Después de un año de dimes y diretes entre el equipo de fiscales que instruye la causa por la desaparición y muerte de Facundo y la jueza María Gabriela Marrón, el fiscal ante la Cámara de Casación Javier De Luca asegura que la magistrada entorpece la búsqueda de la verdad y solicitó su alejamiento. «Sus decisiones terminaron produciendo obstáculos y desvíos de la investigación», dice el fiscal general después de repasar una a una las pesquisas que Marrón rechazó.
En octubre del año pasado, dos meses después del hallazgo del cuerpo de Facundo, la jueza obturó la posibilidad de secuestrar documentación y los teléfonos celulares de los policías implicados y también se negó a allanar dependencias policiales. Estas medidas habían sido solicitadas en función de la hipótesis de desaparición seguida de muerte que pretenden investigar los fiscales Horacio Azzolín y Andrés Heim, incorporados a la causa tras el apartamiento del cuestionado primer instructor Santiago Ulpiano Martínez.
Actualmente, también participa del equipo la fiscal federal de Santa Rosa, Iara Silvestre. En febrero, hubo un nuevo entredicho con la magistrada que rechazó otras diligencias solicitadas por los fiscales que, tras describir una serie de hechos por los que la jueza «hizo perder un tiempo precioso a la pesquisa», la recusaron. Marrón se aferró a la causa, rechazó el pedido de los fiscales y en abril obtuvo el aval de la Cámara Federal de Apelaciones de Bahía Blanca.
Ahora, tras una nueva presentación en «queja» ante la Cámara Federal de Casación, De Luca secundó el pedido de sus pares y asegura que Marrón “obstruyó líneas de investigación que pudieran comprometer la actuación de las fuerzas de seguridad del lugar en los hechos”. Y concluye que para ella «toda hipótesis que se aparte del mero ‘accidente’ y se dirija hacia la posibilidad de un homicidio, doloso o culposo, o a un encubrimiento de éste, es inmediatamente negada». En síntesis, De Luca consideró que la jueza no ha hecho más que «entorpecer la búsqueda de la verdad».
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A más de un año de saber que el cuerpo encontrado en un cangrejal cerca de Bahía Blanca era el de Facundo, la causa se aleja de la órbita de los grandes medios de comunicación y sólo relampaguea frente a las (pocas) novedades que se conocen. Hace un mes, las últimas pericias incorporadas a la causa determinaron que las prendas que se encontraron en la mochila de Facundo, a pocos metros del cuerpo, presentaban “cortes” y “quemaduras con algún elemento químico” en una de sus caras, lo que hace sospechar a los abogados de la familia que el joven podría haber sido torturado antes de morir.
Pero en esta causa plagada de irregularidades desde el día uno, las pistas más fuertes parecen esconderse en los detalles.
Pese a que el informe final de la autopsia realizada por una decena de peritos concluyó que el joven murió por “asfixia por inmersión” y que no se encontraron «lesiones vitales», es difícil poder tomar los resultados científicos sin un adecuado contexto. En primer lugar, el informe no determinó si Facundo murió por “accidente, homicidio o suicidio”, debido al “avanzado estado de esqueletización del cadáver”. Se podría decir, entonces, que las razones de su muerte siguen abiertas.
Pero hay algo más: toda la ropa del joven de 22 años apareció dentro de su mochila, la misma que —llamativamente— no se encontró cuando los pescadores hallaron el cuerpo en agosto del año pasado, sino días después. Fue identificada en el mismo lugar que el cuerpo, pero en un estado de conservación sorprendente, si se tiene en cuenta que debió haber estado a la intemperie por más de cuatro meses.
Según la hipótesis de la policía bonaerense —la misma que guía el accionar de la jueza Marrón, y avala el ministro de Seguridad, Sergio Berni—, Facundo se ahogó cuando intentó tomar un atajo para llegar a Bahía Blanca tras evitar los retenes policiales dadas las restricciones de circulación por la pandemia del coronavirus. Frente a esta teoría, vale preguntarse: ¿Por qué algunos elementos de su mochila nunca fueron encontrados, como su tarjeta de débito? ¿Por qué, además, nunca apareció su campera de Boca? la misma que llevaba puesta en la foto que confirmó que el joven había sido detenido por la policía cuando intentaba llegar a dedo a la ciudad en la que vivía su ex novia.
ZAPATILLA Y CELULARES
Foto: fiscales.gob.ar |
Uno de los abogados de la familia, Leandro Aparicio, en diálogo con Perycia se pregunta «cómo va a aparecer una de las zapatillas de Facundo, completamente intacta, a 20 metros del cuerpo”, se sobresalta y agrega que fue la propia Cristina Castro, la mamá de Facundo, quien la descubrió antes que los peritos de la policía. Ese calzado sirvió como confirmación previa a la autopsia de que el cuerpo hallado era el del joven.
El abogado agrega otro dato de esos que no se ahondaron en la causa: «cómo estaban rotos los dos teléfonos celulares de Facundo, pero uno de ellos se activó el 1 de mayo a las 11 de la mañana, según la información que brindó una de las antenas de Bahía Blanca”. Para Aparicio, estas pruebas lo llevan sin dudas a certificar la hipótesis de la desaparición forzada, “porque todos se pueden dar cuenta que estas maniobras de la policía eran encubridoras”, afirma.
Foto: Página 12 |
Ese 15 de agosto cuando la madre de Facundo, Cristina, y sus abogados se dirigieron al lugar del hallazgo del cuerpo, advirtieron huellas de un neumático. La marca, coincidía con el relato de alguno de los pescadores de la zona que aseguraron haber “visto luces” de automóvil durante las noches previas.
El cuadro se completa con un dato que constituye uno de los puntos más trascendentales para la querella: el 18 de septiembre del año pasado, el rastreador Marcos Herrera y su perro Yatel encontraron el pedazo de una piedra que Facundo llevaba con él, un amuleto que le habían regalado sus amigos. La hallaron en el baúl del móvil Toyota Etios de la Policía Local de Bahía Blanca.
Hay más, sin embargo. Este es el mismo vehículo que —a partir de GPS— se pudo comprobar que el 8 de mayo (10 días después de la desaparición del joven) estuvo a escasos 800 metros del lugar donde finalmente apareció el cuerpo de Facundo. Coincide esta fecha con una reacción en cadena que llamó la atención, al menos para la querella: ese mismo día, una de las policías implicadas en la causa, Xiomara Flores, desactivó Whatsapp de su celular.
No fue la única que borró mensajes y registros de su celular. Otra de las oficiales involucradas, Jana Curuhinca, eliminó de su teléfono una foto del DNI de Facundo. Ella y el oficial Mario Gabriel Sosa fueron quienes lo detuvieron en la localidad de Mayor Buratovich y declararon que Facundo “no llevaba” DNI.
Otro oficial implicado es Alberto González, quien cambió dos veces su versión respecto a cuándo “levantó” de la ruta a Facundo en Teniente Origone. En esa localidad, en un sucio galpón abandonado de la policía, se encontró otro objeto de Facundo: un amuleto con una vaquita de San Antonio tallada que le regaló su abuela y que el joven llevaba consigo siempre.
A todo esto, es preciso mencionar que días después de que se encontrara el cuerpo que finalmente resultó ser el del joven de Pedro Luro, los investigadores dieron con otros restos óseos, también de humanos, en el cangrejal. Para Aparicio, esto podría hablar de una “zona de descarte” de la policía bonaerense.
Ahora volvamos a la hipótesis del accidente. Si Facundo murió ahogado, ¿cómo se explican los tiempos para declarar de parte de los oficiales implicados y el comportamiento de la fiscalía? La fiscalía local se tomó más de un mes para ingresar la denuncia de los familiares de Facundo, antes de que la causa pase a manos de la justicia federal. Así, como los uniformados que aseguraron haber detenido al joven en la ruta, tardaron más de cuarenta días en declarar.
Pero en el marco de poner la lupa sobre los detalles que no trascendieron en la causa, es válido recordar que el 15 de junio de ese año, miembros de la policía bonaerense realizaron un allanamiento sin orden judicial para ingresar al domicilio del hermano de la novia de Facundo. El joven de identidad reservada aseguró que lo presionaron para que declarara que Facundo “estaba metido en temas de droga”. También hubo amenazas directas e indirectas de parte de la policía para los dos abogados de la mamá de Facundo.
Para la jueza Marrón, ninguna de estas situaciones amerita investigar el rol de las fuerzas de seguridad. Sin embargo insiste en incorporar un informe sobre los niveles de marea en el estuario de Bahía Blanca y “las posibilidades y situaciones del recorrido de Facundo»que encargó sin el control ni el pedido de de las partes al Instituto Argentino de Oceanografía (IADO). Vale agregar que el equipo de fiscales había rechazado un estudio de este instituto por falta de firmas y rigurosidad y otro porque directamente no lo solicitaron. La situación, aún sin resolver, está a estudio de la Sala 1 de la Cámara Federal de Casación Penal.
Las pruebas que apunta contra la Bonaerense son extensas. Aun así, actualmente la causa parece amenazada por el señalamiento de parcialidad de la jueza que, según fuentes cercanas al Ministerio Público Fiscal, ha obstaculizado «la producción de ciertas medidas que permitían considerar y profundizar otros caminos alternativos a la versión de ‘accidente’”. Y aseguran que si bien “no se abrazan a una sola hipótesis”, creen que la magistrada ya tomó posición y “va a ser muy difícil avanzar”. “Todo se podría encaminar al tener un juez imparcial, que no esté comprometido con ninguna hipótesis”, explicaron.
En tanto, la madre de Facundo, Cristina Castro y sus dos abogados, Luciano Peretto y Leandro Aparicio, creen exactamente lo mismo. El cambio de juez podría modificar el rumbo de la investigación y acercarse a la verdad.
Hasta ahora, eso no sucedió.