunidades— el territorio que reivindican desde hace cinco años, en la zona de Relmu Lafken o mayormente conocida como Villa Mascardi. La primera causa de usurpación es del 2017, la segunda es la que inició el último desalojo, el 4 de octubre pasado.

En lo que respecta a este último, inicialmente, fueron siete las mujeres detenidas. Florencia Melo y Débora Vera estuvieron presas 25 días en la sede de la Policía de Seguridad Aeroportuaria de Bariloche, donde llegaron hasta a hacer una huelga de hambre para denunciar los malos tratos. Hoy están en libertad y desvinculadas de la causa. 

Andrea Despo había viajado desde Trelew en busca de lawen o medicina ancestral mapuche y ese día quedó presa, por lo tanto después de declarar, la jueza decidió otorgarle la misma condición que a sus hermanas o lamngen. Betiana Colhuan, Luciana Jaramillo, Romina Rosas y Celeste Huenumil son quienes hoy están en la ruka junto a sus once niñxs, donde charlaron con Perycia.

La machi Betiana Ayelén Colhuan

La ruka donde cumplen la domiciliaria

Es un espacio que funciona a modo de lugar común y que pertenece a las comunidades mapuche de la región. Tiene un salón, un baño, una cocina y una pieza que se utilizaba para que las Lof que viven en los territorios más alejados pudiesen descansar cuando viajan a Bariloche por alguna razón.

Ahora estas cuatro mujeres y la comunidad decidieron que residirán allí porque el Poder Judicial les impide volver a sus tierras, en las que nada les queda ya que ese 4 de octubre los efectivos de las fuerzas especiales destruyeron todo lo que encontraron a su paso.

Ruka, casa en donde se encuentran detenidas las cuatro mujeres de la comunidad Winkul Mapu.

Denuncian que hace unos días, una camioneta de la Policía de Río Negro ingresó prácticamente hasta la puerta de entrada de la ruka de manera intempestiva. Se asustaron y vivieron momentos de tensión porque, además, en el terreno lindero funciona la Escuela Policial.

Estas mujeres no pueden alejarse de allí, solo pueden moverse por el terreno que no es muy grande y que está ocupado mayormente por la ruka.  En la entrada hay un pequeño espacio que funciona como jardín. Las infancias, con edades que van del mes y medio a los once años, acostumbradas a jugar y criarse libremente en su territorio rodeado de naturaleza, se sienten atrapadas. Hay bebés que todavía toman la teta, hay niñxs que no superan los 6 años de edad.

El último operativo de desalojo y represión fue tan violento que no pudieron agarrar nada. Ni pañales ni abrigo para sus hijxs, por ejemplo. O elementos de higiene personal. Hoy viven gracias a donaciones de todo tipo que les han hecho llegar, de las cuales están sumamente agradecidas ya que su forma de vida nada tiene que ver con la ciudad. En la Lof tenían sus propios animales, sus vegetales. Nada de eso queda ya.

Cosmovisión mapuche

Romina y Luciana hablaron con Perycia. Un mensaje fuerte que repiten ambas queda resonando: “Que la gente se informe, que estamos injustamente detenidas”.

“No somos terroristas. Somos herederos de una sangre que todavía está viva, lucha, resiste y se defiende. Defendemos el agua, aire, ríos, montaña, el rewe. No estamos en contra de nadie. No vamos a salir a cazar ni asesinar a nadie”, dice Romina. 

Romina Rosas tuvo que parir detenida en el Hospital de Bariloche.

Luciana explica que recuperaron ese territorio en 2017: “Ahí se levantó nuestra machi, que es una autoridad espiritual”. 

“Hace unos meses falleció otra machi, Teresa Painequeo, que anunció en ceremonia que un día iba a existir esta autoridad en ese lugar y que iba a nacer en la lucha para que vuelva ese newen, esa fuerza. Ella estuvo en el Relmu Lafken que le llaman Mascardi incluso antes que naciera nuestra machi allí. Dio todas las características de cómo iba a ser. Mucha gente asistió a este momento tan importante. Teresa siguió yendo una vez nacida la actual machi y dijo que ella iba a ser”, dice Luciana.

Además, asegura hay que saber que en la llamada Campaña del Desierto, entre 1878 y 1885, lxs más perseguidxs fueron lxs machis. Lxs quemaban y mataban acusadxs de ejercicio ilegal de la medicina. «Entonces tenían que esconderse y por eso solo tenemos registros de su existencia en Puelmapu (tierras al este de la Cordillera de Los Andes) hasta la década del 70. Desde ese tiempo hasta el 2017 que se levantó nuestra machi no hubo acá esa figura. Ahí volvió a renacer, renació en el tiempo. Esto es incomprendido en el mundo huinca (o no mapuche)”.

“En nuestro caso, venimos a cumplir una voluntad de nuestros antiguos. Pero piensan que estamos insistiendo en estar ahí por capricho. Somos una molestia para ellos porque la parte donde hoy está parado el rewe estaba todo alambrado para lotear y vender siendo que supuestamente ese territorio es de Parques Nacionales. Entonces, ¿por qué lo iban a vender?, ¿por qué al lado está un privado? Esa parte no se investiga», aseguran. 

La machi Betiana Colluan y María Nahul, su madre.

«Solo a nosotros nos dicen usurpadores en la propia tierra. La machi no puede estar en la ciudad porque ella necesita estar en contacto con la naturaleza, necesita sus lawen. Ese territorio incluso antes de que naciera se sabía que iba a ser así. Ese newen renace en este tiempo de lucha donde nosotros estamos dando una gran pelea por defender la tierra, el agua. Le ponemos el cuerpo y la vida si es necesario para defender esas fuerzas”, sostiene con firmeza Luciana.

—¿Qué es el rewe?

—Es un espacio espiritual donde confluyen todas las fuerzas que nos hacen mapuche. Es un espacio muy importante y no solamente es de nuestra comunidad sino de todos los puelches (personas que viven al este de la cordillera) porque tiene la fuerza de todos nuestros antepasados, abuelos, pichkeche (gente pequeña). Es un lugar muy espiritual. Al levantarse de nuevo esta fuerza, al ser la primera machi del Puelmapu, ella se levanta con la fuerza de todos. Por eso el huinca no se atreve a tocarlo.

Historia judicial

La primera causa data del 2017. En ese momento, el Poder Judicial determinó que lxs integrantes de la Lof habían irrumpido un predio de Parques Nacionales y desde allí habían avanzado hacia propiedades linderas, tanto públicas como privadas. Sin tener una mínima perspectiva de Derecho indígena ni voluntad para entender su cosmovisión o el derecho internacional, se inició esta causa madre a la que siguieron otras. Este expediente impuso la prohibición de ingreso o permanencia en las tierras, algo que supuestamente todxs lxs integrantes de la comunidad siguieron violando estos años. Hay varixs imputadxs por este hecho inicial y según trascendió en algunos medios, el juicio será el próximo 12 de diciembre.

Por una orden de desalojo en esa causa, un integrante de la comunidad fue asesinado: Rafael Nahuel, joven mapuche de la Winkul que defendía su territorio. La causa en la que cinco prefectos fueron señalados por estos hechos fue elevada a juicio hace un año, pero el Tribunal Oral Federal de General Roca todavía no puso fecha para el inicio del debate. Entretanto, tres pericias balísticas sembraron más dudas que certezas en una investigación que en el banquillo de los acusados solo tendrá a los tiradores.

Las mujeres ahora con domiciliaria piden apoyo de la sociedad porque ya no creen en el Poder Judicial. Se sienten perseguidas, discriminadas, racializadas. Saben que no les será fácil pero también saben todo lo que tuvieron que soportar sus ancestros. Entonces hacen gillipun -una ceremonia de pedido- para tener más newen y así sobrellevar los días.

Algunos organismos que han intervenido en el conflicto como la Asociación Gremial de Abogadas y Abogados, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, la Coordinadora del Parlamento Mapuche Tehuelche de Rio Negro, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Liga Argentina por los Derechos Humanos, el Centro de Estudios de Legales y Sociales (CELS), la Central de los Trabajadores de la Argentina Autónoma, la Asociación de Abogados/as de Derecho Indígena, diputadxs nacionales del Frente de Izquierda de lxs Trabajadorxs y del Frente de Todos. Incluso el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel pidió su excarcelación, entre otros.

Entonces, en este día vale preguntarse: ¿el Estado reparará a estas mujeres por todos los daños que les ocasionaron?

La machi Betiana Ayelén Colhuan.

¡Al piso o las matamos!

El pasado 4 de octubre todo fue violencia. En la charla con Perycia, las mujeres contaron que los hostigamientos policiales y de algunos particulares que viven en la zona, comenzaron desde el momento en que decidieron recuperar las tierras. Siempre escuchan lo que sucede en la ruta 40 que conecta Bariloche y El Bolsón: los operativos que se montan, los tiros al aire o los drones que sobrevuelan.

Lo cierto es que ese día los casi 300 efectivos varones “inmensos” que intervinieron ingresaron por todos lados con armas, bombas de estruendo, se movieron en tanquetas mientras que del otro lado, solo hubo una defensa con piedras. Los efectivos apuntaron y dispararon. Lxs niñxs más grandes lograron escapar gracias a su buen conocimiento del territorio. De lo contrario otra hubiera sido su suerte, como la que ya tuvieron que atravesar en 2017 cuando murió Nahuel.

—¡Al piso o las matamos!, -recuerdan que escucharon. 

«Nos empiezan a empujar. Nos agarraron a todas en una parte distinta. Era muy temprano. Yo estaba con mi nene de 4 años y como escuchaba los tiros, lo abrazaba con una mano y con la otra le tapaba la carita. Porque tenía miedo que le llegue una bala”, relata Luciana. Y cuenta que ni siquiera respetaron a una de ellas que estaba embarazada, a escasos días de parir. “La arrastraron no sé cuántos metros por el piso, la patearon, al igual que a los niños”.

Una vez presas, los agravios continuaron. No les dieron abrigo. Las quisieron separar constantemente de manera violenta. Nunca les dijeron hacia donde las trasladaban. Ni en Bariloche cuando estuvieron en la PSA ni cuando llevaron a cuatro de ellas primero a la dependencia de la Policía Montada en Palermo y luego al Penal de Ezeiza, en Buenos Aires.

Un traslado de ocho horas

El traslado a Buenos Aires fue en avión. Un viaje que duró 8 horas con una parada en un descampado donde pensaron que ahí las llevaban a morir. Estuvieron incomunicadas la mayor parte del tiempo. Soportaron requisas de todo tipo: médicos varones que las tocaban, las hicieron desnudarse en frente de personas que se reían, repitieron procedimientos innecesarios una y otra vez. Las filmaron incluso hasta cuando iban al baño y no podían cerrar la puerta.

Estuvieron cuatro días sin poder bañarse. “Todo el tiempo nos psicopateaban diciendo que habían detenido a más de nosotros, nos preocupaban sobre el destino de lxs niñxs que habían quedado en nuestras tierras”. Romina fue víctima de violencia obstétrica: no dejaron que estuviera la partera con la que había trabajado todos esos meses para esperar el parto, la maltrataron, se burlaron de su cultura y la amenazaban con filmarla incluso cuando estuviera pariendo.

La prisión domiciliaria se logró por la presión ejercida tanto por parte de la sociedad que acompaña la lucha como por organismos internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que pidió que se respete el derecho de las madres con hijxs bebés y pequeñxs. Incluso Elizabeth Gómez Alcorta renunció a la titularidad del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidades, según indicó, por las atrocidades que se estaban viviendo estas mujeres.

Después de todo lo vivido, ahora en la ruka mapuche en la que cumplen la domiciliaria aún no cesa el acoso.