social social social social social
Crónicas de la Justicia

A 22 años del femicidio

Natalia Melmann: una huella en la arena de la impunidad

Después de muchos años, la mamá y el papá de Natalia volvieron a pisar la arena de Miramar. En una cobertura conjunta, Pulso Noticias y Perycia recorrieron con ellos el pueblo balneario, a horas de la sentencia contra uno de los policías que en 2001 secuestró, violó y asesinó a la joven de 15 años que era delegada estudiantil y soñaba con ir a un recital de Luis Miguel. 

Por: Estefanía Velo
Foto: Sebastián Losada
imagen destacada

Pasaron más de 30 años desde que la familia Melmann-Calampuca llegó a Miramar desde el Gran Buenos Aires, en busca de tranquilidad. Laura Calampuca sigue viviendo en el pueblo, que hoy tiene 30.000 habitantes, en la misma casa que en 2001 compartía con Natalia, su hija, y el resto de la familia.

La habitación de la adolescente secuestrada, violada y asesinada por un grupo de policías de la Bonaerense estuvo varios años intacta. En algún punto Laura sintió la necesidad de modificarla, aunque ahora está en desuso. Natalia tenía 15 años y era una adolescente muy enamoradiza. Era fan de Leonardo Di Caprio —tenía pegados en su habitación varios posters del actor— también de Luis Miguel, “quería que la lleve a verlo cuando cantará en la Argentina”, recuerda su mamá.

Laura se quiebra cada vez que cuenta alguna anécdota de Nati. “Ella está acá, ella vive en mí”, repite, entre pilas de carpetas que tiene fichadas según el año, con recortes de diario y cajas con fotografías de la familia.

Pasaron 22 años del secuestro, abuso sexual y asesinato de la joven de 15 años en el pueblo balneario de Miramar. Desde ese momento hasta el día de hoy su familia nunca dejó de buscar verdad y justicia. Hay tres policías presos desde 2002. El cuarto involucrado es el ex sargento de la policía bonaerense Ricardo Panadero, que hace diez días fue sentado en el banquillo de los acusados y este miércoles conocerá al veredicto, en el juicio que lo tiene como único imputado.

En el cuerpo de Natalia Melmann encontraron cinco perfiles genéticos distintos y aún queda un ADN sin identificar. Eso indicaría que aún podría haber responsables impunes.

Para Gustavo Melmann estos años de lucha conllevan mucho desgaste. Recuerda la “difamación” que sufrió por parte de la abogada defensora de los policías detenidos, Patricia Perelló. “No hay voluntad de la Justicia para resolver quiénes fueron todos los que participaron en el homicidio de Natalia”, dice Gustavo. Él y sus hijos tuvieron que irse de Miramar corridos por las continuas amenazas que recibían de los policías y sus familiares.

Mural de Natalia en Miramar

Cruzarse en el pueblo con los asesinos de su hija

Corría el 2001, la desocupación crecía y para la familia Melmann-Calampuca de repente todo se derrumbó. Ese 4 de febrero, su tercera hija, Natalia Melmann salió a bailar con sus amigas con intención de encontrarse al chico que le gustaba y nunca más volvió a su casa. “Fue un escándalo para la Argentina que numerarios de la policía rapten a una jovencita de 15 años para divertirse con su tortura, su vejación y su muerte. Y esto lo quieren encubrir, lo estuvieron dilatando, por eso Panadero no estuvo en el primer juicio, en el cual tenía que haber sido juzgado y condenado”, remarca Gustavo Melmann.

“Nuestra vida es una eterna apelación”, dice Laura mientras recorre el pueblo como muy pocas veces lo suele hacer. Hacía años que no caminaban por la arena de Miramar, cuesta recuperarse después de tantos golpes. Además sabe que puede cruzarse con los asesinos de su hija. Muchos de los comercios del pueblo tienen en sus vidrieras alguna imagen de Natalia, “ese lugar no sé de quién es”, comenta Laura mirando un poster de casi un metro de altura que dice “Natalia Melmann presente” y la imagen de la adolescente.

A partir de 2010 los policías detenidos solicitaron “salidas transitorias”, durante algunos años tuvieron ese privilegio, y hasta se permitían salir de sus casas. Una vez, cuenta Laura, estaba en el supermercado, vio a Echenique y comenzó a los gritos diciendo que él era el asesino de su hija. Durante la pandemia también aprovecharon para realizar presentaciones de salidas, que fueron apeladas y rechazadas. El último verano solicitaron nuevamente lo mismo, la familia Melmann-Calampuca se opuso, tuvo una audiencia virtual con ellos y su abogada, y finalmente el juez rechazó la solicitud.

Siguiendo los rastros

Ese febrero de 2001, la adolescente, abanderada de su colegio, delegada estudiantil y muy solidaria, estuvo cuatro días desaparecida. Su papá y sus dos hijos mayores se sumaron a los operativos de la policía y de los bomberos para hallar a Natalia. Mientras que Laura con su hija más pequeña esperaba el llamado telefónico. “La buscábamos con vida”, recuerdan.

Desde el municipio les permitieron armar una oficina para recibir a les vecines por si la habían visto o tenían algún dato. Ahí dentro la radio sonaba constantemente con indicios que dejaban las y los miramarenses. La policía salió a rastrillar los diferentes lugares del pueblo, incluso llegaron a Mar del Sur (otro pueblo cercano).

Pasaban los días y sólo había comentarios. La policía y la fiscalía de Mar del Plata apuntaban contra un ex convicto, Gustavo “El Gallo” Fernández. Pero la familia también señalaba la participación de integrantes de la Policía Bonaerense. El 8 de febrero, un día después de que la Bonaerense junto a los bomberos rastrillaran el vivero dunícola de la ciudad, un vecino encontró el cuerpo de Natalia en ese mismo lugar.
Durante los primeros seis meses de la investigación, la policía y la fiscalía apuntaban contra “El Gallo” Fernández que además ya estaba prófugo.

Sin embargo, Gustavo estaba convencido de que él sólo no podía haber hecho lo que hicieron con su hija. Según contó a Perycia, enseguida apareció un abogado para patrocinarlos, Andrés Barbieri, quien luego les confesó que era ex policía y enviado por Carlos Ruckauf, el gobernador de la provincia de Buenos Aires en ese momento. Ahí decidieron apartarlo.

Mientras tanto, la familia mantenía encendida la llama de la búsqueda de verdad y justicia. Se hizo la autopsia en el cuerpo de Natalia, se aportaron las pericias en la patrulla y en el otro automóvil y también se sumaron testigos. Con la constante lucha de su familia y amigues que todos los sábados se movilizaban en Miramar lograron elevar la causa a juicio.

El primer juicio

Entre septiembre y octubre de 2002 se llevó a cabo el juicio contra Gustavo “El Gallo” Fernández y tres oficiales de la Policía Bonaerenses, responsables del rapto, violación y asesinato de la joven. Durante el juicio se determinó que fue secuestrada en un patrullero. Luego, con otro auto la llevaron a una casa, que pertenecía a un policía, a pocos metros del destacamento policial del barrio Copacabana, en una zona alejada, rural, al norte de la ciudad, en el límite con Mar del Plata. Ahí abusaron de ella y la asesinaron. 

Los jueces de la Cámara en lo Criminal Nº 2 de Mar del Plata condenaron a los policías: Oscar Echenique, Ricardo Anselmini y Ricardo “Mono” Suárez a reclusión perpetua por los delitos de rapto, abuso sexual seguido de homicidio triplemente agravado. Gustavo “El Gallo” Fernández, el “civil entregador”, fue condenado a 25 años por los delitos de homicidio triplemente calificado agravado y privación ilegal de la libertad agravada, aunque consiguió el beneficio de aplicar 2×1 y sólo estuvo ocho años en prisión.

Dos décadas de impunidad

Laura y Gustavo nunca dejaron de luchar, porque sabían que había más policías involucrados. La mamá de Natalía siempre fue fanática de la radio. Hoy escucha a Alejandro Dolina, pero en la época en la que mataron a su hija escuchaba constantemente las historias donde denunciaban a la maldita policía. Eran vox populi que seguían con las prácticas heredadas de los militares. Las denuncias de torturas usando la técnica del  “submarino seco”, por ejemplo. “Conocíamos que ellos cascaban a los pibes”, dijo en su declaración el testigo que presenció el secuestro de Natalia.

Ese muchacho, que en el 2001 tenía la misma edad de la adolescente asesinada, salió del mismo boliche y vio cómo un patrullero se metió en contramano, bajaron cuatro efectivos policiales y la levantaron. Él los reconoció desde el primer momento: Echenique, Anselmini (conocido como “Rambo”), y Ricardo Panadero, este último lleva más de 20 años de impunidad. Panadero continúa viviendo en Miramar y hasta supo tener un almacén bar llamado “Los 5 indiecitos”.

Ricardo Panadero era un oficial de Mar del Sur, un pueblo del partido de General Alvarado, ubicado a unos 16 km de la ciudad cabecera de Miramar. Luego de estar señalado como miembro partícipe del femicidio de Natalia, logró el sobreseimiento en el primer juicio en a fines de 2002, y recién en 2018 fue acusado formalmente como coautor por privación ilegítima de la libertad por el uso de violencia, abuso sexual agravado por acceso carnal y por el concurso de dos o más personas, y homicidio doblemente agravado por haberse cometido para lograr la impunidad de los coautores de un delito anterior. 

En ese momento, el TOC N° 4 conformado por Jorge Peralta, Fabián Riquert y Juan Manuel Sueyro absolvió a Panadero. Inmediatamente, la fiscalía a cargo de Ana María Caro y el abogado de la familia Federico Paruolo apelaron dicha sentencia, y el 13 de noviembre de 2019 la Sala III del Tribunal de Casación bonaerense anuló esa absolución y ordenó una nueva resolución.

Ahora Panadero otra vez está siendo juzgado por los delitos mencionados anteriormente. El Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 4 de Mar del Plata presidido por el juez Néstor Conti, acompañado por Juan Galarreta y Mariana Iriani, leerá este miércoles 17 a las 10.30 horas la sentencia contra el ex teniente jubilado que fue separado de la fuerza meses antes de su primera acusación y continúa viviendo en Miramar.

El juicio en 2023

Del 2 al 5 de mayo último se desarrolló el nuevo debate, donde diferentes testigos describieron los hechos, otros contaron que conocía al grupo de los cuatro policías de los bailes, que “le encantaban las mujeres a pesar de estar casados”. También declararon dos mujeres: una de ellas, fue acosada por este grupo de policías cuando tenía 13 años. La otra mantuvo una relación con Panadero, y contó que el policía le quiso regalar una campera durante los días que Natalia estaba desaparecida. Cuando encontraron a Natalia tenía su ropa, pero faltaba su camperón, nunca apareció.

Sumado a ello, la prueba científica es la más contundente para asegurar que Panadero cometió esos delitos: en el cuerpo de la adolescente hallaron un vello pubiano que tuvo un 97,5% de coincidencia con el ADN del policía, según explicó el perito de parte, el bioquímico Gustavo Penasino, ante el Tribunal.

“Espero que lo condenen de una vez por todas”, dice Gustavo Melmann, “se ventilaron elementos suficientes, el perito de parte dio un 97,5% de probabilidad de ADN, hubo testimonios donde lo incriminan directamente. Otros que lo ven hoy en la costa, el proceder que tiene con las mujeres. Hay elementos suficientes”, y agrega “el miércoles temprano veremos la disposición policial en los Tribunales, eso algo nos va indicando”. 

En 2018, cuando absolvieron a Panadero, la familia Melmann-Calampuca y todas las organizaciones que los acompañaron fueron reprimidos en el edificio de los Tribunales marplatenses. Cinco años después esperan que la historia tenga otro final, y los nuevos jueces certifiquen la responsabilidad de Ricardo Eugenio Panadero en el crímen de Natalia. 

En los alegatos la fiscal Caro, sostuvo que quedó “comprobada la coautoría de Panadero” en el crimen de Natalia por lo que pidió “prisión perpetua por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada por el uso de violencia, abuso sexual agravado con acceso carnal y homicidio doblemente agravado por el concurso premeditado de dos o más personas y por criminis causa (esto es: que el asesinato se cometió para lograr impunidad)”. Además, solicitó que se tome en cuenta el contexto, ya que se trató de un secuestro, abuso y asesinato en manos de la Policía Bonaerense.

Perspectiva de género

La fiscalía también pidió que las pruebas del juicio se evalúen con perspectiva de género, aunque en 2001 no existía la figura de femicidio en el Código Penal y se incorporó hace 10 años. Por tal motivo, explican, es importante incorporar esa mirada en un contexto donde se ve la intencionalidad de manipular el cuerpo de una niña.

Por su parte, el abogado Paruolo durante los alegatos solicitó que activen criterios de perspectiva de género, como también deben incorporar todas las legislaciones referidas a los derechos del niño, niña y adolescente.

Para Paruolo tiene que prestarse atención al contexto de violencia de género y las situaciones de vulnerabilidad que atravesaba Natalia: era una niña, mujer, pobre. “Este juicio tiene que ayudar a que el ´Ni una menos´ sea ´Ni una menos´. La policía las secuestra, las viola y mata”, subrayó.

“Hay una necesidad para Miramar y para la Argentina el esclarecimiento de Natalia porque es bandera de lucha de muchas pibas”, señala Gustavo Melmann con su voz pausada. Y por último, insiste en que hay un quinto ADN hallado del cuerpo de Natalia -de hace 20 años- que aún no fue cotejado con ninguna persona. “Seguiremos luchando para saber toda la verdad y que investiguen al resto de los policías que estuvieron en el destacamento de Copacabana esa noche”.