Irma fue secuestrada la noche del 17 de noviembre de 1976 en La Plata, junto a su pareja, “Osvaldo Pachamé”, y al profesor José Panettieri. Todos fueron a parar al ex Batallón de Infantería de Marina Nº 3 (BIM 3) de Ensenada. Todos pasaron por la picana. “Panettieri y Pachamé fueron liberados. Nunca más se supo del destino de Irma”, explica el informe del Proyecto Desaparecidos.
Cuando se enteraron del secuestro, un día más tarde, los hermanos hicieron la denuncia en la Comisaría 9na. Ana Teresa Zucchi y Pedro Juan Zucchi recuerdan de ese día un detalle: uno de los policías reconoció a Irma, había sido su profesora, pero solo pudo explicar que la Marina estaba realizando un “procedimiento” en la cuadra donde ella vivía.
A los familiares de Irma los une una sospecha: la entregó “Pachamé”. “Fuimos a La Plata porque había que desalojar el departamento que Irma alquilaba. Ella tenía mucha ropa, le gustaba vestir bien, tenía unos relojes y pulseras de oro muy lindos. No encontramos nada. Este tipo se las tiene que haber llevado”, le contó Bibiana Utrera, sobrina de Irma, al periodista Carlos Sahade.
La investigación de su paradero sí fue enmarcada en los Juicios por la Verdad, que se realizaron entre 1998 y 2014, en una instancia judicial ordenada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos pero que no tuvo consecuencias penales: aún estaban vigentes las leyes de obediencia debida y punto final. El objetivo era garantizar el derecho a la verdad a familiares de desaparecidos y desaparecidas.
Bibiana es sobrina de Irma, y fue uno de los familiares que declaró en los Juicios por la Verdad. Refiere que uno de sus tíos fue a hablar con Panettieri, el otro profesor detenido junto a Irma y su pareja. “Le dijo que mi tía no sabía si iba a poder vivir o no porque las sesiones de tortura eran muy fuertes, que estaba inmovilizada, así tullida por las torturas. Que hablaba continuamente”, declaró en referencia a la última información que tuvo.
Al ser consultada por uno de los jueces sobre el nombre real de la pareja de Irma, Bibiana aseguró: “no sabemos si es el nombre, por eso no lo dije, porque no lo sé con seguridad”. En la desesperación por la búsqueda, la familia de Irma buscó el apellido en la guía telefónica y llamó a todos los Pachamé que encontró. “Llamamos al que en ese momento era jugador de fútbol (Carlos Pachamé) y nos dijo que no tenía ningún parentesco ni nada, así que no, no sabemos. No sabemos quién era, es decir, lo conocemos físicamente, pero nada más”. La familia de Irma dejó asentado en la denuncia que creen que ese nombre era falso.
“Pachamé” fue liberado, y meses más tarde contactó a Mariel, otra de las sobrinas de Irma: “Una vez, al poco tiempo de haber salido, Osvaldo Pachamé me llamó por teléfono a San Nicolás para que yo viajara a La Plata, quería hablar conmigo. Y yo pensé: ‘Este tipo me entrega’”, le contó la sobrina de Irma a Sahade.
A “Pachamé” nunca lo encontraron. La persona a la que citaron a declarar en los Juicios por la Verdad era otra con el mismo nombre y apellido, que aseguró no conocer a Irma ni tener parentesco con ”Osvaldo”. En el expediente de la causa, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre asegura que fue visto públicamente por última vez en marzo de 1977.
El único testigo
José Panettieri, el otro profesor secuestrado junto a Irma y “Pachamé”, es el único testigo de lo que se supone fueron los últimos días de Irma con vida. El 14 de junio del 2000 brindó testimonio a la justicia y habló del delicado estado de salud de la docente:
“Cuando a mí me sacaron de ahí, esa voz que yo conocía (…) Se había transformado en un hilito de voz. Evidentemente no estaba bien. Uno de estos secuestradores, en un momento determinado (le dijo), yo escuché la palabra tal cual, que no me olvido jamás: «comé, flaca, comé, que te vas a morir». (…) Nunca más apareció”, declaró Panettieri ante la Cámara Federal de Apelaciones. También aseguró no haberle visto nunca la cara a “Pachamé”.
La noche del secuestro los tres iban encapuchados, y la semana que pasaron dentro del BIM 3 fue con los ojos vendados, en completa oscuridad. En su testimonio, Panettieri no pudo reconocer a ninguno de los genocidas por este mismo motivo. Sólo recuerda que cuando hablaban todos se llamaban “Carlitos”, un nombre código propio del lugar.
Al momento de su detención, Panettieri se desempeñaba como profesor de Historia en la Escuela de Periodismo, y en las Facultades de Humanidades y Economía de la Universidad Nacional de La Plata. 48 horas antes de que lo secuestraran, fue cesanteado de todos sus cargos en el marco de una resolución del Rector de la institución, que exigía que se realice “un real y concreto proceso depurativo de la Administración Pública”.
Mariel Zucchi, prima de Bibiana y sobrina de Irma, recuerda con indignación el día que Panettieri se presentó en la Cámara: “Le pregunté si prestaría declaración si lo llegaran a citar porque “sería muy importante porque no tenemos a nadie que la haya visto. Nunca nadie la nombró”. Me dijo que sí. Voy corriendo al abogado de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y por eso lo citaron. Y ese día no dijo nada”.
Mariela mencionó no saber qué sucedía con José, se preguntó a sí misma si era el miedo lo que impidió que declarara todo lo que sabía sobre lo sucedido en el BIM 3: “Ese día había madres de hijos que desaparecieron en la facultad en la que él estaba. En un momento le preguntaron si había estudiantes desaparecidos de su facultad que él sepa y dijo que no. Las Madres se levantan, lo empiezan a putear y a nombrar a los chicos desaparecidos. Fue terrible. Vergonzoso”.
José Panettieri falleció en 2012. Sin embargo, en 2003 -tres años después de dar su testimonio- habló con la revista La Pulseada sobre Irma:
-Se sabe que lo secuestraron junto con Irma Zucchi, la profesora de Bellas Artes. ¿Recuerda algo de ella en esos días? – le preguntaron desde el medio.
-Me enteré que había muerto. Recién después yo reconstruí… En ese momento recuerdo que le reconocí la voz característica, ronca. Fui testigo de sus últimos momentos; estaba muy débil, tenía un hilito de voz. Ahí me di cuenta que yo era un tipo mentalmente sano, físicamente fuerte. Uno nunca sabe cómo puede responder. Yo sobreviví y no me rayé. Irma no aguantó. Lo que le pasó a ella me podría haber pasado a mí.
No fue hasta 2015 que se comenzó a juzgar a jerarcas de la Marina por delitos de lesa humanidad. Durante el juicio Fuerza de Tareas 5, el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata condenó al Excomandante del Batallón, José Casimiro Fernández Carró y al exjefe de Operaciones e Inteligencia del BIM3, Roberto Eduardo Fernando Guitian a prisión perpetua. Además, fueron condenados represores de la Armada y de Prefectura Naval.
El caso de Irma no fue incorporado en ese juicio ni en ningún otro de los que se desarrollaron después de la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, en 2003. “Osvaldo Pachamé” es un misterio.